domingo, 31 de enero de 2010

Al borde

Hoy, no sé si tarde o a tiempo, este blog rinde merecido homenaje a una de esas actrices que forjaron la idea del Hollywood clásico, el que muchos piensan (inclúyanme, por favor) que no volverá jamás. Y es que podremos ver refritos, pastiches, recreaciones, homenajes visuales o llámenlo como quieran, pero no se puede clonar a Jean Simmons... Entérate, Cameron...
Hablar de Jean Simmons sería dar un soberano repaso a ese Hollywood a través de algunas de sus mejores películas... y probablemente nos quedaríamos cortos. Me es imposible quedarme con un solo título suyo, una sola interpretación; amo a Jean Simmons y a esa extraña mezcla de dulzura y fiereza, como si Audrey Hepburn, Joan Crawford y Lauren Bacall se hubiesen fusionado en la actriz total, capaz de bailar con Brando, de apiadarse de Douglas o de machacar nada menos que a Mitchum. No, no hay nada parecido ahora mismo, ni de lejos.
Bueno, y me he acordado de ANGEL FACE porque me encanta la película de Otto Preminger, tan transgresor, tan poco acomodaticio, tan diabólicamente inteligente que zarandea al espectador a su antojo durante su tortuoso metraje; porque tortuosa es la historia de Robert Mitchum, que borda un personaje que en otras manos no podría ser otra cosa que ridículo, un enfermero que acude a una llamada de supuesto intento de suicidio en una mansión y cae de cabeza en las maquinaciones de ese "ángel" interpretado por la Simmons. El film es un prodigio de concisión y dominio de las temperaturas cinematográficas, un conjunto perfectamente engarzado por el maestro Preminger hasta un final simplemente asombroso, inesperado y muy adelantado, por polémico, a su tiempo. Una joya imprescindible del cine negro más atípico.
Sirva esta reseña como pequeño recordatorio a una actriz inolvidable, una de las grandes.
Saludos angelicales.

The bones of you

sábado, 30 de enero de 2010

Destino de perro

Antes de nada, me gustaría aclarar que esta reseña está hoy aquí gracias al amigo Inzitan, ya que por su culpa pude salir de la inexplicable inopia que me había mantenido al margen de un film que, desde que tuve noticias de que iba a rodarse, esperaba impaciente. Ya sé que suena raro, pero estas cosas pasan a veces.
DISGRACE es una de las mejores novelas que he tenido oportunidad de leer en mi vida; sentimiento éste que puedo hacer extensivo a más de una persona que llegaron a J.M. Coetzee gracias a ella. Quedaba, por tanto, saber si al premio Nobel sudafricano se le podía hacer justicia en pantalla. La respuesta es: "Pse pse"... Y es que todo en DISGRACE (la película) es pretendidamente onomatopéyico. Lo primero que choca es el insalvable abismo abierto entre la primera parte y el resto. La primera parte muestra al profesor David Lurie (uno de los personajes mejor dibujados de la última literatura del siglo XX, asombrosamente interpretado por John Malkovich, que lo hace suyo por completo) en todo su esplendor, cínico y refinado, "felizmente" expulsado de la universidad donde imparte clases de literatura tras su desatinado affaire con una alumna. En la novela, Coetzee remarca este inicio como fundamental para entender la siguiente deriva; en la película no es más que una anécdota que unos minutos más tarde resulta totalmente irrelevante. Lurie, despojado y libre, viaja hasta la granja de su hija, a la que ha abandonado su novia, para pasar un tiempo y, de paso, recuperar el perdido. Entonces se produce el decisivo y angustioso incidente que ha de cambiar la vida de los personajes, el problema es que Steve Jacobs, director de corto recorrido, parece obviar esto y despoja de toda sustancia lo que es el clímax absoluto de la historia. A partir de ahí, es muy complicado que empaticemos con el complejísimo juego moral propuesto por Coetzee y su correspondiente desmantelamiento formal por parte de Jacobs; y todo hasta llegar a una parte final absolutamente insufrible, vacía de fondo y forma, que da una idea de cómo se puede destruir una obra maestra si previamente no se ha conectado con su auténtica razón de ser, esto es: la inmersión de la razón en la brutalidad, la pérdida progresiva de la dignidad, la liberación (la única posible) a través de la humillación. Y aun así, DISGRACE no es en absoluto una mala película; y es que la incontestable potencia narrativa del texto de Coetzee es capaz de salvar hasta al director más torpe.
Saludos desgraciados.

If you leave it alone

viernes, 29 de enero de 2010

Un hombre llamado Paco "el bajo"

Hay muy poco que yo pueda decir aquí acerca de LOS SANTOS INOCENTES. La estratosférica calidad cinematográfica desplegada, hace ya veinticinco años, por Mario Camus, entonces el cineasta más en forma del convulso panorama nacional, no queda sólo ahí sino que logra el milagro, el gran milagro, aunque sólo fugazmente: Camus marca (supongo que involuntariamente) una especie de camino a seguir, un cierto "índice" estético, morfológico y depositario, mediante el cual poder hacer visible un utópico cine español, eso que tanto anhelábamos algunos y ya hemos dado por imposible.
Pero hablemos de la película. LOS SANTOS INOCENTES es la "Weisse band" española a la inversa; es decir, en vez de adelantarse a los acontecimientos con la callada furia de Haneke, Camus retrata impecablemente la degradación moral de un extracto social (los campesinos) sometidos casi eternamente por el despotismo del ganador (el señorito) del conflicto, del beneficiario de su devastación. Todo ello en un lugar mítico (el cortijo) fuera del tiempo y el espacio, cuyas calamidades y humillaciones podemos situar sin dificultad tanto en mitad del siglo XX como en cualquier siglo anterior, pues "la miseria se come los ojos de los pobres para que no vean lo que tienen delante". Mención aparte merece la estremecedora, minuciosa, delicada, inusual ahora mismo, construcción de personajes, algo muy presente en la magistral novela corta de Miguel Delibes. Desde el despiadado señorito, interpretado por el gran Juan Diego, hasta Alfredo Landa sublime, de oscar, de Goya, de lo que ustedes quieran, como Paco "el bajo", una persona degradada hasta perder sus últimos retazos de humanidad (literalmente); está Terele Pávez, una de las mejores actrices de final de siglo, como Régula, la abnegada esposa; y está otro monstruo inabarcable de la pantalla, don Francisco Rabal dando una lección soberana de interpretación, porque su Azarías es una de las cumbres del cine de todos los tiempos. Que no lo digo yo, que no se olviden ustedes de que a Rabal y Landa les premiaron en Cannes y que son muchos los cineastas extranjeros que han reivindicado la película de Camus, dato éste que debería hacernos reflexionar sobre cuál es el punto exacto en el que nos encontramos ahora mismo, justo cuando el cine, tal y como lo conocíamos, parece estar a punto de desaparecer y dar paso a otra cosa, algo con gafas...
Y si no la han visto, entonces no tienen perdón de dios...
Saludos de "la milana"...

Wearisome

jueves, 28 de enero de 2010

Lynch poseído

Sí, porque sólo recuerdo haber tenido experiencias similares, e incluyo palabras como plenitud, gozo, satisfacción o fascinación, menos de diez veces. Y por similar me refiero a la plena convicción de que lo que te espera al entrar a la sala de cine no te va a defraudar y las expectativas no sólo son colmadas sino rebasadas por mucho, por muchísimo.
La pregunta siempre es la misma, o al menos yo siempre me hago la misma pregunta: Si David Lynch es capaz de filmar la mejor película de la década de los ochenta (BLUE VELVET), la mejor película de los noventa (THE STRAIGHT STORY) y cambiar el curso de la televisión de un plumazo (TWIN PEAKS)... ¿Qué coño le ha pasado al de Montana? Lo siento, pero una cosa es hacer un cine difícil y otra hacer un cine irritante; ya no puedo con Lynch, porque Lynch, para mí y a menos que sea capaz de su enésimo reciclaje, murió filmando una obra maestra absoluta llamada THE STRAIGHT STORY.
Comenzamos con un impecable plano aproximativo de una casa que nos remite inexorablemente al plano inicial de BLUE VELVET, incluso tememos que Richard Farnsworth sufra un ataque inminente; y puede que Lynch quisiera bifurcar juguetonamente BLUE VELVET desde su arranque y derivarla hacia el opuesto, hacia el lado luminoso de la vida, que también existe. Farnsworth (injusto que no ganase el oscar, por mucho Spacey que hubiese) vive con su hija (¡Maravillosa maravillosa maravillosa Sissy Spacek!) y, consciente de que le queda muy poca vida, decide, y la decisión entraña un impresionante dilema filosófico, visitar a su hermano tras enterarse de la delicada salud de éste; el viaje ha de llevarle desde Iowa hasta Wisconsin, una distancia considerable si tenemos en cuenta que Alvin Straight, contraviniendo cualquier razonamiento práctico, lo hará a 10 km. por hora, en su cortadora de césped. Se inicia así una de las road movies más extrañas, emotivas y fascinantes de todos los tiempos, una historia que sólo está al alcance de alguien poseído por el espíritu de John Ford, un canto a la vida, a los hombres y a la determinación que ha de llevarles a superar cualquier obstáculo. No hay rastro aquí de oscuridad o corrupción moral, Lynch vio la luz hace once años y, de paso, nos iluminó inexplicablemente antes de iniciar su declive. Más que una película, una lección de cine.
Saludos obstinados.

Viaje por países pequeños

miércoles, 27 de enero de 2010

Quien no conoce su historia está condenado a repetirla

Por una vez, me gustaría hablar de un caso a mi parecer curiosísimo, una película que me encanta y no precisamente por sus valores cinematográficos; si a esto le añadimos que se trata de una película española y que su director y protagonista es Carlos Iglesias, del que huelga recordar toda trayectoria anterior, entonces podríamos acordar que UN FRANCO, 14 PESETAS es más un milagro que otra cosa.
Y es que si buscamos un precedente claro acerca de cómo el cine español se ha acercado al muy espinoso asunto de la emigración surgida a partir de los años cuarenta a aquellos países que, inteligentemente, aprovecharon la mano de obra barata para reconstruirse tras el desastre de la segunda guerra mundial, si no recuerdo mal (échenme una mano), tendríamos que irnos a aquella casposa VENTE A ALEMANIA, PEPE... lo que puede ser cualquier cosa menos tranquilizador, la verdad.
Iglesias no sabe hacer cine, y lo siento mucho, pero la película no es más que un estilizado refrito de la comedia costumbrista europea; hasta ahí lo malo, porque resulta que, en contra de lo que se suele hacer en este país, UN FRANCO, 14 PESETAS tiene una base sólida y coherente, la que deviene de los recuerdos del propio Iglesias, que vivió en primera persona el asunto de la emigración, en este caso a la tranquila Suiza. No busquemos aquí una ácida y demoledora crítica a la hipocresía imperante en este tipo de situaciones, la misma que aflora por doquier en nuestra actualizada y democrática España del siglo XXI, algo que zahiere profundamente al ver una propuesta como ésta, que sin alzar mucho la voz es capaz de algo que tiene mucho mérito: que los que alberguen algún sentimiento de culpa bajen disimuladamente la mirada. Sólo por eso, Carlos Iglesias le da mil vueltas a, por ejemplo, el desastre de Roberto Benigni.
Saludos al cambio.

Echocord

martes, 26 de enero de 2010

Un beso con sabor a tripas

Si hay un director al que se le pueda imponer la dudosa etiqueta de "todoterreno", sería, sin duda, Paul Verhoeven; un director de errabunda carrera, con sonoros fracasos cercanos a la más feroz debacle (SHOWGIRLS, HOLLOW MAN); soberbias, legítimas y personalísimas reconstrucciones de los gastados teoremas "de género" (ROBOCOP, STARSHIP TROOPERS); incontestables taquillazos (TOTAL RECALL, BASIC INSTINCT) y hasta experimentos más que cercanos a la nouvelle vague más inflamada (TURKS FRUIT, KEETJIE TIPPEL). Una trayectoria tan ecléctica como inconformista, culminado con su controvertido paso por los estudios norteamericanos y revitalizado con su reciente vuelta a su país de origen, donde anda empeñado en demostrar que el "Gran Cine Europeo" es posible. Y la prueba más patente de esto fue, hace cuatro años, ZWARTBOEK; una magnífica película bélica que es capaz de subvertir las claves del género al mismo tiempo que nos devuelve a un Verhoeven en plena forma, despojado de algunas medias tintas de antaño y convertido en grandísimo director de actores, además de un inigualable retratista de épocas pretéritas, quizá sólo igualado en Europa por Polanski. ZWARTBOEK comienza algo timorata, deseosa de no dejar cabos sueltos para lo que ha de venir después; porque lo que parece sólo un fiel retrato de la enésima andanza contra-nazi, termina por revelarse como un atroz cuento de terror, al tiempo que nos muestra de manera clara la diametral conversión de la joven infiltrada, connivente con el régimen, en expresionista testigo del horror y, finalmente, en involuntaria Juana de Arco. Un estupendo trabajo interpretativo de Carice van Houten, que es capaz de llenar casi por sí sola esta película valiente e inconformista, quizá el reverso lúdico de Haneke o una digna lección de humildad al último Tarantino.
Saludos en negro.

Con mujeres

lunes, 25 de enero de 2010

Más vidas que un gato

NINE LIVES fue (se estrenó hace cinco años) uno de esos films extrañamente perdidos en el tiempo; una contundente, original y sorprendente obra maestra de la que sólo oyeron hablar unos cuantos afortunados en su momento. Y digo todo esto porque supe en su momento que una película tan discutible, como fue THINGS YOU CAN TELL JUST BY LOOKING AT HER... que sí, que sé que a ustedes les encanta... como iba diciendo, dejó no pocos apasionados de la corta carrera del colombiano Rodrigo García, a caballo entre el cine y la televisión ("A dos metros bajo tierra" o "En tratamiento"). Lo que pocos podían sospechar es que lo que García iba gestando entre episodios eran más episodios, esta vez para conformar todo un largometraje, un señor largometraje, diría yo. Porque NINE LIVES fue, a no ser que alguien me refresque la memoria y teniendo en cuenta que la triunfadora fue aquella aberración llamada CRASH, la mejor película facturada en U.S.A. aquel año. Así de rotundo. Y los que la hayan visto me darán algo de razón, creo yo. Los nueve episodios de NINE LIVES no corresponden a la típica fractura temporal televisiva; no se imponen aquí los tiempos, sino que éstos fluyen decisiva e implacablemente hacia un fin devastadoramente concreto: la inabarcable multiplicidad del "eterno femenino" según la calmosa y diáfana visión de un hombre que, muy afortunadamente, prescinde totalmente de tópicos y tics y coloca la cámara donde todo lo bueno y lo malo de las mujeres pueda verse claramente. Y no voy a contar nada sobre de qué van los episodios porque es mejor que lo descubran ustedes mismos viendo esta estupenda película; estupendo cine del que sólo les desvelaré que (y no saben cómo lo celebro) tras tres visionados, aún sigo sin tener un episodio favorito, sino que éstos fluctúan admirablemente en sus múltiples reciprocidades. NINE LIVES está mucho más cohesionada que la mayoría de ladrillos melodramáticos que se nos vende actualmente como the ultimate reality bite... Oh yeah!
Háganse un favor y véanla, luego me cuentan.
Nueve saludos.

I advanced masked

sábado, 23 de enero de 2010

Desastre de cajón

Proseguimos en esta jornada sabatina desgranando alguno de los títulos más relevantes de esta última temporada. Hoy le toca a THE IMAGINARIUM OF DOCTOR PARNASSUS, probablemente la película más esquizofrénica de Terry Gilliam, lo que no sé si apunta a lo alto o a lo bajo, la verdad, porque esta bizarrísima ida de olla es capaz de asombrar y exasperar sin solución de continuidad; a veces parece que Gilliam al fin ha dado con su gran film para seguidamente despeñarse en sus habituales orgías de trapos de colores, cubos de basura y gente nerviosa sin motivo ¿El argumento? Muy sencillo: Parnassus es un tipo que ha hecho un pacto con el diablo para vivir eternamente y le ha llegado el momento de pagar la deuda ¿a que les suena? Digamos que Christopher Plummer se esfuerza por resultar convincente en un personaje que empieza rodeado de misterio y significación, pero que termina diluido en la fiesta privada de Gilliam; que Lily Cole está muy rica pero no ha sido llamada por los caminos de la interpretación; y Tom Waits es uno de los "diablos" más antológicamente divertidos y jodidamente bien interpretados de la miríada de "diablos" que hemos podido ver, simplemente genial. Y luego está el personaje de Heath Ledger, verdadera columna vertebral de un film destinado a naufragar por no concretar en ningún momento algo tan esencial como es explicar su verdadera vocación. Ledger da una lección de ritmo y nervio interpretativo y la temblona mano de Gilliam lo agradece pero una barbaridad; y sin embargo, lo que es un as en la manga se convierte, de manera tristemente involuntaria, en talón de Aquiles. La inesperada muerte de Ledger obligó a Gilliam a improvisar sobre la marcha para no tener que abortar un proyecto ya demasiado avanzado, y aunque se agradece el emotivo detalle de sus tres colegas, Jude Law, Johnny Depp y Colin Farrell, continuando mano a mano el personaje, la cinta se convierte al final en un dislate sin pies ni cabeza y que no recomiendo ver si se está de resaca, porque hay muchos colorines e, insisto, la gente grita mucho. En definitiva, THE IMAGINARIUM OF DOCTOR PARNASSUS es el genuino "quiero y no puedo" de un director que pretende mantenerse deliciosamente anacrónico y sólo es capaz de quedarse en una entrañable vieja gloria. Aun con todo, seguro que habrá gente que la reivindique por su saludable parafernalia fuera de toda infección digital, hasta que llega su prescindible recta final y Gilliam sucumbe, claro.
Saludos imaginarios.

Nature anthem

viernes, 22 de enero de 2010

Llamad a cualquier puerta (pero no esperéis que os reciban)

BAD LIEUTENANT: PORT OF CALL NEW ORLEANS demuestra varias cosas, bastantes cosas. Demuestra que Werner Herzog le da diezmil vueltas a cualquier lampiño émulo yanqui del gran Abel Ferrara; demuestra que si el camino futuro de Herzog es éste, entonces Herzog está acabado, porque el director alemán tiene demasiado talento para malgastarlo en una película innecesaria. También demuestra que Eva Mendes es un florero con demasiadas oportunidades; que Val Kilmer no es ni la sombra de lo que fue y pudo ser; que Brad Dourif es un actor desaprovechadísimo; que Nicholas Cage, aparte de estar ya cartoniano perdido, es incapaz de rozar siquiera esa lección de interpretación que dio don Harvey Keitel en su momento. Sospecho que alguien que no viese la obra maestra de Ferrara habrá quedado sorprendido con un film que, dentro de unos parámetros, no nos volvamos locos, arriesga en su pretensión de enésimo descenso a los infiernos; lo malo es que BAD LIEUTENANT, la original, es una de mis películas de cabecera y ésta, como he dicho en alguna ocasión, me parece una bobadita con cierto estilo gracias a su director, poco más. Si atendemos solamente al film en sí, lo cierto es que tras un arranque lánguido, deslavazado y con poca chicha, Herzog remonta a partir de empezar a zarandear al monigote interpretado por Cage, aunque donde Keitel atemorizaba el antes mencionado da más pena que otra cosa. Sin embargo, incomprensiblemente, Herzog tira por tierra la posibilidad de redondear un entretenimiento bien facturado, se le va la olla y termina con Cage brindando con agua mineral junto a una embarazada Eva Mendes... Un final no sólo ridículo, sino impenitentemente irritante, porque todo lo malo que le ocurre a este nuevo Teniente Corrupto ni siquiera es novedoso, está demasiado trillado y hace de esta incongruencia el film más innecesario de los últimos tiempos. Pero si les entretienen las iguanas, los caimanes y las peceras gigantes, amén de los tabiques de platino... pues eso.
Saludos en corruptela.

La caza

jueves, 21 de enero de 2010

Por ejemplo esto

A ver... dadme un punto de apoyo y moveré el mundo... Un punto de apoyo, he dicho. Bien, entonces probemos con otra cosa.
Los freaks del mundo están salvados porque los de Muchachada Nui, a este paso, acabarán por dar las campanadas de Nochevieja; además, existen los hermanos Coen. A SERIOUS MAN es el colmo de la extravagancia hecha mainstream, porque ésta es una película de los Coen y la gente no va a darle la espalda, aun con todas las reservas actuales en materia de espectadores. Como digo, A SERIOUS MAN pasa por el mismo filtro estético de NO COUNTRY FOR OLD MEN, pica profundamente (mucho más) en la inflamada abstracción de BURN AFTER READING y se expande en una miríada de ramificaciones argumentales que, en el mejor de los casos, no llevan a ninguna parte, que es el sitio más cómodo para los Coen y sus experimentos.
Imaginen al tipo más lerdo, sumiso, apocado que conozcan y añádanle el espíritu de un Gusiluz..., porque ése es el protagonista de esta comedia que no es comedia, sino otra cosa que no sé qué es. Resulta que este tipo, que encima es judío y profesor de matemáticas, sufre una serie de "catastróficas desdichas" que lo zarandean a lo largo de un metraje angustioso, intrincado y cancerígeno; una mezcla entre Godard, Bergman, Pedro Lazaga y las historias para no dormir de Ibáñez Serrador. Si pensaban que lo habían visto todo, están en lo cierto; los Coen lo saben y hacen una película que se parece a cualquier película que imaginen y luego se parece a otra, y luego a otra... Ahora bien, teniendo en cuenta todo esto, me gustaría finalizar diciendo (aclarando) que no es una mala película, sólo extraña de cojones, y que entre la amalgama de situaciones, casi sketches en vez de escenas, hay hallazgos memorables como el antológico arranque, que es probablemente lo mejor que han filmado los Coen en su vida pero que, haciendose honor a ellos mismos, no tiene absolutamente nada que ver con lo que viene después, o al menos yo no soy capaz de ubicar esta brillante escena. No se preocupen demasiado si el final les deja con un palmo de narices, porque esa era precisamente la intención; un final que suena como un portazo o una puerta suavemente entornada, depende de tantas cosas... y hay tan poco tiempo para contarlas...
Saludos serios.

Misunderstood

miércoles, 20 de enero de 2010

M de maldad

Michael Haneke lo ha vuelto a hacer. No me refiero a que se haya superado, que es lo de menos; lo importante de lo que el director alemán ha conseguido con DAS WEISSE BAND es, no tengo ninguna duda, ser fiel a su insobornable filosofía creadora y no repetirse de ninguna manera. Porque es éste un nuevo Haneke, puede que menos tenebroso, pero mucho más veraz, y por tanto más mordaz. No hay rastro aquí de aquel artista de estilo seco, preciso y obsesionado con la economía de recursos; Haneke nos ha mostrado el lado oscuro de MY DARLING CLEMENTINE o GONE WITH THE WIND, la trastienda de todo lo que el cine no se ha atrevido a mostrar, sino que ha encubierto con esa barrabasada llamada "melodrama", que sirve para un mal guión pero destruye cualquier expectativa de que un autor indague en una herida abierta. DAS WEISSE BAND es un film de múltiples interpretaciones que finalmente nos deja a nosotros la responsabilidad de cuál debe ser la última palabra; antes de eso, se expande y ramifica en un impresionante juego kafkiano (ésta es la gran película kafkiana y el personaje del maestro, su particular Joseph K.), empeñado en desviar la atención de lo que "verdaderamente" está ocurriendo y convirtiéndolo en pequeños retazos de cotidianidad. Haneke habla de la maldad como fin, no como explicación, algo que ya hizo en FUNNY GAMES o WOLFZEIT; da igual "quién", porque lo importante es que es real, que ocurre y que no hay ningún arte o política o conducta para poder razonarlo; así pues, DAS WEISSE BAND alcanza otro hito en su diáfano discurso filosófico: nos enfrenta, cien años después, a nuestros temores más ocultos e inconfesables, los que gestaron la vuelta del Medievo en pleno siglo XX, los que señalaron quién era cazador y quién presa. Sólo por esta reflexión merece la pena ver la que va a ser, con toda seguridad, una de las películas más importantes del año. Y termino esta rendida reseña con una súplica ahogada: por favor, no le den más vueltas al final, no les permitirá ver que las virtudes están desperdigadas por todo el metraje; ocurrió con CACHÉ, y es que hasta Haneke puede permitirse ser juguetón de vez en cuando.
Saludos muy negros... o muy blancos... no sé...

Negativland

martes, 19 de enero de 2010

El ser humano es un animal extraño

(Y los americanos aún más), debería añadir al título de esta reseña. Pues resulta que Kathryn Bigelow rueda hace casi tres años una (otra) película sobre la invasión de Irak, casi sin repercusión mediática, así que su productora, una cooperativa independiente, decide pasearla por Europa durante 2008 a ver qué tal; las cifras no son malas y las críticas la ensalzan, pasa por el Festival de Venecia y casi gana, y como los americanos, además de raros saben aprovechar el negocio, no sólo la rescatan el año pasado sino que va a competir a mejor película en los oscar de este año con lindezas tales como AVATAR e INGLORIOUS BASTERDS... ¡Toma ya! Y ahora díganme que la cosa no pinta rara. Ahora bien, espero que THE HURT LOCKER dé la campanada y desbanque a las dos antes mencionadas, porque ésta sí que me parece una muy digna propuesta, aunque no albergo esperanza real alguna, la verdad.
No puedo hablar, empero, de un film redondo, sino de un imperfecto y fascinante ejercicio de contundencia narrativa; THE HURT LOCKER habla de lo que quiere hablar, ni más ni menos, y sin muchas florituras es capaz de transmitir en un puñado de escenas la tensión del día a día en el Irak ocupado. Ahora son tres soldados, pero podrían ser otros, cualquiera, destacando el intenso papel desarrollado por Jeremy Renner, una revelación, como un temerario artificiero que se juega la vida varias veces al día. En un admirable "amago eastwoodiano", la Bigelow no pierde el tiempo en explicar lo que no tiene explicación, por lo que la guerra, el conflicto, aparece siempre como una borrosa abstracción kafkiana; en vez de ello, es notorio el minucioso manejo del tiempo cinematográfico y el énfasis en la crisis personal y no en si se trata de un momento histórico. Hay secundarios de lujo (Ralph Fiennes, Guy Pearce) que rompen la regla y contribuyen más con su ausencia que con su presencia, prácticamente anecdótica, lo que contribuye a crear ese asfixiante clima de brevedad e insignificancia. THE HURT LOCKER acierta en no dar lecciones de moral y sólo falla en cierta desgana narrativa, muy "a la europea", que abandona los clímax clásicos y embarca al espectador en un alucinado viaje que siempre exige máxima atención por su parte.
Ya lo he dicho antes, espero que gane; será como lo que me entró por el cuerpo el otro día, cuando eliminamos al barça en la Copa... Jejeje...
Saludos desactivados.

Treat me like your mother

lunes, 18 de enero de 2010

Eternamente en cartel

Y continuamos con nuestro particular y caprichoso homenaje al director norteamericano más europeo, a sus obsesiones y hallazgos, a sus biorritmos y sentencias. A sus películas.
Hoy, otra cumbre; OPENING NIGHT, haciendo honor al metamórfico espíritu de John Cassavetes, es varias cosas al mismo tiempo: un profundo e inquietante viaje a la malgastada personalidad de su protagonista (qué grande es Gena), esta vez una exitosa actriz de teatro; la exposición de ésta a un extraño suceso (la muerte de una admiradora), que irá poco a poco minando su resquebrajada autoconfianza con un fuerte sentimiento de culpabilidad; el impresionante trabajo de contrastes entre lo que se muestra en escena y lo que ocurre cuando se baja el telón. Pero sobre cualquier otra consideración, OPENING NIGHT es el gran homenaje de un grande a su profesión, la profesión de actor y el mundo de los estrenos teatrales; aparte del enésimo regalo que Cassavetes hizo a su esposa en forma de uno de esos papeles únicos e irrepetibles. Notorios son también los experimentos de este film, filmando una actuación real y la espontánea reacción del público, así como los interminables encuadres del gran Al Ruban, agotando cualquier punto de vista posible en un estupendo trabajo casi de voyeur. OPENING NIGHT justificaría por sí sola el devenir de cualquier director moderno; en el caso de Cassavetes, no es más (ni menos, por supuesto) que un nuevo peldaño, una nueva ventana abierta por este genio y por la que se han asomado luego infinidad de pálidos imitadores. Todos quieren ser Cassavetes; nadie puede ser Cassavetes, nunca.
Saludos de estreno.

Keeping you

domingo, 17 de enero de 2010

Movido por sensaciones

Antes que nada, me veo en la obligación de aclarar que nunca he considerado a Brian de Palma un virtuoso de esto del séptimo arte, cosa ésta que me ha dado no pocos quebrantos con amigos y demás especies. Será por un íntimo prejuicio que viene dado por su fijación casi adoraticia por clásicos consagrados; no sé, pero como diría uno: no me mola su gramola...
... Y sin embargo, he percibido en sus últimos trabajos una saludable voluntad por forjar una especie de "discurso de Palma", o lo que sea. Ya sea en la incómoda REDACTED, de largo su mejor film, o en la que hoy nos ocupa.
Como decía antes, no esperaba gran cosa de THE BLACK DAHLIA, pero el relato de James Ellroy, basado en un truculento y oscurísimo suceso en las alcantarillas de Hollywood, poseía la suficiente fuerza como para merecer un visionado. A grandes rasgos, THE BLACK DAHLIA es una película extraña, irregular, casi expresionista, con un marcado gusto por lo macabro y con tantos aciertos como errores por metro cuadrado, lo que acaba por desorientar al espectador, que se ve transportado de un viscoso terror psicológico a una trama "negra" clásica, pasando por una voluntariosa presentación de personajes simplemente abrumadora. THE BLACK DAHLIA es una historia dentro de otra historia...; empezamos con una cirriante escena de lucha callejera entre maleantes y agentes de policía, continuamos con tórridos juegos de seducción a cargo de Scarlett Johansson y a los que no puede resistirse Josh Hartnett, un actor que nunca llegará a nada si no cambia de peinado. Entre tanto hay una especie de investigación velada sobre un tremebundo asesinato en el que se intenta esclarecer la identidad de la víctima y atrapar al asesino. El caso de "la dalia negra" tuvo su repercusión por lo terrible detalles: la víctima, una ínfima y anónima aspirante a actriz (aquí la bellísima Mia Kirshner) fue encontrada literalmente cortada en dos y con una horrible sonrisa provocada por sendos cortes en las mejillas. Creo que de Palma, dejando a un lado sus habituales excesos y licencias, hace un buen trabajo de recreación, especialmente en la parte final, donde el espectador tiene la sensación de estar ante un profundo secreto y finalmente se impone la turbiedad de la trama.
Francamente, me parece un producto con la suficiente dignidad y entidad como para no temer ni a la siempre difícil adaptación de Ellroy ni al conservadurismo del espectador habitual, que requiere siempre un aviso en toda regla de a qué se va a enfrentar.
Saludos en negritud.

Siento que muero

sábado, 16 de enero de 2010

Eran otros tiempos

De repente me he ido acordando de algunas películas de Woody Allen, un director al que me entrego obsesivamente durante una temporada para luego enterrarlo en el olvido más absoluto; unos sentimientos, éstos, tan encontrados como los que dieron base a uno de sus mejores trabajos, curiosamente uno de los que no ha pasado a la posteridad, pese a contener algo que es más bien escaso en su amplísima filmografía: amplitud de miras.
SWEET AND LOWDOWN fue el sentido, cariñoso, agridulce y dinámico homenaje de Allen a la enigmática y controvertida figura de Django Reinhardt; un músico de tanto genio como difícil personalidad. Por supuesto, todo esto se encargan de magnificarlo tanto Allen, con uno de sus trabajos de dirección más completos y menos ombliguistas y un inmenso Sean Penn, dando vida a Emmet Ray, hilarante e hiperactivo trasunto de Reinhardt. Penn borda el desarraigo de este complicado personaje, dotándolo siempre de un aura de malditismo y salpicándolo de una extraña misoginia, capaz de provocar tanta repugnancia como ternura, pues Ray es un perdedor y un genio, un pendenciero que quiere ser libre a toda costa pero que no puede vivir sin las mujeres; mujeres que aquí fluctúan entre la carnalidad hecha perdición de Uma Thurman y el otro hallazgo de esta película, una maravillosa Samantha Morton (¿para cuándo la consagración de una de las mejores actrices de los últimos tiempos?) encarnando a una dulce mudita que (se) enamora (de) a Ray, provocándole una urticaria emocional de la que salen los mejores momentos de esta espléndida comedia que sabe dosificar el humor y mezclarlo con momentos de alta sensibilidad. Emmet Ray (Django Reinhardt) es uno de los personajes más complejos, inasibles, estrafalarios y conmovedores que ha dado el cine de Woody Allen; esto, dicho tras los últimos fiascos del neoyorquino, es mucho más que suficiente para colocar ACORDES Y DESACUERDOS en una posición de privilegio.
Saludos con fondo de guitarra.

Pacer

viernes, 15 de enero de 2010

El aburrimiento y cómo sacarle provecho

Hace no mucho, hablaba aquí mismo acerca de un film que obtuvo parabienes y galardones y que a mí me parecía un tostón de mucho cuidado; me refiero a CRASH, de Paul Haggis, y hoy quisiera retroceder diecinueve años, hasta el momento en que se realizó una película culpable de tanto mamoneo cinéfilo yanqui. Y aun así, sigo creyendo que ingenuamente culpable. Lawrence Kasdan rodó GRAND CANYON con la esperanza de poder mostrar lo que se llevaba tiempo atisbando: el sueño americano se desvanecía, y con él sus héroes y arquetipos ¿Que roza el panfleto autoindulgente? ¿Que sus personajes y situaciones son forzadas y arquetípicas? No seré yo quien diga lo contrario, pero hay algo fundamental que la distancia enormemente de la antes citada, por ejemplo. GRAND CANYON es entretenida y puede pasar tanto por drama social como por comedia costumbrista; los Kevin Kline, Mary McDonnell, Danny Glover y Steve Martin (especialmente este último) se esfuerzan por dejar atrás sus registros habituales y conforman un atractivo mosaico al que asistimos desde "el otro lado". Y es que Kasdan nos habla de esos ciudadanos ejemplares, bien situados, intachables, y les enfrenta al horror vacui tras hacerles pasar por una situación límite; el discurso aquí puede molestar por centrarse en esos "niños bien" ya en su madurez, pero su mensaje sigue inalterable hasta nuestros días y también habla de esa sonrisilla cruel ante la desgracia ajena según la clase social, pues para dar pena están los pobres mientras que un rico "lo tenía merecido". El ejemplo perfecto de todo esto se encuentra condensado en el estupendo trabajo de Steve Martin; pasamos todo el film queriendo pegarle un tiro a ese insoportable y ostentoso ricachón, que se jacta continuamente de lo bien que le ha ido la vida habiendo dejado de lado los escrúpulos; y, sin embargo, cuando esto ocurre realmente (Martin es tiroteado), nos enfrentamos a nuestra mala conciencia, porque nadie es ejemplo de rectitud moral, ni siquiera nosotros. Yo a eso le llamo un guión lleno de intenciones, y nos encanta que nos manipulen.
Saludos panorámicos.

El hijo de Dios

miércoles, 13 de enero de 2010

Tuvimos un leve momento de placer...

Como lo prometido siempre es deuda, y mucho más en las actuales circunstancias, ayer prometí una reseña de un film de Eric Rohmer, y aquí está uno de esos títulos que definen a este cineasta a la perfección y que puedo decir con orgullo que es uno de mis favoritos. LES NUITS DE LA PLEINE LUNE es equívocamente moderna, moderna y llena de equívocos o inequívocamente clásica, porque Rohmer abordó maravillosamente bien el eterno tema, el amor y sus enredos, en la que fue cuarta entrega de sus imprescindibles "Comedias y proverbios". Destaca el escurridizo papel de Pascale Ogier, que apenas pudo verse a sí misma en pantalla, pues murió prematuramente ese mismo año (1984), paradigma de la mujer moderna, liberada al tiempo que terriblemente indecisa, incapaz de decidir si prefiere una vida más contenida y estable u otra disipada y frenética. Entre flirteos, decepciones, descubrimientos y algún que otro intento de sublevación (el amor es entendido como militancia antes que filiación), es encomiable la suavidad y dignidad con la que Rohmer presenta sus innumerables secundarios en fiestas privadas, restaurantes y discotecas, conformando un universo en el que la protagonista entra con facilidad pero es incapaz de salir; el contrapunto es la pareja abandonada, con su metódica vida de deportista que desdeña la bohemia después retratada. Y entre estos dos opuestos se debate Louise, esa muchachita que basa su escasa fortaleza en un constante elogio de la diversidad, combatiendo el tedio de la quietud e intentando evitar una frivolidad que sobrevuela inteligentemente cada plano de esta pequeña obra que se revela con inusitada fuerza en su ambiguo discurso moral y que es claro ejemplo del talento de su director. No está de más revisar la obra de Rohmer, una de las fundamentales del cine europeo del pasado siglo.
Plenos saludos.

Monorchid

martes, 12 de enero de 2010

Trasvase de géneros

Uno de los peores destinos a los que ha de enfrentarse un film ni siquiera pasa por un juicio de valor; a mi entender, existe una especie de oscuro ostracismo que viene dado, fundamentalmente, por una incapacidad preocupantemente generalizada a la hora de extraer su auténtico lugar, su "género". Algo que no sorprende en el caso de David Cronenberg, un cineasta cuyo sentido de la metáfora constituye por sí mismo el cimiento más importante de su obra. Más evidente en otras ocasiones (evidencia incluso aplaudida por no poca gente), el caso de SPIDER es francamente extraño, pues si bien se trata de uno de sus títulos menos conocidos (y apreciados), es digna de regocijo la casi nula concepción metafísica de su inquietante condición. SPIDER no es una cinta de terror, pero lo parece, y ése es un punto en su contra por culpa del espectador medio actual, que siempre espera lo preconcebido y se mosquea cuando vapulean su "ordenada mente". SPIDER es la delicada (frágil) y tristísima evocación de lo que el mundo biempensante, en un vago intento por encasillarlo todo, llama locura. No es usted viendo a un loco, sino la representación de cómo ve un loco las mismas cosas que usted, así que no espere un relato lineal ni complaciente, Cronenberg entiende a la perfección que una mente castigada no tiene tiempo para el humor ni los chascarrillos mientras deshilvana tortuosamente qué le ha convertido en un despojo humano. SPIDER bebe (la novela de Patrick McGrath lo hace) del retorcido y opaco universo de Iain Banks, Lovecraft o Poe; imposible no resaltar el impresionante trabajo de Ralph Fiennes, basado en la extrema contención, que acapara prácticamente todo lo que de bueno tiene este film, entre cuyos principales errores, aparte de su inasible autismo, podríamos destacar un innecesario regodeo en la metáfora de la araña que va tejiendo su tela, detalle éste que tampoco resulta trascendente, excepto como recurso estético.
En suma, un fracaso de público que supone un hito conceptual para entender por qué David Cronenberg es uno de los directores más interesantes de los últimos treinta años.
Saludos entretejidos.

Harnessed in slums

lunes, 11 de enero de 2010

La trastienda del paraíso

La mitomanía y el glamour apenas si han permitido el acceso a ese otro Hollywood, el que acumula más sombras que luces y donde los excesos y los fracasos no han hecho más que engordar una oscura nómina, la de juguetes rotos del sistema, la de quienes tocaron el cielo de refilón, se tambalearon y cayeron en el más profundo olvido. Y de todo esto se hablaba en un film no del todo reconocido, que rescataba un suceso perdido en el tiempo y que hacía uso de un saludable sentido de la autocrítica.
En HOLLYWOODLAND, las lentejuelas están apolilladas y los focos sólo resplandecen a medias. HOLLYWOODLAND es la tristísima historia del primer actor que dio vida a Superman en aquellos primitivos seriales televisivos de los años cincuenta. Entonces, George Reeves era una especie de estrella mediática al que los niños tenían por un verdadero hombre de acero; sin embargo, la realidad era distinta. La popularidad bajó, la serie se canceló y Reeves se vio empujado a pasear "su Superman" en anuncios de dentrífico y otras bajezas. Cayó en el alcoholismo, se rodeó de los peores agentes y terminó muerto en extrañas circunstancias. Y de eso nos habla HOLLYWOODLAND, de cómo un detective de tercera (Adrien Brody) se sumerge en los bajos fondos de los estudios y va conectando poco a poco una serie de pistas que acabarán por revelarle que la verdad es mucho más truculenta que la versión oficial y que se creó una cortina de humo para salvaguardar algunos nombres importantes que estaban envueltos en este pantanoso asunto. Ben Affleck fue terriblemente ignorado en la edición de los oscar de aquel año, y bien que merecía mejor suerte su sensibilísima recreación de un mal actor, porque hasta eso hay que saber hacerlo bien; y suyas son algunas escenas de tono agridulce que se encuentran entre lo mejor de los últimos años. Puede que la academia no encajara demasiado bien un golpe tan bajo; mejor enterrar a los muertos bajo la alfombra.
Saludos hollywoodenses.

Phantom

domingo, 10 de enero de 2010

Lo de entonces

El título de la reseña hace mención expresa al significativo cambio que ha experimentado un género, el de espías, que tuvo su auge durante lo que se conoció como "guerra fría" y en la que las posturas se encontraban perfectamente delimitadas y servidas sin ambages. Desde la frivolidad de la serie 007 hasta el culmen de tensión de THE THIRD MAN. Lo cierto es que la cosa ya no es lo que era. Ahora el espionaje incluye una simbología tan ambigua como confusa, prueba de ello son títulos como SYRIANA, en la que el objetivismo es llevado hasta sus últimas consecuencias, difuminando la figura humana (por consiguiente del espía) hasta el límite del videojuego.
Afortunadamente, siempre podemos volver a los clásicos y regocijarnos con la maestría de directores como Alfred Hitchcock, pese a que TORN CURTAIN nos pueda parecer ahora deliciosamente ingenua y académica, esta curiosa película representa a un Hitchcock tras sus mayores éxitos comerciales, acercándose inexorablemente a su última etapa y poniendo, con cuentagotas, su inimitable estilo al servicio de la enésima historia entre rusos y americanos, aunque en este caso el conflicto esté en la Alemania del Este. Aquí, un Paul Newman en imparable ascenso interpreta a un improbable científico que se hace pasar por traidor a su patria para infiltrarse en el telón de acero y recoger información sobre los planes nucleares soviéticos; nada que no hayamos oído antes. El mayor atractivo de TORN CURTAIN consiste en la magistral administración de todos sus elementos por parte de Hitchcock, logrando momentos de gran tensión y jugando deliberadamente al despiste. Ahondando en el tema de las dificultades del maestro para elegir adecuadamente sus estrellas femeninas, no puedo dejar pasar el gran error de casting que es Julie Andrews como la timorata y asustadiza pareja de Newman, incapaz de transmitir un solo gramo de erotismo (nunca fue capaz), que habría hecho un poco más interesante una película que alterna momentos de brillantez, sobre todo en esas situaciones límite donde todo parece perdido, con algunos intervalos anodinos, donde ni siquiera Hitchcock puede hacer milagros. Es curiosa si se quiere observar esta última etapa del maestro del suspense además de un sólido trabajo por parte del gran Paul Newman.
Saludos más tristes que un torero al otro lado del telón de acero...

Sensitive

sábado, 9 de enero de 2010

Como de la familia

Hubo un tiempo, no hace mucho, en que este país encontró y practicó en abundancia su propia comedia bastarda; una comedia perfectamente deudora de las animaladas del régimen, las mismas que lógicamente desembocaron en el "destape" y dieron como fruto la que hoy nos ocupa, desde principios de los ochenta hasta bien entrados los noventa. Eran productos reconocibles, con actores reconocibles y tramas reconocibles; nada de comerse el coco más de lo preciso, aún no nos creíamos que vivíamos en democracia. Asimismo, fueron un puñado de directores los que mamaron directamente de este tipo de cine y fueron responsables de sus títulos más emblemáticos; nombres que están en mente de todos, probablemente capitaneados (aunque no quiera) por Pedro Almodóvar y donde si tuviera que quedarme con uno ése sería Fernando Colomo. Quizá porque siempre ha tenido una saludable falta de pretensiones y luego porque sus comedias, aparentemente ligeras, siempre acababan con un regustillo amargo que te dejaba una extraña sonrisa en la cara. Uno de los grandes éxitos de Colomo fue la adaptación de una obra de teatro muy de moda años antes escrita por José Luis Alonso de Santos y donde fue decisiva la inestimable aportación en el guión de Joaquín Oristrell. BAJARSE AL MORO es un título de lo más explícito que narra las vicisitudes de un grupo de jóvenes de la época que vive de trapicheos con la droga y tiene como punto de reunión un pequeño piso del centro de Madrid. En el más puro estilo sainetesco, Colomo mezcla y revuelve cuanto puede a camellos, policías, jovencitas en busca del despertar sexual y demás fauna urbana, y tiene momentos de deliciosa ingenuidad junto a otros de oscura ternura, consciente de que eran los últimos momentos de una generación desorientada y vapuleada, a la que nadie había enseñado a vivir. En BAJARSE AL MORO descubrimos a una chica llamada Aitana Sánchez-Gijón, a un magnífico actor llamado Juan Echanove, nos enamoramos de la sonrisa de Verónica Forqué y empezamos a decirle adiós a Antonio Banderas para nunca jamás. Y es que como cantaba Rafael Amador, "Pasa la vida"...
Saludos por los tejados.

Tren a ninguna parte

viernes, 8 de enero de 2010

Cuando nadie mira

EL MÉTODO fue una curiosa película española estrenada hace ya unos cuatro años y que obtuvo un discreto éxito; ni público ni crítica arroparon una propuesta que, independientemente de sus lagunas, licencias y lugares comunes, que son muchos, constituyó un agradable intento de desmarque formal, en busca de otra manera de afrontar un guión y convertirlo en un puro ejercicio de entretenimiento inteligente. EL MÉTODO nos presenta un espacio único, una sala de reuniones de una gran empresa, mm, en el que se va a proceder a una dura y enconada selección en busca del candidato perfecto para nbcv v bn bb,mbnn,mm bnhmm mn ,,,,.,,ñ.ñ-un importante puesto directivo. Los personajes nos son presentados uno a uno, carga un poco el subrayado de sus características, rozando la parodia y que sólo se salva con el inteligente juego de manipulaciones en el que el reto consiste en descubrir quién es el topo que está actuando como un candidato más. Pero lo más interesante del film de Marcelo Pyñeiro es lo que late soterradamente bajo el correcto trabajo de los actores (resaltables Eduard Fernández y Adriana Ozores) y de la agilidad con la que se desenvuelve el guión de Mateo Gil; la verdadera carga de profundidad existe en una mirada llena de odio y venganza o en una frase mordaz hasta la bilis; por un momento, el espectador se olvida por completo de que es un ámbito laboral y asiste a un campo de batalla en el que todo vale y que pondrá al descubierto las miserias de una sociedad competitiva que desmenuza al individuo y le arrebata su alma a cambio de un puesto más alto. Esto queda perfectamente reflejado en el desquiciante tramo final, donde, en un breve momento de lucidez, alguien se da cuenta de que nadie va a vencer, pues sólo quedan derrotados; amarga metáfora muy bien plasmada en el último y apocalíptico plano, el único fuera de esa sala, quizás el infierno.
Saludos sin método.

The youth

jueves, 7 de enero de 2010

Anatomía de un árbol

Hay más cine en un plano fijo de EL SOL DEL MEMBRILLO que en 500 horas de superproducción de AVATAR, con miles de ejecutantes y millones de detalles. Y si no lo digo reviento. Víctor Erice, el cineasta más importante de este país junto a Buñuel y Berlanga, decidió en su tercera película atrapar lo imposible, el laborioso, minucioso e introspectivo proceso de creación de una obra de arte. En este caso, el gran Antonio López intenta pintar un membrillero que está plantado en el patio de su casa. Y esto es todo, no intentemos buscar aquí grandes preguntas filosóficas ni trascendentes disertaciones culturetas, porque Erice realiza un puro ejercicio de sencillez y lógica narrativa; López desayuna en su casa, observa el árbol, prepara los bocetos con su habitual obsesión por la perfección y la exactitud, marca las hojas con cruces para fijar sus puntos de apoyo de perspectiva... Pero hay algo que sobrepasa al artista. La luz del sol que se filtra por las hojas y las ramas no puede ser atrapada, hace que la visión del árbol cambie cada día, porque la luz nunca es la misma. López nos muestra cómo nada de su genio es capaz de solventar este problema, por lo que va desistiendo poco a poco hasta que decide abandonar el proyecto. Al final, una escena reveladora logra casi la humanización del membrillero, mostrando su desnudez con los frutos podridos en el suelo del patio. Al igual que ocurría en LA BELLE NOISEUSE, de Rivette, lo mejor y más importante del film es ver a Antonio López en pleno proceso creativo, por lo que se vuelven en su contra otros momentos más banales y accesorios que Erice utiliza, seguramente, para dotar de mayor veracidad a algo que no lo necesita, ya es verdadero en sí mismo; me refiero a los obreros rusos (creo que eran rusos) que trabajan en la casa de López arreglando algo, sus cortados diálogos con su mujer, las visitas de amigos a los que les es explicada la dificultad por la que está pasando el pintor. Son momentos que por un lado ayudan a que no se pierda el concepto de "película" en un trabajo que es mucho más que eso, pero que resultan un poco confusos y hasta molestos, teniendo en cuenta qué es lo que de verdad interesa contar tanto al cineasta como al pintor. Al margen de estas consideraciones, lo cierto es que EL SOL DEL MEMBRILLO es una joya, un lujo que este país no puede permitirse obviar. Han pasado dieciocho años desde entonces y no sé si Erice volverá a rodar, puede que no nos hayamos enterado aún de ciertos ritmos vitales.
Saludos de un membrillo.

A night to remember

miércoles, 6 de enero de 2010

El enemigo invisible

La reseña de hoy va a encajar aquí como guante de seda. Primero por el título, en clara alusión a esta absurda tradición (todas lo son) en la que la gente se devana los sesos buscando regalos para otra gente, todos al mismo tiempo con las consecuencias que conocemos. Soy de la opinión de que un regalo, para ser verdadero, debe ser entregado por sorpresa, un día cualquiera. En fin, los grandes almacenes mandan.
La otra razón, ésta más cinéfila, es la nada descabellada concatenación del monográfico que nos ha ocupado los últimos cuatro días de actividad y una lejana producción del maestro John Ford a la que he hecho alusión repetidas veces. Lejana y atípica, debería añadir, porque THE LOST PATROL no es el film que pudiésemos esperar en un principio de Ford. No se trata de un western aunque contenga alguna de sus constantes; parece cine de aventuras pero extrae su riqueza de las situaciones estáticas; es una de las contadas ocasiones en que el fuerte contenido psicológico no proviene directamente de los personajes, sino de la situación extrema a la que se ven enfrentados. En la I Guerra Mundial, una patrulla británica busca, en mitad del desierto mesopotámico, el lugar de su misión; todo aparece velado: el lugar en cuestión sólo lo sabe el comandante, con la mala fortuna de que es asesinado por un disparo que parece haber salido de la nada. Así, se inicia un angustioso periplo de la patrulla por el desierto; lentamente van siendo diezmados por el mismo e invisible enemigo hasta llegar a un lugar abandonado, una especie de mezquita, donde afloran las tensiones y las diferencias. Ford guía a sus personajes (soberbio guión de Dudley Nichols) hasta su propia perdición y les hace conscientes de ello, y todo evitando mostrar otra cosa que no sean la propia patrulla y las inquietantes arenas de un desierto que se erige en amenaza latente. Una lección sobre cómo crear inquietud e incertidumbre sin recurrir a explosiones ni fuegos de artificio.
Saludos arenosos.

Automatic kids

martes, 5 de enero de 2010

En el espacio nadie puede oír tus gritos #4

El cuarto experimento con nuestros asesinos espaciales favoritos es un perfecto ejemplo de fatal impotencia creativa. Una pena, porque Jean-Pierre Jeunet intentó por todos los medios de desembarazarse de la terrible solemnidad que destilaban las otras propuestas y que tuvo su culminación con la tosferina filosofeísta de Fincher; así que la pregunta era ¿qué quedaba por hacer con esto? El director de DELICATESSEN (algún día, recordadme que dedique un post a esa obra maestra moderna) o AMELIE (de ésta no me recordéis nada...) se rodeó de un montón de actores competentes y conocidos (Ron Perlman, Winona Ryder, Brad Dourif...), resucitó a Ripley y decidió quitarle hierro al asunto con unos diálogos ingeniosos, chistes "a la francesa" y un poco de jocosidad del exceso a lo Luc Besson. Y, bueno, no está mal para una tarde de Domingo, pero no hay que tomárselo muy en serio, porque ni él lo hace. Es como una SPANISH MOVIE o SCARY MOVIE de esas... y podía titularse algo así como ALIEN MOVIE... qué sé yo. Por lo demás, fue el intento fallido de Jeunet por infiltrarse en Hollywood aunque, paradójicamente, el tipo no sólo no se hundió sino que luego se hizo un nombre en Europa. Además contiene un hallazgo para los anales de la historia (la expresión habla por sí sola): ¡El primer y único alien rosa!... ¡Hala!
Personalmente creo que tanto chiste y tanto lugar común acaban por saturar un poco, aparte de que uno no se entera de qué diablos está pasando hasta que no han transcurrido 90 minutos largos y, hombre, si nos plantas a una Ripley clonada a partir de un alien, con sangre de ácido y eso, y un instinto asesino y eso, pues cómo puede ir humanizándose por la cara hasta acabar esa adorable mamá de nuestro mejor amigo que todos quisimos poder conocer un día... Misterios de lo que se hace U&E por la pasta.
No sé, porque éste es el final del monográfico y no pienso meter "depredadores" ni cosas raras, y de verdad que me hubiese gustado terminar mejor que empecé, pero en este caso era de todo punto imposible.
Saludos siderales.




* (Única y Exclusivamente) NDG

*Nota Del Garrapateador

Mansard roof

lunes, 4 de enero de 2010

En el espacio nadie puede oír tus gritos #3

Hay un como empeño por alargar lo que un día fue objeto de admiración general, explotarlo y llevarlo a la autoparodia, despojado ya de su original razón de ser. Esto también le ha ocurrido a ALIEN, como no podía ser de otra forma; y atentos porque para 2011 se espera la definitiva (JaJa) versión del "gran" Ridley Scott... Ahí es ná...
El caso es que esta tercera parte, que se tituló ALIEN al cubo... ¡qué cool!, fue la llegada a esto del séptimo arte de un tal David Fincher, para el que fue menos marrón por ser debutante y no tener que demostrar nada. La "supuesta" novedad de esta tercera parte estaría en una ambientación menos espacial y con las constantes del que luego serían los hallazgos de Fincher, como un retorcido gusto por la suciedad, el desorden y las cañerías que gotean... Luego, se introduce también, aunque no se profundice demasiado en ello, el elemento religioso, desarrollándose la historia en una especie de prisión donde los reclusos se han convertido en fundamentalistas, aunque sus "firmes creencias" se vendrán abajo cuando aparezca por allí la Teniente Ripley, una Sigourney Weaver rapadita por culpa de los piojos.
Y, sí, al cabo de un tiempo interminable, porque la película es leeenta pero lenta, aparece un alien y anima un poco la cosa, pero tampoco tiene mucha importancia. Hay un problema de fondo que acaba por ser insalvable; mientras en la primera los tripulantes de una nave se encuentran involuntariamente con el horror, y en la segunda son los humanos quienes inician una ofensiva de resultados catastróficos, aquí no se ve la motivación, lo que deja la película desangelada, sin entidad. Lo más confortable sería hablar de un absurdo castigo divino en forma de aliens, pero no tengo ganas de devanarme los sesos con estas paparruchas. El declive estaba servido y, aunque tampoco importe mucho, es, de largo, la peor película de Fincher, incluso peor que la última, que ya es decir...
Saludos piojosos.

Na na na

sábado, 2 de enero de 2010

En el espacio nadie puede oír tus gritos #2

Siete años después, y tras su descomunal éxito con TERMINATOR, James Cameron decide retomar la película de Scott sin que explícitamente ésta hubiese dejado abierta la oportunidad de una secuela; el resultado es una más que digna continuación al más puro estilo Cameron, esto es: acción adrenalítica, situaciones creíbles dentro de lo increíble, pocas concesiones a la muchachada y un buen manejo de los personajes. ALIENS, que así se llamó, comienza mostrando el rescate de Ripley, la angustiosa toma de conciencia de ésta de que el planeta de los bichos ha sido colonizado y su posterior viaje al mismo con un grupo de marines. Las coincidencias entre esta magnífica película de aventuras y el despropósito de AVATAR se extienden hasta el más ridículo mimetismo; los que la tengan presente sabrán de qué hablo. ALIENS va del intento fallido de explotar a los bichos como armas y de la incursión en la colonia de los marines para intentar encontrar supervivientes ante lo que parece haber sido un ataque alien. La acción nunca es desmesurada ni gratuita; la violencia es bastante cruda a veces, conteniendo algunas escenas tremebundas y Cameron, afortunadamente, se guarda los ternurismos para otra ocasión. Y lo mejor se lo reserva para la parte final, donde hay un espectacular enfrentamiento entre Ripley y la gigantesca reina alien que es ya un clásico referente del cine de acción.
Es curiosa la similitud en el devenir de Ridley Scott y James Cameron; los dos han dado taquillazos, sonoros fracasos; la crítica los ignora, el público los adora; y ambos filmaron dos películas sobre lo mismo que no se parecen en nada. Sin duda que son dos personajes, bastante irritantes a veces, pero... ¿sería lo mismo el cine sin ellos?
Saludos alienados.

Mercy i cry city

viernes, 1 de enero de 2010

En el espacio nadie puede oír tus gritos #1

Bien, queridos indéfilos; año nuevo, mismas intenciones... al menos por mi parte. Buen cine, mal cine, regular cine... en fin, lo de los dos años anteriores. Y qué mejor manera de comenzar esta tercera singladura que con otro pequeño monográfico; esta vez le ha tocado a uno de nuestros monstruitos favoritos, nada menos que ALIEN, otra de las escasas obras maestras de ese alienígena llamado Ridley Scott.
ALIEN es ya un clásico a treinta años de su estreno, lo que es significativo siendo cine de terror; considero que lo de la ciencia ficción es accesorio, ya que la historia es tan potente por sí sola que podría haber estado enclavada en otro ámbito; un barco, quizá. Quizá por tratarse de una magnífica adaptación de "La línea de sombra", de Conrad, libro que leí hace mucho y que muestra las líneas maestras de una narración terrorífica no por lo que muestra, sino por lo que oculta. Es de reseñar el homenaje que se le hace bautizando a la nave como Nostromo. Otra referencia (al menos yo lo veo así), podría ser una "olvidada" del maestro Ford, THE LOST PATROL; donde el enemigo que diezma a los protagonistas nunca es mostrado, redoblando la inquietud. De todas maneras, ALIEN es un film que rspira su propio oxígeno y que anticipa la mayoría de las claves de este subgénero, el terror espacial. A Scott le importa menos, afortunadamente, la pirotecnia y prefiere concentrarse tanto en los detalles de guión (brillante Dan O'Bannon) como en una deslumbrante ambientación. Y es aquí donde verdaderamente hay que hacer hincapié, porque todos nos preguntamos qué habría sido de todo esto sin lo que puso H.R. Giger... Evidentemente, se habría quedado en mucho menos; y es que hablamos de un dibujante y diseñador de un estilo único e indeleble, que mezcla la tecnología, la cirugía, el goticismo, el esoterismo, para lograr un resultado como el que pudimos ver en pantalla; la mayoría de los escenarios son obra suya, destacando el planeta de los aliens, pero lo que verdaderamente pasó a la historia fue el espectacular diseño del monstruo en cuestión, y eso que sólo podemos verlo unos pocos minutos en todo el metraje. Luego es cierto que la cosa ésta del merchandising ha devaluado a este rival de cualquier monstruo clásico, convirtiéndolo, desgraciadamente, en uno más de la familia (existe incluso alguna que otra penosa parodia); sin embargo, seguimos quedándonos con esa media hora final en la que Sigourney Weaver, en el papel de su vida, deambula por la nave, preparándose para una nueva hibernación, creyendo que la amenaza ha quedado atrás... ¿A que da cosica?...
Bueno, todos sabemos que no se pudo superar posteriormente el listón impuesto por Scott, pero hay algunas dignas continuaciones y de ellas daremos cuenta en sucesivos episodios. Hasta entonces.
Saludos del nuevo año.

Free yourself

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!