lunes, 30 de noviembre de 2009

Cerrado por defunción

2007. Ridley Scott entrega su nueva película. La película ha costado una pasta; y la gente lo sabe; y no pasa nada, porque es 2007 y hablamos de Ridley Scott.
Prosigamos. El protagonista de la nueva película de Ridley Scott es Russell Crowe... y no puede ser de otra manera. Sin embargo, Scott sabe que es imposible rellenar 160 minutos de película con un actor de un solo registro. Solución típica de un director que cuenta con un presupuesto que acabaría con el hambre en Burkina Faso: el héroe debe tener un antihéroe; un malo que no lo parezca; un negro con el que todo el mundo se pueda sentir identificado. Denzel Washington. Y Denzel Washington se pone manos a la obra y es capaz de demostrar que su rictus entre elegante y chulesco no varía para Malcolm X, ni para un policía retirado, ni para un soldado de la guerra de secesión, así que ¿qué podría hacer que lo cambiase para un narcotraficante?
Hasta ahí los 160 minutos de AMERICAN GANGSTER, el terrorífico intento de Ridley Scott por emular al maestro, a Scorsese. Teniendo en cuenta que las películas de Scott son absolutamente incapaces de remover nada en el interior de nadie, podríamos quedarnos al menos con algún novedoso tratamiento fílmico, estético... o vaya usted a saber; en vez de eso, nos tenemos que tragar un ladrillo sobre un narco negro con principios morales que no le interesa a nadie, y a un policía fracasado y vividor que acaba revelándose como un genio ¿? rastreador. Lo mejor, al menos lo más salvable de esta innecesaria parábola sobre improbables polos opuestos, es precisamente a lo que Scott dedica menos metraje; del fino enfrentamiento verbal entre ambos personajes, que sólo coinciden al final, podía haberse extraído un interesante tratado sobre moralidad y ambigüedades, sobre camaradería incluso desde el odio mutuo. Lo malo es que Ridley Scott hace mucho tiempo que enseñó sus cartas, su discurso es conservador hasta la náusea y el hecho de que empezase a hacerse preguntas podría hacer tambalearse su bien asentada moral de boot camp... exactamente lo que les pasa a Washington y Crowe. Curioso, porque se suponía que eran absolutamente diferentes.
Saludos gangsteriles.

The next movement

jueves, 26 de noviembre de 2009

Happy meal

Porque aún es joven, pero está claro que Richard Linklater va camino de convertirse en uno de esos directores ultraprolíficos; dato éste que guarda otro más subjetivo, y es que la calidad de sus películas oscila entre lo interesante y lo apático, puede que nunca desfasando demasiado, puede que nunca despuntando de una forma inapelable. Y puede que Linklater jamás gane un oscar (tampoco creo que lo busque con insistencia) porque aún se mantienen constantes en su cine que le deja un significativo margen de maniobra. Ya he hablado aquí de varias películas suyas, y hoy, después de toda esta monserga pseudoinformativa, voy con una de las menos carismáticas y/o afortunadas.
Y es que, aunque cargada de buenas intenciones, FAST FOOD NATION pasó sin pena ni gloria por pantallas grandes y pequeñas. La cosa empieza bien, aunque algo difusa. Linklater quiere hablar de la comida rápida (única y verdadera religión estadounidense) y lo hace situando su cámara en el epicentro del torbellino: la directiva de una importante cadena de hamburgueserías donde surge el dilema de investigar por qué se ha descubierto que gran parte de su producción está contaminada. Y aquí está el problema. A Linklater no le salvan las buenas intenciones porque prescinde de la arremetida furibunda y decide esparcir el relato en todas direcciones; claro que esto siempre es relativo y ambiguo, pues se trata de un film basado en un libro. Aun con grandes acierto y, sobre todo, magníficas interpretaciones, especialmente las de Catalina Sandino y Wilmer Valderrama, FAST FOOD NATION se va tornando voluble a medida que debe dar respuesta a la infinidad de preguntas que ella misma suscita. Así, pasamos en un santiamén de un grupo de espaldas mojadas que intenta cruzar la frontera a unos adolescentes que juegan a ser activistas, del directivo desengañado a la manoseada escena del chico que escupe en las hamburguesas o del encargado pulcro y trepa. Se cuentan muchísimas cosas, quizá demasiadas, pero falta el pegamento, falta una idea lo bastante sólida para que no acabemos abatidos, sin saber muy bien a qué carta está jugando un director cuyo principal problema suele ser ese: una inexplicable timidez para remachar contundentemente una serie de ideas que, desafortunadamente, no pasan de atractivo esbozo. Aun así, no es una película tan mala como para no echarle un vistazo.
Saludos con ketchup... aunque me gusta más la mayonesa.

Hamburger lady

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Historia de una patología

Antes de que supiéramos absolutamente nada de un tal Michael Haneke, en Austria ya surgió un tipo igual de inquietante y dispuesto a cortar por lo sano. ANGST es una de esas pocas películas que son mucho más terribles por lo que son capaces de despertar en la conciencia del espectador, que por lo que muestran en sí. Una extraña y contundente historia de horror cotidiano, filmada casi en tiempo real y con algunas imágenes francamente logradas; me atrevería a hablar antes de Tarkovski que del rácano y poco agraciado estilo que han ido adoptando progresivamente este tipo de producciones, más pendientes del efectismo (sonoro o visual) que de contar algo.
Aquí, el casi inédito Gerald Kargl (creo que es lo único que filmó) cuenta en clave de cine mudo la breve historia de un asesino compulsivo, un tipo que tras salir de la cárcel, donde ha estado varios años, se encuentra absolutamente fuera de cualquier ley o convención social. Sólo sabe una cosa: odia a todo el mundo, así que debe matar a alguien, y eso sólo unos minutos después de quedar en libertad. Primero tiene un intento frustrado, en el que se ve claramente la confusión mental de este individuo, incapaz de hilar una sola acción normal, proyectando cada acto o pensamiento al hecho de matar. El grueso de la narración se desarrolla en un caserón en el que este simpático tipo entra sin pedir permiso, allí espera a que regresen sus ocupantes para darles una bienvenida terrible. Lo más destacable de este tremendo film es la crudeza y minuciosidad con la que se muestra un horror sin explicación; al igual que en FUNNY GAMES, la vida humana, su valor, se ven reducidos a un simple ejercicio de nihilismo, una banalización de lo terrible que impacta más que los habituales litros de sangre.
Elevada actualmente a la categoría de cinta de culto, ANGST es una posmoderna reflexión cuasipatológica que desarma por su sencillez de planteamientos y facilidad de resolución. La escena final es tan sorprendente como inusual, una alegoría perfecta del cazador cazado sin una sola línea de diálogo. Si pueden, no se la pierdan.
Saludos angustiados.

My death

martes, 24 de noviembre de 2009

Los límites del encuadre en tanto que viñeta

Pues sí, no me miren raro que he repetido por activa y por pasiva que me encanta PULP FICTION; que me parece una de las mejores películas de los noventa y, por descontado, lo mejor que ha filmado Tarantino pero de lejos.
Hablamos de un film absolutamente revolucionario desde el punto de vista discursivo, narrativo; un alarde de montaje lleno de libertad y que en ningún momento se autoimpone las habituales y absurdas ataduras del cine yanqui, sobre todo las provenientes de cómo resuelve Tarantino cada problema que él mismo va creando a lo largo de uno de los metrajes más ágiles e ingeniosos que he visto desde entonces. PULP FICTION es irresistible por infinidad de motivos: por los anteriormente descritos; por un final directamente enlazado con el principio que consigue que acabes con una sonrisa cómplice tras casi tres horas de surrealismo sangriento, desvergonzado y muy muy saludable; por no hablar del generoso rescate que tito Quentin le regala a un Travolta que ya no volvería a ser el mismo desde entonces, un nuevo e imborrable icono. Pero es que si tuviésemos que hablar del resto de personajes tendríamos que rendirnos ante una extraordinaria y múltiple galería de personalidades, a cual más sorprendente. Ahí estaba el converso Samuel L. Jackson, que ve la luz en mitad de un tiroteo; Marcellus Wallace (Ving Rhames), que conocemos a través de un masaje de pies que muchos se quedaron con las ganas de ver; una Uma Thurman despampanante, que se marca el baile con más poca vergüenza de la historia del cine junto a un genial Travolta; Bruce Willis, que protagoniza las dos escenas que más me gustan del film: su impertérrito rostro mientras escucha a Wallace antes de dejarse ganar en el ring y la posterior persecución entre ambos, que viene dada por una serie de sucesos encadenados y que acaba de la única forma que a nadie podía ocurrírsele que iba a acabar. Terminando (aunque me dejo un montón de secundarios igualmente interesantes) con un insuperable Harvey Keitel, que regaló ese Señor Lobo descacharrante y elegante a partes iguales.
En suma, hablamos de un film tremendamente original, que es capaz de trasladar la esencia del cómic pulp de serie B al celuloide, al mismo tiempo que demuestra la capacidad de Tarantino para hacernos creer que cualquier cosa es posible en una pantalle de cine. Una obra maestra seminal y que luego ha sido mil veces copiada, incluso por su propio creador.
Saludos ficcionales.

Un buen día

lunes, 23 de noviembre de 2009

Descuartiza que algo queda

Antes que nada, debo confesar que la terminología usada comúnmente en la reciente hornada de películas japonesas me es prácticamente desconocida, así que si empiezan con los típicos comentarios que incluyen palabras como Josei, Dojinshi o Meganekko, les advierto que estoy menos puesto que una bufanda cuadrada...
La cosa es que, de vez en cuando, uno no puede evitar dejar de lado sus gustos "oficiales" y adentrarse un poco en este mundo; y me refiero, claro, a las adaptaciones cinematográficas de comics manga. Y uno de los últimos que he visto ha sido ICHI THE KILLER, que Takashi Miike, ese hombre que ni come ni duerme (sólo rueda), extrajo del cómic homónimo de Hideo Yamamoto, otro que tal baila. Y... bueno, bueno, bueno... ¿cómo empezaría? Podría citar su impactante expresionismo visual, su poesía de la violencia, su insólito y variopinto retrato de personajes o su declamación cromática sobre la venganza... Sí, sí, sí... cuatro zanguangos... cuatro mangurrianes dándose de hostias y riéndose; y que luego se cortan en pedacitos... que digo yo que si se cortan desde el principio nos ahorran ver un montón de orientales sufriendo, que es el equivalente a El Fary en su "apogeo del torito guapo"... Puedo ver un montón de caras (bueno, serán tres o cuatro) enfurecidas al leer esto, pero es que la vi el otro día y no me enteré de nada, sólo me reí un poquito al final, cuando el protagonista se quita las grapas que lleva en los carrillos (vulgo mejillas) y... No, no les cuento nada. Así que aquí estamos, ante un montón de sangre, de vísceras, de pistolas, katanas y escaparates rotos... y no es Tarantino, no... ¿Qué pasa hoy día con el cine?
Saludos de un tipo que el otro día perdió dos horas de su vida.

Nos cambiaron por pistolas


713avo Amor - Nos Cambiaron Por Pistolas - The most amazing videos are a click away

domingo, 22 de noviembre de 2009

Viento en popa a toda vela

Hay gente que, con mala saña y unas miras más cortas que el trabuco del "Algarrobo", no sólo desprecia el cine de aventuras, dejándolo en una categoría inferior, sino que además complica el disfrute de otros cinéfilos con este tipo de obras. Un buen ejemplo para rebatir todo esto sin ser demagógico podría ser aquella excelente película, hoy un poco olvidada, que fue MASTER AND COMMANDER: THE FAR SIDE OF THE WORLD; un delicioso artefacto acometido con gran espíritu y bravura por un director al que respeto profundamente desde el principio de su carrera, el australiano Peter Weir.
En MASTER AND COMMANDER están todas las constantes de las novelas en las que se basa, las de Patrick O'Brian, un escritor que también fue denostado en su tiempo, acusado de "ligero" precisamente por hacer algo que es muy difícil: entretenimiento de calidad. Porque ésta es una cinta muy entretenida, y a mí esto nunca puede parecerme malo ni mucho menos; aparte de que las escenas de acción (impresionante cómo filma Weir los barcos) rezuman fisicidad de la de antes, dejándose de efectos digitales y llenando la pantalla de hombres, de madera, de humo, de mar. Puede que su punto más flaco esté en algunos diálogos, especialmente en su tramo final, donde Weir pone más énfasis en la ambigua relación entre Russell Crowe, perfecto para este papel, y un excelente Paul Bettany, que parece haber nacido para el suyo.
Es un cine que parece (parecía) extinguido, derrotado por el aburrimiento de trasfondo verde; un cine que trataba, ni más ni menos, de las pasiones humanas, de sus conflictos e intereses, que convertía a los muchachos de entonces en héroes por un día. Una maravilla.
Saludos a estribor.

Waving flags

sábado, 21 de noviembre de 2009

Rotulador fluorescente

Constantin Costa-Gavras es un director incómodo por diversos motivos. Diversos y variados, que diría otro. No me refiero tanto a su manera de filmar, que es bastante convencional, sino a lo que filma, que suelen ser algunos de los temas más escabrosos de lo que se da en llamar "Historia Oficial". En su larga trayectoria se suceden las denuncias de injusticias o el apoyo al débil, al indefenso; siempre con un marcado tono didáctico que para muchos acaba por incordiar más que por su denuncia por la sensación de que Costa-Gavras debe pensar que todo el mundo es imbécil.
AMEN fue su propuesta para recordarnos que nadie está libre de pecado, ni siquiera la iglesia católica. Y, sí, es cierto, se trata de un asunto delicado y lleno de matices, nada menos que el silencio de la iglesia católica ante la barbarie nazi; un silencio que aquí queda reflejado en el intento desesperado de un oficial nazi, químico de profesión, que era encargado de la producción del letal gas Ziklon B, sin sospechar cuál era su verdadero destino hasta que es testigo de la terrible verdad; una verdad que se ve impotente a la hora de denunciar sin que él mismo llegue a correr peligro. Costa-Gavras, autor del guión, introduce entonces el personaje de Mathieu Kassovitz, un joven jesuita que está dispuesto a llegar a donde sea para ayudar al oficial.
Resulta francamente interesante esta curiosa dualidad, que permite un amplio abanico de posibilidades, como los lúgubres retratos de la indiferencia, la conveniencia del silencio o la resignación que mantiene a salvo un a moral bastante dudosa. Sin embargo, AMEN nunca llegará a ser una gran película porque cae víctima de su falta de ensimismamiento y termina siendo un documental dramatizado, donde los buenos nunca abandonan su posición y los malos quedan remarcados por ese fastidioso rotulador fluorescente que, pensábamos, hace tiempo que debería haber dejado de existir; a veces es bueno confiar en la materia gris.
Benditos saludos.

Bend me, shape me

viernes, 20 de noviembre de 2009

Sin desmayo, colina abajo

Es verdad, acaba de estrenarse, con más de veinte años de retraso, MI VECINO TOTORO, así que aquí vamos a hablar de LA PRINCESA MONONOKE... ¿vale?
Mucha gente vio EL VIAJE DE CHIHIRO (fundamentalmente tras un error fatal: comprar el DVD para tener a los niños entretenidos) y tras superar el shock inicial se lanzaron a un FNAC cualquiera. Allí, legiones de treintañeros creían haber dado con el elixir de la eterna juventud; al fin había algo que les transportaba a un ansiado estado de inocencia sin insultar su respetable madurez.
En el trepidante arranque de LA PRINCESA MONONOKE, sin apenas tiempo para situarnos en un terreno concreto, Hayao Miyazaki deja claro que, a menos que pulsemos la tecla de STOP, él manda, y nos encanta. Y nos dejamos llevar por unos apabullantes diseños visuales, pero también por una narración fluida, que no busca la confusión, que es capaz de jugar con un amargo pesimismo al tiempo que nos da una serie de claves para la esperanza. El hecho de que este film (y la mayoría de Miyazaki) transcurra en un mundo fantástico, repleto de seres irreales, no esconde jamás su hermosa vocación humanista; Miyazaki es un maestro porque su discurso va dirigido como un puñetazo al hombre moderno, le dice claramente lo hijo de puta que es, para acabar con un "aún estamos a tiempo". Aquí, las constantes ecológicas (nunca apocalípticas) son más evidentes que nunca, el personaje de la princesa, mezclada unívocamente con la naturaleza salvaje, sirve a Miyazaki para subvertir el típico relato de aventuras y convertirlo en una especie de lamento que se expande a lo largo de dos horas que pasan en un suspiro. Personalmente, no me parece la obra más redonda del fundador de Ghibli, pero sí que es la película perfecta para quien aún no se haya iniciado en el espectacular universo de este artista singular e irrepetible. Vean LA PRINCESA MONONOKE, merece la pena.
Saludos salvajes.

Bog people

jueves, 19 de noviembre de 2009

Elogio

Una elegía, tengo entendido, es la exaltación del recuerdo que se tiene de una persona desaparecida mediante recursos más o menos poéticos. Lo que Isabel Coixet realiza en ELEGY es otra cosa, y quizá equivocó la palabra, eso es todo. La directora catalana elabora un puntilloso y entregado elogio doble. Por una parte, el elogio a un gran actor, Ben Kingsley, al que rara vez le hacen justicia sus personajes; aquí empieza dando un recital de contención, pero acaba sepultado por lo inane de la historia, envilecido bajo líneas de diálogo de telefilm.
Lo otro es peor, la verdad. No puedes decir que lo que haces es muy inteligente si el 75% de los planos, planos directos, embelesados, casi dulzones, van dirigidos (teledirigidos) a elogiar la belleza de Penélope Cruz, una supuesta actriz de la que el primer comentario siempre es: "¡Qué guapa está!", otro elogio.
A partir de ahí, lo menos que Coixet puede hacer es mantener firme el pulso narrativo de una historia que se supone que debe ser el colmo de la tristeza. Kingsley interpreta a un profesor de universidad que suele tirarse a un montón de alumnas (bravo, machote) en plan kleenex, pero un día se enamora perdidamente de una alumna llamada Consuela... (Dios ¿qué nombre se supone que es ése?). Y se supone también que vamos a asistir a un demoledor compendio de personalidades contrapuestas; por un lado, el maduro profesor víctima de una oscura pasión otoñal, incluyendo sonrojantes escenas de celos; por el otro, la aparentemente inocente alumna que se revela como una curiosa devoradora de hombres, porque realmente no lo es. Se supone también que bajo la herrumbre romanticona, el discurso debe ser punzante, agudo y sutil, otro elogio, al individualismo, que en este caso nunca se cumple. Antes de acabar diciendo lo de que nos han dado gato por liebre, deberíamos fijarnos en un síntoma preocupante: la mayoría de los artistas que pretenden desarrollar cierto síndrome "autoral", terminan, al paso de los años, decantándose por un discurso conservador y cansino, con luces y sombras, sí, pero siempre las mismas luces y las mismas sombras. Le ha pasado incluso a Philip Roth.
Saludos de pollito.

Alegrías de Cádiz

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Quien mucho abarca...

No me gustaría caer en el exceso desmantelador ahora que por fin voy a comentar la última película de Alejandro Amenábar, más que nada porque me da la impresión de que ÁGORA ha sido realizada con la mejor de las intenciones y con un verdadero cariño hacia lo que se pretende contar. Lo que se "pretende" contar.
Porque una vez vista, nos damos cuenta automáticamente de que ÁGORA no va a durar mucho en nuestra memoria cinéfila, convertida en un "quiero pero no puedo", o mejor en un "quiero pero no sé cómo". Lo primero que veo como un error es la figura de Hipatia, que deja de ser un personaje con entidad suficiente para llevar el peso de la narración para terminar siendo simplemente una obsesión demasiado evidente de Amenábar. Da la sensación (y aquí más que nunca) de que el director español ha asumido definitivamente su papel de alumno aplicado, de cerebrito aventajado, y nunca realiza un film, independientemente de su índole artística o comercial, sino una mera exposición más o menos fiel de algo que ocurrió en un momento determinado. Este extraño "nuevo academicismo" enfría cualquier atisbo de emoción, nos importa un rábano que Hipatia esté a punto de hacer el descubrimiento de la elipsis; así como el batiburrillo formado por judíos, cristianos y... ¿dónde se ha dejado a los musulmanes? no pasa de ser una (otra) visión políticamente correcta sobre la convivencia utópica de los diferentes credos bajo el manto unificador del conocimiento, la cultura, la filosofía en la que cree Hipatia ¿Que está bien recreada la época y el lugar? Pues sí, para eso había pasta ¿no?, es lo menos que Amenábar podía hacer. El problema de fondo es otro, ni siquiera las interpretaciones, a veces interesantes y otras insustanciales. El problema viene reflejado por la misma esquizofrenia del film por abarcar tanto lo mínimo como lo máximo en esos juegos de cámara que van desde el espacio exterior hasta el polvo del suelo; Amenábar apenas cuenta nada, ni elevado ni arrastrado, y eso es simplemente un lastre demasiado pesado para que ÁGORA pase a la historia del cine... que no lo hará.
Saludos astronómicos.

Minutero avisador

martes, 17 de noviembre de 2009

Lo horrible y lo miserable

EYES WIDE SHUT fue la última genialidad de Stanley Kubrick, quizá el único genio puro que ha dado el séptimo arte. Me encanta esta película, me gusta por encima de 2001, de A CLOCKWORK ORANGE o de THE SHINING; por encima sólo estarían PATHS OF GLORY, SPARTACUS y, por supuesto, BARRY LYNDON. Sin embargo, dejar a EYES WIDE SHUT inmersa en una de estas odiosas calificaciones sería una injusticia por mi parte que no merece un film tan maliciosamente complejo, tan sofisticadamente acusador.
De hecho, la resolución que Kubrick hace de la extrañísima novelita de Schnitzler tiene la cualidad de zarandear al espectador, que casi nunca sabe discernir qué nueva sorpresa se esconde tras el siguiente fotograma. Da igual que Kubrick eligiese a un semiactor como Tom Cruise, francamente no importa, porque lo importante es el discurso. Así como no importa que una (otra) estrella como Nicole Kidman sólo aparezca al principio y muy al final, lo que hay en medio queda como una orgiástica pesadilla, un manual de miserias interiores que ni siquiera necesita de rostros o cuerpos. EYES WIDE SHUT habla de muchas cosas y casi sin contar nada; habla de lo vilmente esclavizadora que es la vida respetable, y para ello coloca al médico interpretado por Cruise, felizmente casado, con una hermosa familia, en el ojo del huracán; Cruise se ve arrastrado a un sitio prohibido, donde experimentará que no deben traspasarse ciertos límites. La frase sería la siguiente: "Éste no es tu sitio. Márchate". Mención aparte merecería la turbadora y polémica escena de la liturgia que deviene orgía; envuelta en la música de Ligeti, levantó más ampollas porque había mujeres desnudas que por escenificar la idea fundamental del film: la diferencia insalvable entre un mundo y otro, el mundo de los que se entregan al hedonismo amoral y el de los que se encuentran atados por las convenciones.
Creo que no demasiada gente captó el oscuro mensaje del maestro neoyorquino, que a lo mejor jugó en demasía con las apariencias y los equívocos, buscando un esfuerzo extra del espectador, algo que el cine actual no suele demandar, dándolo todo hecho de antemano. Gran cine, en cualquier caso; un cine insólito, rabiosamente original y hermosamente desestabilizador.
Saludos cerrados de par en par.

Pío pío

lunes, 16 de noviembre de 2009

Misma hora, mismo lugar

Información importante: filmografía de Renny Harlin: INFIERNO EN EL ÁRTICO, PESADILLA EN ELM STREET 4, LA JUNGLA DE CRISTAL 2, LAS AVENTURAS DE FORD FAIRLANE, MÁXIMO RIESGO, LA ISLA DE LAS CABEZAS CORTADAS, MEMORIA LETAL, DEEP BLUE SEA, DRIVEN, CAZADORES DE MENTES, EL EXORCISTA: EL COMIENZO, LA ALIANZA DEL MAL y la última, 12 TRAMPAS. Antes de ésta, Renny Harlin hizo CLEANER, y si atienden a la lista me gustaría que me dijeran un título que sobre, o que me confirmen si Harlin podía haberse ahorrado la que hoy voy a comentar. Porque, no nos engañemos a estas alturas: Renny Harlin es un director descaradamente de encargo, una especie de buen y obediente empleado que es capaz, año tras año, de estabilizar cuotas de mercado para un sello (Sony en este caso). Si comparásemos CLEANER con la mayoría de subproductos comerciales, ésta saldría ganando por goleada; porque CLEANER está bien interpretada, bien dirigida y bien resuelta; todo demasiado bien hecho, sospechosamente bien. El film comienza con un esperanzador arranque, donde L. Jackson interpreta a un ex policía que ahora se dedica a despejar y limpiar escrupulosamente escenas de crímenes; y lo hace tan perfectamente que es víctima de un enrevesado (e ininteligible, la verdad) complot, en el que es utilizado para hacer desaparecer cualquier evidencia, sin saberlo, de un crimen. Luego, Jackson, en un alarde de dirección (por no decir "por la puta cara"), pasa en un santiamén de ser un cincuentón que teme por la seguridad de su hija en a un remedo negro del Bruce Willis de LA JUNGLA... Podría ponerme aquí a enumerar cada vez que Harlin, demostrando una incapacidad asombrosa, opta por lo equivocado, destrozando increíblemente una película que daba para mucho más; ésa es la razón principal por la que he creído oportuno poner la lista al principio, para no olvidarnos de quién estamos hablando.
Saludos limpicos.

Type

domingo, 15 de noviembre de 2009

Game over

Y me dije: ya va siendo hora de que me deje de tonterías; hablemos de una obra maestra.
SHADOW OF A DOUBT es el suspense según Alfred Hitchcock, una vorágine de sucesos encaminada a demostrar que el horror convive con nosotros en el sitio menos esperado. Y si Hitchcock es un maestro lo es porque no le importa prescindir de buenas a primeras del elemento sorpresa y mostrar sus cartas; pasamos entonces de la confortable intriga a un estupor incómodo.
Y es que estamos hablando de un relato sobre la suciedad moral y la falta de escrúpulos a la hora de conseguir un fin. En este caso, Joseph Cotten interpreta a un apuesto y resuelto hombre que llega a casa de su hermana con un currículum repleto de incógnitas; se establece entonces un extraño y turbio vínculo entre él y su joven sobrina, toda candidez y sueños de futuro. Cotten es el aquí y ahora, la bofetada que la pone en su sitio y que queda perfectamente reflejada en la magistral escena del bar, en la que el tío se confiesa y revela ante la niña, que pasa en un suspiro a ser mujer, ya sin dudas pero con la sombra de la amenaza sobre ella.
El guión que escribió Thornton Wilder es un prodigio de cómo se pueden manipular tanto los estados de ánimo de los personajes en un espacio mínimo, como lo sugerido termina siendo más terrorífico que lo mostrado abiertamente. Para la historia quedaran también los macabros encuentros entre los dos vecinos, fantaseando constantemente con los asesinatos y sus posibilidades virtuales; o el inquietante retrato de la pequeña comunidad, perfectamente organizada y en la que la joven se siente segura aunque acabe revelándose como una tela de araña de la que es imposible escapar. SHADOW OF A DOUBT es uno de esos clásicos que permanecen en la memoria después de ser vista la primera vez y que deja un mal cuerpo tremendo, pero ante todo supone una ácida visión sobre la corrupción de la inocencia y el placer que dicha corrupción puede llegar a producir.
Saludos dudosos.

Parce mihi domine

sábado, 14 de noviembre de 2009

En busca de la especia perdida

Puede que sea DUNE uno de los títulos de los que más se ha discutido en la red, creando toda una mitología a su alrededor que la ha favorecido en la misma medida que la ha podido perjudicar. Personalmente, DUNE estaría en un confortable lugar templadito dentro de la convulsa y contradictoria filmografía de David Lynch, actualmente el único director que es independiente y mainstream al mismo tiempo.
Me gusta DUNE, ahora como un perverso divertimento; hace veinte años, cuando la descubrí en plena euforia cinéfila adolescente, como un oscuro (y necesario) contrapunto al sci-fi para toda la familia de Lucas o Spielberg. Lynch tuvo que comprimir en un largometraje el vasto e intrincado laberinto de la megasaga ideada por Frank Herbert en plena eclosión lisérgica de los sesenta; una especie de compendio sociológico-político-libertario-revolucionario que nunca fue atacado por la censura precisamente porque su autor situó la acción muy lejos en el tiempo y en el espacio, cuando DUNE no es otra cosa sino un duro rapapolvo al capitalismo salvaje y sus devastadoras consecuencias ecológicas. He leído gran parte de los libros de Herbert y debo admitir una cosa: donde en aquéllos se impone la inteligencia y el sarcasmo, en el film de Lynch lo imperante es la subversión, el tono grotesco y la constante lucha entre el supuesto mesianismo de Paul Atreides o la posible e irreversible caída a un lado muy oscuro. Herbert nos hablaba de una especia capaz de expandir la consciencia infinitamente, y aparte de lo que usted y yo pensamos, lo cierto es que prefiero ver esto como una excusa que poddría ser cualquier cosa, ahora petróleo, café, e incluso agua, un agua inexistente en el planeta Dune; porque hablamos del cáncer de cualquier planeta: la explotación indebida de sus recursos. Luego, Lynch despliega su particular poder imaginativo y lo inunda todo de personajes deformes y esa oscura lujuria masoquista, más acorde con BLUE VELVET que con una saga espacial; pero reconozcámoslo: en otras manos, manos más convencionales, DUNE hace tiempo que se habría perdido en un viejo catálogo de VHS; en cambio, veinticinco años después nos encontramos ante una obra genuinamente "de culto". Algún día definiremos este concepto y lo pondremos, entre todos, al día.
Saludos arenosos.

Dune buggy

viernes, 13 de noviembre de 2009

Lo subterráneo

El otro día me acordé (y ya fue un logro) de una película que vi hace siete años en una de las muchas salas en las que entro solo y salgo solo (algún día habrá francotiradores apostados frente a los cines y colgarán nuestras cabezas frente a alguna chimenea...). Una curiosa película, en todo caso; una historia sólida, interesante, con dosis de intriga, denuncia, política y unas interpretaciones convincentes ¿Qué raro fenómeno hace entonces que este tipo de cine languidezca rápidamente y acabe en el rincón menos transitado de los videoclubs, allí donde nunca está Michael Bay, pero tampoco Jean Luc Godard? Un destino triste, en cualquier caso, que no está correspondido con un film que evoluciona desde el suspense casi terrorífico, muy cercano a THE OTHER, por ejemplo, hasta convertirse en un descorazonador y sensible grito contra todos los crímenes que quedan impunes, subterráneos bajo un tejido de hipocresía y miedo a alzar la voz.
IO NON HO PAURA es la historia de un niño que crece en medio de este árido entorno junto a su madre (Aitana Sánchez Gijón ¡por fin actuando!), que intenta protegerlo cuando es consciente del terrible secreto que su hijo acaba de descubrir.
"No tengo miedo" reza el título, y no es poco acertado, y por varios motivos; primero por la valentía de quien se atreve a hablar claro donde todos callan, y luego por la lección de resistencia que da ese otro niño al que han arrebatado no sólo la niñez, sino la humanidad misma.
IO NON HO PAURA no es ninguna obra maestra, ni lo pretende, es un film humilde que trata de narrar una serie de hechos con dignidad y oficio; probablemente fallida en la construcción de algunos personajes demasiado "poco rurales" y en una parte final que no logra remontar al magnífico inicio. Un poco más de brutalidad, de animalidad (y me acuerdo ahora de GOMORRA), la habría elevado sensiblemente. En todo caso, cine a descubrir.
Saludos temerarios.

There goes the fear

jueves, 12 de noviembre de 2009

Elegir un camino siempre es lo más difícil

Tras la puesta de largo que supuso AMERICAN BEAUTY, el televisivo Sam Mendes tenía una complicada disyuntiva: aprovechar su privilegiada posición en Hollywood o dar una nueva vuelta de tuerca a su poderoso discurso. Por supuesto no tengo ni idea de qué se le pasó por la cabeza, pero Mendes apostó fuerte y le salió cara. ROAD TO PERDITION es, hasta el momento, su mejor trabajo y muy por encima del resto. Y la disyuntiva a la que aludía anteriormente queda aún más despejada con su siguiente film, JARHEAD, en la que Mendes se pierde en su particular tira y afloja... pero vamos a lo que vamos.
ROAD TO PERDITION es una lección de cine clásico conjugado desde el comienzo del nuevo milenio; Mendes nos introduce en un mundo que creíamos conocer precisamente por medio de películas como MANHATTAN MELODRAMA o WHITE HEAT, al mismo tiempo que marca su nueva línea, más cercana a MILLER'S CROSSING que a la reciente PUBLIC ENEMIES. Esta línea la hace única en su género, y es una línea de sombra, porque ROAD TO PERDITION es un film oscuro y pesimista; imbuido de tragedia griega y la fatalidad del mejor western, es la figura del padre la que domina la narración. El padre es Tom Hanks, despojado por completo de sus tics, que intenta desesperadamente huir de su propio e inevitable destino, al tiempo que aleja a su hijo del camino que él ha seguido previamente. Pero el padre es también un soberbio Paul Newman, el gran gángster en su ocaso, figura casi mítica que sobrevuela constantemente el destino de Hanks y su hijo. Y como en toda buena tragedia, tampoco falta el ángel de la muerte, un mortífero y viscoso Jude Law, que completa un trío de interpretaciones a la altura de un film que se sale del mero entretenimiento (algo que no logra Mann) y deja el listón a una altura que aún sigue sin alcanzarse.
Saludos en camino.

Bandits

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Retrato del artista atormentado

La vida y obra de diversos artistas, y más concretamente pintores, ha sido el motivo principal para la realización de multitud de películas. Se me ocurren ahora nombres como Van Gogh, Lautrec, Pollock, Modigliani; sin omitir a nuestros Velázquez, Goya, Picasso, Dalí o Antonio López. De esta ingente cantidad de films, los ha habido con mayor fortuna, pasando por los correctitos biopics y desembocando en sonrojantes tonterías que sólo podían haberse hecho con el artista en cuestión ya muerto. Lo cierto es que pocas propuestas de este tipo han intentado ir un paso más allá y fundir la visión cinematográfica con la pictórica; y en este sentido, me gustaría recordar un arriesgado y singular film que cuenta ya con más de una década. Se trata de LOVE IS THE DEVIL. STUDY FOR A PORTRAIT OF FRANCIS BACON. Para la gente que haya indagado en la terrible vida del pintor irlandés, no será difícil establecer un primer esbozo en el que la oscuridad, la religión, el sufrimiento y la deformidad, tienen preponderancia en su discutida obra. El británico John Maybury muestra a Bacon como una imagen más, encerrado en su propio discurso artístico; y se agradece el temple con el que se aborda su homosexualidad, sin caer en el exhibicionismo al que tan acostumbrados estamos, así como su condición de alcohólico irreductible.
Es LOVE IS THE DEVIL... una película realmente áspera, sin demasiadas concesiones, ni siquiera al lucimiento de Derek Jacobi, un excelente actor que es capaz de mimetizar todo el infierno interior de Bacon y devolverlo en algunas escenas que ponen los pelos de punta; sin desmerecer el trabajo de Daniel Craig, antes de caer víctima del mainstream, como el amante del pintor, incapaz de entenderle y componiendo una aterradora correspondencia sadomasoquista. A veces excesiva, a veces delirante, a veces incomprensible...; lo cierto es que se trata de un cine arriesgado, que no elude el fondo de las miserias de un artista irrepetible y que deja un poso de honestidad del que gusta al cinéfilo.
Saludos en aguafuerte.

Take a picture

martes, 10 de noviembre de 2009

El problema de las licencias

Me van a permitir que hoy vaya ligeramente contra mi propio estilo (si es que existe tal cosa) y construya una opinión en base comparativa, pero me parece totalmente necesario si queremos entender un artefacto tan extraño como YOU DON'T MESS WITH THE ZOHAN.
A ver, ¿recuerdan a aquel apocado reporterillo, con tupé de pueblerino, camisa de pueblerino y cara de pueblerino que salía en THE HOWLING, la mítica cinta sobre licantropía que dirigió Joe Dante? Bueno, uno no podría imaginar a este sujeto dirigiendo este embolado esquizoide que a veces recuerda a AIRPLANE! tanto como a ARTHUR o, más recientemente, a la nueva comedia ideada por Judd Apatow, algo que no debería sorprendernos si tenemos en cuenta que éste es el responsable del guión junto a Robert Smigel y el propio Adam Sandler, verdadero motor de este desquiciado proyecto. Sandler, sin ocultar demasiado la influencia de Ben Stiller (TROPIC THUNDER en menor medida y, evidentemente, ZOOLANDER), pone a funcionar la batidora y empieza a mezclar cualquier cosa que caiga por allí. Y es que Zohan es nada menos que un superagente israelí, experto en neutralizar al enemigo palestino y que es idolatrado allá donde aparece; tras un un enfrentamiento con "El fantasma", su archienemigo (no se pierdan la caracterización de Turturro), Zohan aprovecha para pasar por muerto y huir inesperadamente a Estados Unidos, donde podrá hacer realidad su verdadero sueño: ¡ser peluquero!... Las andanzas de este hiperactivo sexual, de cargante ingenuidad y estrafalaria indumentaria, sólo pueden ser aceptadas (y aceptables) mediante una insensata entrega por parte del espectador, porque intentar un mínimo de seriedad es imposible en algo como ...ZOHAN. Si lo disfrutas lo pasarás pipa; si empiezas a preguntarte qué coño sigues haciendo delante de la pantalla, entonces es mejor que te replantees la relación existente entre tu edad física y la mental... Vamos, sólo para los muy iniciados...
Saludos con bigudíes...

Devil's haircut

lunes, 9 de noviembre de 2009

Hall of fame

THE DEPARTED quedará por mucho tiempo en el subconsciente cinéfilo por muy diversos motivos. El primero y más importante, porque supuso el primer reconocimiento de la Academia a uno de los pocos directores vivos a los que se puede tachar de legendario. Luego está la reconciliación de Scorsese con el género que mejor ha sabido conjugar en pantalla, después de demasiados titubeos e incursiones en terrenos algo resbaladizos (KUNDUN, BRINGING OUT THE DEAD, THE AVIATOR). Pero hay una razón de peso para considerar THE DEPARTED una de las tres o cuatro mejores películas del maestro neoyorquino; y es que importa menos el porqué que el cómo, y el espectador sabe que no hay letra pequeña en este Scorsese, que el mazazo está asegurado y que le esperan dos horas y media de puntos de fuga. Allí donde otros directores sólo ven un aterrorizador vacío, Scorsese despliega su talento y coge de la mano a "sus" actores, que aquí están espléndidos. No hacía falta invocar de nuevo el espíritu de deNiro, porque estaba claro que Jack Nicholson hacía años que esperaba por una oportunidad como ésta; y él es el verdadero motor y espíritu de esta compleja trama de engaños y traiciones; cuando Nicholson aparece en pantalla a uno le importa un carajo el valorable esfuerzo de di Caprio o Damon por "infiltrarse" en el universo de Scorsese, Nicholson simplemente parece que siempre estuvo allí. Y uno también se pregunta qué podía haber dado de sí este actor en otros trabajos de Scorsese. Puede que esté haciendo demasiado hincapié en una sola pieza de este grandioso puzzle, sin embargo, desvelar su trama no sería del todo justo, tratándose THE DEPARTED de un film constantemente encubierto y que juega perfectamente con las apariencias; una especie de DONNIE BRASCO magnificada e impúdica, una epopeya de nuestro tiempo sin héroes a tiempo parcial.
Sigue siendo imprescindible.
Saludos de incógnito.

You know my steez

jueves, 5 de noviembre de 2009

Trampantojos

THE GAME fue el esperadísimo trabajo de David Fincher tras su aplaudida SEVEN, un film controvertido y audaz que nunca renuncia a su condición de "género" y que pulsa con convicción algunas claves que luego serían perfectamente reconocibles en su cine. Personalmente, prefiero THE GAME a, por ejemplo su sucesora, THE FIGHT CLUB; principalmente por el gusto clásico de la primera frente al despiporre juvenílico de la segunda, de la que nunca he llegado a enterarme exactamente de qué leches iba... Bueno, hablando de ésta, diré que tiene un impactante arranque, que continúa manteniendo la emoción de lo inverosímil, que consigue dotar de veracidad un conjunto que juguetea constantemente con el desastre y que quizá debía haberse jugado el último as en un final que promete mucho más de lo que da, un final más apto para todos los públicos que el de SEVEN, obra maestra de lo macabro. En THE GAME se conjugan las obsesiones de Fincher en una carrera contrarreloj que lleva a Michael Douglas desde lo más alto (es un millonario sin escrúpulos ni emociones) a suplicar por mantener la cordura. Todo ello tras un ingenioso juego de muñecas rusas, desatado y sin aparente control por el curioso regalo con el que su hermano (Sean Penn como un arruinado crápula) le obsequia en su cumpleaños ("¿Qué se le puede regalar a un hombre que lo tiene todo?"). Una especie de "factoría de emociones fuertes" que precisamente tiene su punto más flaco en la reticencia de Fincher en ir un poco más allá y no resolverlo todo de la forma tan convencional que finalmente es utilizada. Desde luego, los entretenimientos han encontrado en David Fincher a su mejor valedor y estilista; mientras esperamos sus próximos proyectos, que no son pocos, no está de más ir recorriendo su excitante filmografía.
Saludos en juego.

The whale has swallowed me

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Comecocos

La inmensa cantidad de filias sexuales que se ven reflejadas en la red van, poco a poco, encontrando acomodo en diversos ámbitos y sirviendo asimismo de "inspiración" para algunas obras actuales. Podríamos llamarlo "cine parafílico", aunque lo jocoso de las propuestas suele desembocar en meras catástrofes sin peso específico alguno (les ruego que eviten el chiste fácil).
FEED es una curiosa cinta dirigida por el inefable Brett Leonard, un tipo audaz dentro de su propia ineptitud y que, si hacen un poco de memoria, fue el perpetrador de aquellas dos cosas que "miraban al futuro del cine", como eran THE LAWNMOWER MAN y VIRTUOSITY. Distanciándose bastante de sendos desastres, FEED propone un interesante juego al estilo de SEVEN, por ejemplo; no importa que sepamos quién es el malo, porque nos son prometidas una cantidad ingente de giros narrativos que nos van a dejar con la boca abierta. Una lástima, porque todo queda en una pequeñez perfectamente olvidable, pese a que esta historia con feeders y gainers podía haber dado más de sí en manos de un director más hábil. Hablamos de gente que se sienta frente a un ordenador para observar su fantasía sexual: ver cómo un tipo ceba a una mujer, cual gorrino, mostrando puntualmente los espectaculares aumentos de peso. En este caso, la señora en cuestión llega a alcanzar unos 240 kilos a base de ingerir grasas puras por un embudo (el origen de las grasas me lo ahorro). La supuesta trama es introducida cuando un policía australiano es enviado a Norteamérica para investigar la posible relación entre tan casposa afición y diversas desapariciones de mujeres. Todo demasiado convencional para pretender que se cuenta algo extraordinario, lo que termina por provocar más hilaridad que susto, la verdad; tan sólo salvaría algunas espectaculares escenas como la arriba mostrada y la sensación de que se podía haber hecho más, aunque estoy seguro de que debe tener su público... porque hasta lo más bizarro tiene su público...
Saludos con michelines.

John the Revelator

martes, 3 de noviembre de 2009

... y ahora como entonces

Hoy había que elegir una... ¡y qué difícil ha sido! Elegir ¿cuál?, porque don José Luis López Vázquez hizo de todo: malo, menos malo, regular, aceptable, muy bueno, buenísimo y magistral. Y me he preguntado muchas veces (y con muchos actores) qué podría haber pasado con López Vázquez de no haber tenido esa infinidad de trabajos meramente alimenticios; una respuesta me viene incesantemente: éste, como tantos otros, dio infinitamente más talento a producciones mediocres, cine pírrico y enclenque de aquella época, de lo que en justicia este monstruo de la interpretación debió recibir.
Esto es relativamente triste, pero López Vázquez, entre sus más de doscientos trabajos, nos dejó algunas obras maestras de nuestro cine; y uno de esos títulos fue la incursión, de la mano también del gran Rafael Azcona, del italiano Marco Ferreri en una serie de films de ácida catadura y valiente crítica a un sistema cerrado en sí mismo, a una sociedad aquejada de una imposible apoplejía moral. Y no crean que han cambiado mucho las cosas, no; cincuenta años justos contemplan a este cuento terrible, de sonrisa congelada, que fue, es y será siempre EL PISITO; las mismas miserias entonces que las padecidas ahora por tantísima gente, incapaz siquiera de un proyecto de vida modesto, rodeados por la especulación y la avaricia, alimentando (sirviendo de carnaza más bien) a un monstruo insaciable que se disfraza de progreso y bienestar ¿Puede concebirse mayor horror?
EL PISITO cuenta la triste historia de Rodolfo y Petrita, que llevan doce años de novios, como debe ser, pero les resulta imposible encontrar un piso de esos modernos para irse a vivir. La solución ideada por Azcona es de una amargura y mordacidad que lacera al más pintado: Rodolfo no tiene más remedio que casarse con su anciana casera, que le tiene ¡realquilado!, con el fin de esperar la supuesta muerte de la misma y heredar el alquiler del inmueble. Retorcido y simple al mismo tiempo; una negrísima crónica de una España, la de entonces, que parece seguir regida por los mismos miserables procedimientos.
A todo esto, el trabajo desplegado por José Luis López Vázquez no sólo es de los que debía marcar una época, sino que sirvió como carta de honores de, insisto y no me cansaré de repetirlo, uno de los actores más grandes de la historia del cine de todos los tiempos y todos los lugares.
Saludos hipotecados.

Adieu mon coeur

domingo, 1 de noviembre de 2009

Claves de género

El cine de género es un misterio, un misterio mucho más intrincado que la mayoría de obras de índole vanguardista que suelen traer de cabeza al cinéfilo medio. Y el cine de género, ese potro indomable que sólo pertenece a unos cuantos alquimistas de la imagen, ha dado un puñado de obras maestras, perdidas en un océano de basura de consumo rápido y olvido supersónico.
Uno de los grandes maestros del cine de género es John Frankenheimer, y una de sus obras maestras es THE TRAIN.
El aegumento de THE TRAIN no puede ser más simple, su ejecución sigue siendo un ejemplo de vigor y rigurosidad para cualquiera que se atreva a rodar algo semejante. En los últimos coletazos de la segunda guerra mundial, una facción nazi de la Francia ocupada pretende enviar a Alemania un tren cargado de valiosísimos cuadros; para ello, un oficial (estremecedor Paul Scofield) obliga al encargado de la estación (magnífico Burt Lancaster) que comande lo que comienza siendo una ruta suicida y termina como un imposible. Se conjugan aquí diversos elementos que enriquecen al film de manera notable. Por un lado está el oficial nazi, un enamorado del arte, capaz de sacrificar cuantas vidas humanas sean necesarias para salvar los cuadros. Por otro lado, Burt Lancaster, un antihéroe que asiste a la muerte de sus compañeros y que se pregunta cuántas vidas deben desaparecer para salvar un puñado de cuadros. Tras este tremendo dilema, la película se revela en todo su esplendor con escenas inolvidables, como el espectacular bombardeo de la estación (el bombardeo mejor filmado que he visto en una pantalla), el desvío del tren, por parte de la resistencia, mediante el cambio de carteles (lo que es no tener GPS...) o una escena final que no voy a desvelar aquí, pero que supongo que sabrán apreciar los que, como yo, disfrutaron de una gran película; una película de género y una lección de cine.
Saludos al tren.

El cha-ca-chá del tren

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!