lunes, 31 de mayo de 2010

Duros comienzos

Sí, ya sé que este final de mes está siendo un poco de castigo ¿Qué se le va a hacer? Los ánimos están un poco por los suelos y es difícil mantener el nivel; pero Mayo está acabando y empieza el verano, lo que viviendo en una ciudad como la mía no sé si es motivo de regocijo... El caso es que yo debería estar hablando de Dennis Hopper, pero creo que su desaparición me ha dejado KO por algún tiempo; no desesperen, Hopper estará aquí, donde merece, antes de lo que esperan.
Me ahorro las condescendencias y les hablo (esto va a ser un decir) de la peli de la derecha pero sólo por una razón: me la encontré por casualidad y me noqueó no saber que Robert deNiro había hecho una peli en 1969 sobre pornografía, mafia y otras cositas. Después de verla me lo explico más claramente: THE SWAP es una basura de proporciones galácticas, con un guión firmado por un vegetal a punto de ser desconectado y donde deNiro sale unos diez minutos. Lo que pasa es que de avispados está lleno el mundo y, claro, nuestro amistoso vecino Bobby no sólo copa cada rincón de la carátula, sino que aparece como protagonista, cuando su presencia es una anécdota... Bueno, todo es una anécdota sin importancia en uno de esos pseudotelefilmes de serie Z que, eso sí, voya prevenirles contra él para que no caigan en la misma trampa que yo. En vez de eso, aprovechen y rescaten a ciertos cowboys motorizados que no tardarán en visitar unas páginas indéfilas que, espero, logren remontar la mugre cinéfila que ha ido fustigando en los últimos tiempos.
Saludos sentidos.

Walk alone

domingo, 30 de mayo de 2010

Domingos alegres de mierda

Bueno, luego resulta que, desgraciadamente, estas entradas son, muy a pesar mío, las que más les gusta a la gente; que la gente es muy rara, ya, pero que si no se hiciesen cosas así, y que si no fuésemos devorando los dvd's como posesos, puede que nuestro equilibrio mental no se viera atacado de manera tan flagrante.
Ésta es una copro-ducción (y no es casual el prefijo, no) entre Italia, España e Irlanda. Irlanda no sé qué pinta, pero el director es italiano y espero que la cosa se quede aquí... Ahora viene la aportación española, más que significativa; con un coguionista llamado Luis Berdejo (¿a que les suena?) y unas interpretaciones estelares (la explicación es que tienen la misma permanencia que la estela de un barco...) de unas almas en pena como son Álex Angulo (¿qué le ha pasado a este señor, con lo que apuntaba?), Leticia Dolera (que sale por ahí sin decir ni mú) y Geraldine Chaplin, que no sé si es española pero que hace el papel de señora mayor con cara de estreñida que sabe secretos del más allá y te los va a contar si te sientas frente a ella y la escuchas un ratico. Aparte hay un tipo, el protagonista del engendro, que atiende al nombre de Alberto Amarilla y al que alguien le dijo que un día saldría en una película; yo ofrezco una recompensa a quien sea capaz de decirle la verdad de una puta vez y nos libre de torentos como el que nos ocupa. Esta basura se llama IMAGO MORTIIS y, sí, el título es lo único bueno; porque es una de las cosas más abominablemente abyectas que he visto en mi vida, y he visto muchas cosas. Y del argumento no me extiendo, no vaya a ser que les interese y acaben viéndola; sólo diré que hay que tener muy poca vergüenza para soltar los cuartos en algo así (la inefable Telecinco andaba por ahí) y que un título imprescindible como LOS CONDENADOS, de Isaki Lacuesta, siga con graves problemas de distribución incluso aquí, después de haber sido aplaudida en medio mundo por cada festival que pasaba. Lo dicho, una vergüenza, pero es que hoy no me apetecía hablar bien de nada, es mi particular manera de entender el luto cinéfilo, si es que eso significa algo...
Saludines.

Mental maelstrom

viernes, 28 de mayo de 2010

Mal ejemplo

Reconozco que vi THE LOVELY BONES sin ningún tipo de esperanza o anhelo; sólo mucho tiempo después de su estreno y avalada únicamente por la figura de su director, que a estas alturas es capaz por sí solo de dotar a un cadáver fílmico de la entidad suficiente para ser percibida por el mundo mortal... Y espero que la referencia no haya quedado demasiado burda.
Peter Jackson, director encoñado donde los haya, decidió trasladar a la pantalla el pestiñazo multiventas de Alice Sebold, en lo que el neozelandés entiende por intimismo y que termina como un improbable cruce entre los "evaxperimentos" de la Coixet y un thriller al más puro estilo "carpenteriano". Con estos inexplicables mimbres, Jackson hace la película perfecta para que no le guste absolutamente a nadie. La cosa va de una adolescente que es asesinada y cuyo espíritu nos va narrando cómo es un día en la vida (es un decir) de un ánima bendita. Vemos a los padres desesperados, algunos flashbacks intrascendentes y, entre ensalmos a lo Jorge Bucay y sonrisas Profiden, resulta que hay un actorazo que recrea de manera magistral a todo un asesino en serie que (y ahí está el trabajo de un actor) no lo parece hasta que cambia asombrosamente de registro. Y creo que no debería sorprender esto si hablamos de Stanley Tucci, uno de los GRANDES ACTORES norteamericanos desde hace bastante tiempo, que fue la única nominación a los oscar de este pseudobodrio y que es capaz, por sí solo, de justificar dos injustificables horas y pico. Aunque sólo sea por ver el gran trabajo de Tucci, merece la pena asistir al nuevo batacazo de un tipo que pasó demasiado pronto del Ford Fiesta al Testarossa... así le va...
Saludos deshuesados.

The story of my life

jueves, 27 de mayo de 2010

El ser humano; manual de instrucciones

Si dejamos aparte las tinieblas metafísicas de Theo Angelopoulos (que tampoco es conocido fuera del circuito de festivales), lo cierto es que la filmografía griega se me antoja tan escurridiza a la par que fascinante, como la húngara (con Béla Tarr a la cabeza) o la rumana (ésta con algunos afiliados más). Con estos enjutos pellejos, llega a nuestras pantallas, y precedida de una garantía como es el "Certain regard" obtenido el pasado año en Cannes, KYNODONTAS, de un tal Yorgos Lanthimos, al que habrá que seguir la pista en adelante. Y KYNODONTAS, no nos volvamos locos, ni es tan buen cine como el último y fascinante Haneke (Palma de Oro incluida), como tampoco es ningún fraude modernillo de esos que tanto nos joden los sábados por la noche (domingos por la tarde en su defecto). Digamos que es una película rara que se ve con sorprendente fluidez y deleite, que tiene (y esto sí que es raro en este tipo de cine) golpes de humor hilarante y topetazos de brutalidad casi infantil, como sólo los niños saben ser de brutales y crueles, sin motivos y sin avisar. Así, asistimos perplejos a la obra de un enfermo mental, que ha recluido a sus tres hijos durante toda su vida en un chalet de las afueras con la inestimable connivencia de su mujer (este personaje tendría que haber tenido algún peso más). El tipo piensa que a los seres humanos se les puede educar como a los perros (con algunas referencias explícitas), por lo que, a base de reclusión y porrazos, construye su particular miniverso en torno a una piscina, una alta valla y una distorsión total del sentido de las cosas, donde el nombre de las cosas es elegido al azar y el tiempo transcurre entre absurdos juegos que tienen simples pegatinas como preciados premios. No nos resulta nuevo, a estas alturas, este cine de formas frías y concisas maneras, y parece que Lanthimos se da cuenta y es cuando introduce los elementos humorísticos, que se agradecen una barbaridad entre despelotes gratuitos y treintañeros jugando al escondite. Es una curiosidad que dará que hablar, sin duda, pero a este interesante director le queda el reto más duro: convencernos de que esto no ha sido una casualidad.
Saludos caninos.

With teeth

miércoles, 26 de mayo de 2010

Mismos argumentos, inverso resultado

Ayer mismo me refería a esas películas a las que accedemos de refilón, algunos años después de su fugaz estreno y con el recelo de quien ha visto mucho cine y huele estas cosas a distancia; y lo hacía en las líneas que dedicaba a uno de los títulos más importantes del cine español de esta década. Curiosamente, son los elementos extracinematográficos los que suelen constituir la mayor parte del interés o falta del mismo de estos extraños artefactos; un cine condenado al ostracismo más cruel y que, normalmente, suele tenerlo bastante merecido.
Hace unos ocho años se estrenó una curiosa película que prometía un complicado juego de aliteraciones formales, superpuestas en su mayoría, y que, vestida con la rezongante piel del "autor total", iba a ser, para abreviar, la repanocha del cine modernuqui patrio. Y el caso es que en un principio, ARO TOLBUKHIN: EN LA MENTE DEL ASESINO tenía algunos aspectos interesantes y poco comunes por estos pagos. A saber: contar en la extraña dirección a tres bandas con el siempre reivindicable Agustí Villaronga; rescatar una historia real perdida en el tiempo y que ahonda en varias de las miserias que rodeaban a las misiones de Centroamérica y el ambiguo papel español en las mismas; y, por último, alternar la narración ficticia con algunas imágenes de archivo, cuidadosamente y convenientemente calificadas como "extremadamente difíciles de conseguir". Los problemas son los siguientes: Villaronga no es el mismo (desafortunadamente) que fascinó a media Europa con su brutal ópera prima TRAS EL CRISTAL; de hecho, no ha vuelto a rodar ningún largo desde el desaguisado que nos ocupa. Luego, el papel de Lydia Zimmermann e Isaac Racine debe saberlo alguien, pero no yo. Además, la historia estaba perdida en el tiempo por una razón: tampoco es para tanto. Se trata de un tipo que recala misteriosamente en una misión, conoce a una monja, se vuelve majara y prende fuego al tenderete... y poco más. Para finalizar con la puntilla de esta flojita película: su uso de las imágenes documentales no sólo es chapucero y ayuda poco al desarrollo de la historia, sino que (admitido por sus autores) es tan escaso que ha de ser repartido con cuentagotas por un metraje que se hace eterno de tan anodino. Uno de esos casos que sólo pueden ser calificados como intrascendentes.
Saludos funda-mentales.

The trumping men

martes, 25 de mayo de 2010

¿Crisis del ladrillo?

Me he descubierto a mí mismo manoseando una especie de lista que he ido confeccionando con películas que por nada del mundo recomendaría ni a mi jefe... Luego me he dicho: "¿Un serial con semejante mierda?". No, no creo que lo haga; bastante he tenido con tragármelas yo. En vez de eso, y como me he visto con ganas de escribir pero sin planteamiento previo, me he acordado de una excelente película; y de que no la he propuesto entre las mejores de la década; y de que, además, es española...
... y un documental, me faltaría añadir. Lo que pasa es que EN CONSTRUCCIÓN es mucho más que un documental, porque sólo la intrincada visión de un poeta podría ofrecer una riqueza tal de matices en base a un puñado de afiches de cotidianidad. José Luis Guerin se fue a rodar a un antiguo barrio de Barcelona que estaba siendo sometido a un brutal proceso de derribo y reconstrucción; los andamios, los obreros, las ventanas de los pisos antiguos, sus ocupantes observando el trajín... El verdadero panorama urbano, no el cloqueante pijerío de Medem (un tipo al que le tengo auténtica inquina) o el mareante tapiz de lucecitas que Hollywood coloca justo detrás de imponentes sonrisas. Esto, y no otra cosa, es la ciudad, y Guerin lo entiende a la perfección. Luego es cierto que tiene un ojo más que certero para espetarnos toda esa verborrea comunal que ha de salir de albañiles que se paran a comer un bocata o de lúcidos lunáticos que miran el destrozo con angustia apenas disimulada; porque tanta o más importancia que la excelente fotografía de Álex Gaultier tiene el complicado montaje realizado por Mercedes Álvarez y Núria Esquerra, que dota a las imágenes de Guerin de esa extraña poética, hermosa e imprevisible, que sólo poseen algunas obras verdaderamente grandes. Y ésta lo es.
Y pensar que iba hoy con otra cosa...
Saludos enfoscados.

Winter in America

lunes, 24 de mayo de 2010

Cuando los guionistas dominaban la tierra

Hubo un tiempo en el que el énfasis, el entusiasmo por trasladar a una serie de espectadores el alma de una narración, comprendía la mayor parte de los esfuerzos de la industria cinematográfica. Eran los tiempos de los estudios, de las estrellas y los grandes secundarios, los tiempos de los directores apasionados y concienzudos y de los mejores guiones de la historia. Y ésta es la historia de cómo un joven llamado John Huston logró convencer nada menos que a la Warner para que le financiara su debut, nada menos que con una novela de Dashiell Hammett que en otras adaptaciones no había salido demasiado bien parada. La productora aceptó pero con varios condicionantes: Sam Spade sería interpretado por un incipiente Humphrey Bogart; Mary Astor (que no era muy del agrado de Huston) se reservaría el difícil papel de la resbaladiza Brigid O'Shaughnessy; mientras que el otro plato fuerte venía de la mano de un genial Peter Lorre encarnando al desconcertante Joel Cairo y, sobre todo, la impresionante interpretación de Sydney Greenstreet, un desconocido actor británico que procedía del teatro y que hacía su debut (y vaya debut) con 62 tacos. Esta impredecible amalgama hacía presagiar un sonoro fracaso, pero John Huston era un genio y THE MALTESE FALCON se convirtió en un clásico instantáneo en un año inolvidable para el séptimo arte, donde también debutó un tal Orson Welles. En los oscar, la cosa estaba complicada, benditamente complicada, porque a Bogey ni siquiera lo nominaron, mientras que  Donald Crisp (inmerecidamente, creo) arrebató la estatuilla al enorme Greenstreet y el grandísimo guión elaborado por Huston era ninguneado por la academia. Esta obra maestra e imperecedera se fue de vacío, pero sigue constituyendo, setenta años después, todo un manual de cine negro, con sus giros ineperados, sus personajes cínicos y herméticos, que guardan más de lo que muestran y con esa maravillosa atmósfera de la época, donde cada pieza va encajando no como el espectador pensaba, sino como el director quiere que sea. Ahora es fácil imitar a Huston y refinar la imagen y el estilo, pero hablamos de la película que sentó las bases del cine negro de una vez por todas. Háganse un favor y véanla.
Saludos del material del que están hechos los sueños.

Private eyes

domingo, 23 de mayo de 2010

La guerra ecológica

Hoy, tras el accidentado atracón de héroes de leyenda, aprovecho para hablar de una excelente película que se ha estrenado nada menos que veinticinco años después de su realización; aunque hemos tenido la oportunidad de verla en sus ediciones en DVD, no deja de ser un acontecimiento poder disfrutar al maestro Miyazaki en todo su esplendor, que es en una pantalla grande.
KAZE NO TANI NO NAUSHIKA era el título original del cómic que el propio Miyazaki creó para iniciar su particular cruzada ecológica y en contra de una sociedad a la que considera enferma y decadente; todo ello con su excepcional sentido del ritmo, su inacabable ramillete de personajes y su personalísima composición pictórica. NAUSICAÄ, que es como se conoce al film, podría considerarse como la gran inspiradora de sus famosas "Mononoke", "Chihiro" y "Ponyo", aunque por su vinculación con el cielo y los artefactos voladores (la gran pasión de Miyazaki), adelanta la temática contenida en "Porco Rosso" y "El castillo en el cielo". NAUSICAÄ, estrenada el mismo año que DUNE y que tiene no pocas coincidencias con la infravalorada obra de David Lynch, nos habla de un mundo enfermo, envenenado, con una atmósfera irrespirable tras una catástrofe bélica y que sólo puede ser habitada a gran altura. A ras de tierra, unos enormes gusanos, temidos y venerados por igual, son codiciados por los hombres, que buscan su dominio para someter asimismo a sus enemigos. Sin embargo, sólo la joven Nausicaä conoce el secreto de los Ohms, pues no tiene a los insectos como enemigos sino como la clave para la restauración del orden ecológico.
Y todo esto con el habitual estilo de Miyazaki, trepidante y lleno de lógica narrativa; un disfrute para los sentidos que jamás se queda en un mero divertimento juvenil, sino que contiene un poderoso mensaje que, terriblemente, lleva años cumpliéndose.
Saludos ventoleros.

Valley of the kings

sábado, 22 de mayo de 2010

Látigos y sombreros #4

Bien, amigos indéfilos, diversos avatares han querido que la culminación de la serie dedicada a Indy y sus correrías se haya dilatado más de lo deseado; sin embargo (y como puede comprobarse en el otro blog), no hay sarna que pique si es con gusto... o algo así era, así que vayamos con la (de momento) parte final de este legendario héroe.
No sabríamos de qué estamos hablando si obviáramos que Steven Spielberg sorprendió a propios y extraños cuando anunció, hará unos tres años, que desempolvaba el sombrero, el látigo, el zurrón (que nunca se supo qué contenía) y que Harrison Ford volvía a las andadas... con mangas largas, eso sí... Y es que INDIANA JONES AND THE KINGDOM OF THE CRYSTAL SKULL es, posiblemente, el retorno cinematográfico más inesperado de la historia (bueno, está ROCKY, pero eso es harina de otro costal). Ahora bien, lejos de proclamarse el fiasco, obvio a todsas luces, resulta que Spielberg intensifica el lado humorístico de la saga, le añade a Ray Winstone, a Jim Broadbent, a John Hurt; nos trae de vuelta a la esplendorosa Karen Allen (que siempre le dio mil vueltas a la Capshaw), nos encasqueta de paso a un hijo que se ve venir desde el minuto 1 y que sirve (Spielberg es un viejo zorro) para que no chirríen las escenas de acción (que chirrían). Amén de todo esto, el otro gran punto fuerte de la peli es la grandiosa Cate Blanchett; posiblemente el mejor villano de las cuatro partes y que aquí realiza uno de sus habituales ejercicios miméticos que supone casi lo mejor del film. Un film que comienza casi sin creerse que Indy está otra vez campando, que sigue con un desarrollo bastante ágil (muy en la línea de la segunda parte) y que, para cuando nos sonrojamos con un final a lo X-Files, lo cierto es que sus dos horitas han pasado volando, que es de lo que se trata al fin y al cabo. Sin estar a la altura de la primera, no es la peor, ni siquiera peor de lo que pudiera esperarse; puede que haya sido uno de los habituales "descansos cinéfilos" que Spielberg suele darse a sí mismo, aunque algunos apuntaban a la necesidad imperiosa de un taquillazo, lo que realmente sucedió. En definitiva, supongo que esta saga ha dado más de lo que se esperaba, que eran las dos primeras, y que será complicado ver al casi septuagenario Ford enfundándose el polvoriento sombrero y haciendo chasquear el látigo... aunque ¿quién sabe?...
Saludos de un campeón de Copa... ¡Jeje!

Expressway to your skull

martes, 18 de mayo de 2010

Látigos y sombreros #3

Ayer lo pensé; hoy lo escribo: si queremos hablar acerca de INDIANA JONES AND THE LAST CRUSADE, no podemos hacerlo de la misma forma que de las dos anteriores. Spielberg tenía una necesidad imperiosa, visceral, por explicarnos por qué Indy hacía las cosas que hacía; sus orígenes, su familia, sus motivaciones... Así que, ocho años después de su presentación en sociedad, le puso tras la pista del misterio de los misterios, el Santo Grial; mostró al joven Indy con el rostro del malogrado River Phoenix y se sacó de la manga a Sean Connery para que hiciese de padre mordazmente britanizado, por lo que el carpetazo prometía ser definitivo. No fue así, pero esa es otra historia, porque ...THE LAST CRUSADE, además de ser innecesaria comete la imperdonable torpeza (aquí ya no guionizaba Kasdan) de mezclar impunemente a la generación que creció al amparo de las dos anteriores, y que ingresaba en la adolescencia, con la inmediatamente posterior, que si había visto a Harrison Ford recoger su sombrero era en una cinta de VHS, así que el estropicio estaba asegurado. No es una mala película, ni mucho menos, pero el lastre que debía superar en su momento fue demasiado incluso para Spielberg, que comenzaba por aquella época a oscurecer su discurso fílmico tras la fallida ALWAYS y el posterior desastre de HOOK. Así pues, se trata de un film más "adulto", si se quiere,  pero con menos encanto y mucha menos imaginación para que nos traguemos las andanzas del arqueólogo más dinámico y sudoroso de la historia. No deja de ser curioso que Spielberg sucumbiera al mismo irrefrenable impulso casi veinte años después, así como que los resultados dejaran a más de uno tan desorientado que ya no sabía qué opinar acerca de esta forzada continuación... Pero eso también es otra historia, aunque la contaremos, descuiden...
Saludos cruzados.

Spiral

domingo, 16 de mayo de 2010

Látigos y sombreros #2

¿A alguien le cabía alguna duda sobre si habría continuación de las aventuras del arqueólogo más molón del reino? Estaba claro que había nacido una franquicia, capaz de competir con batallitas estelares y con la que Steven Spielberg quería sentar las bases del cine de aventuras. Todo eso nos quedaba cristalino en la primera entrega, pero aún quedaba ver cómo de frívolo y de videojugón podía ser un film, con cientos de licencias, sí, pero obteniendo su encanto y su fuerza precisamente de dichas licencias.
En INDIANA JONES AND THE TEMPLE OF DOOM, Indy parece más superhéroe, los malos son más operéticos, las motivaciones más disneyanas, los secundarios más insoportables (ese chinito que se nos quedó en el subconsciente...) y encima Spielberg encajó como pudo a su señora esposa, que logró convencernos de que ni era actriz ni nada, pero gritaba mucho. Y, sin embargo, este "Templo Maldito" es otra trepidante peli de aventuras que no da ni un respiro. Las tribulaciones de Indy, más agreste, sudado y latiguero que nunca (la escena de la pistola es antológica), se trasladaban a la India misteriosa, donde ha de recuperar unas piedras con poderes que le llevarán a enfrentarse a una terrible secta liderada por un hechicero que arrancaba corazones cual galán de telenovela. La impresionante parte final de Indy capturado en el templo y su posterior huida, pertenece ya al hall of fame del entertainment hollywoodense; con un diseño de producción apabullante y la constatación (aunque Spielberg estaba empeñado en que no) de que estaba todo dicho sobre este singular personaje, mezcla de Bogart, Lancaster, Weissmuller y Granger, aunque Harrison Ford, francamente, sólo hay uno.
Saludos... ¡que se cae el puente!...

Hungerstrike

sábado, 15 de mayo de 2010

Látigos y sombreros #1

Pues sí, la verdad es que me lo habían pedido ya alguna que otra vez, y como uno es un blando, pues nada: aquí empieza la serie dedicada al héroe sin poderes con el que Steven Spielberg actualizó, hace ya veintinueve años, el laxo y frívolo género de "adventures by the face". Algo que han intentado un montón de directores y/o productores sin apenas rozar el prodigio que aquel incipiente Midas, con la inestimable ayuda de sus coleguitas Lucas y Kaufman en su esplendorosa concepción, el tito Williams con su continuista y evocadora partitura, así como el ejercicio de estilo de Lawrence Kasdan en el guión. Difícil fallar con estos mimbres; pero INDIANA JONES: RAIDERS OF THE LOST ARK, también rezuma el encanto que su director ha imprimido concienzudamente a cada trabajo suyo, lo que ha hecho reconocible el "sello Spielberg" en todo el mundo. Si a todo ello le sumamos un reparto sin grandes estrellas pero de una solidez que luego se ha hecho imprescindible en toda la serie, el círculo quedaría cuadrado, pero aún nos quedaría un "pequeño" detalle. El personaje de Indiana Jones se quedó grabado a fuego en la memoria popular
y consolidó a un actor, Harrison Ford, el actor perfecto para el cine de género; un actor que venía de brillar con Lucas en STAR WARS y al que le quedaba, sólo un año después, su cima interpretativa, que sería en BLADE RUNNER.
Vista hoy, RAIDERS OF THE LOST ARK no pierde ni un gramo de su contundencia e inventiva; antes al contrario, Spielberg demuestra (sin saberlo, claro) que el Gran Espectáculo Visual de Entretenimiento, con mayúsculas, necesita de especialistas, decorados, FX's, transparencias y un delicioso uso del fuera de campo (algunas miradas valen por mil píxeles). Todo esto, unido por un frenético e inteligente montaje y una historia que, precisamente por lo inocenton, engancha (los nazis buscan el Arca de la Alianza para dominar el mundo e Indy se lo va a impedir... Oh, yeah!) atoda una generación que volvió a soñar con palomitas en salas donde los codos apenas se conocían.
Hablamos de un título mítico, donde todos tenemos nuestra secuencia favorita (personalmente, y en cada entrega igual, me quedo con los arranques) y (ahora lo veo claro) que hay que recuperar urgentemente para las generaciones digitales, para que saboreen aquel cine y hagan las comparaciones pertinentes... más de uno se sorprenderá de las ganas que tenía uno de quedarse a la siguiente sesión tras los títulos de crédito. Y mañana más.
Saludos desempolvados.

A lost heart in fog

viernes, 14 de mayo de 2010

Amor garrapatero

Se ha estrenado al fin TWO LOVERS, y la excelente película de James Gray me ha hecho pensar, automáticamente, en un título del maestro Truffaut. Ya que la susodicha fue comentada aquí tiempo ha, no he podido sustraerme a hacer una muy personal comparación de la misma con L'HISTOIRE D'ADÈLE H., la introspectiva y muy sensible visión del director francés acerca de los amores imposibles, aquellos en los que la miseria emocional viene dada por la total entrega de una de las partes y el rechazo en forma de burla por la otra. Aquí, Isabelle Adjani realiza una de las mejores interpretaciones de su irregular trayectoria, dando vida a la díscola Adèle, hija de Victor Hugo y enamorada hasta las trancas de un oficial del ejército francés que, una vez consumados sus deseos, desaparece sin embozo alguno, dejando a la pobre Adèle desconsolada y machacada por su padre (que no debía ser muy fácil dar explicaciones al señor Hugo...). Adèle logrará dar con el paradero del oficial, en Nueva Escocia, y allá que irá totalmente embelesada. Truffaut realiza un admirable ejercicio de contención narrativa, dejando ver tan sólo la tensión acumulada por la pobre despechada y los azares que han de llevarla, irremediablemente, hasta la ruina moral y física. Por otra parte, y recordando el muy buen trabajo de los actores (el propio Truffaut se reservó uno de esos cameos que tanto le gustaban), es resaltablela estupenda ambientación de la época, a lo que contribuye una exquisita fotografía de otro gran maestro, Néstor Almendros. Y poco más puedo añadir que no puedan ver ustedes mismos si se deciden a rescatar esta pequeña gran película, con más de una agradable similitud con el film de Gray y ese sabor a buen cine que ahora debemos apreciar más, por lo escaso.
Saludos íntimos.

Rusted guns of Milan

jueves, 13 de mayo de 2010

El infierno

NANJING! NANJING!, o CITY OF LIFE AND DEATH, ganó la última Concha de Oro del festival de San Sebastian; y lo cierto es que, una vez vista, parecía evidente. Casi todo es evidente en el monstruoso film de Lu Chuan. Monstruoso es el despliegue técnico, cercano al inolvidable arranque de SAVING PRIVATE RYAN. Monstruoso es lo que se cuenta, no por lo que se cuenta sino por cómo se cuenta. Lu Chuan dispersa los fragmentos de miles y miles de cuerpos, desposeídos de su última humanidad, y los convoca en un feroz ballet de balas, humo, sangre y cualquier vejación que se nos pueda ocurrir. El salvajismo de sus imágenes, con una belleza inaudita en su milimétrica fotografía en blanco y negro, no proviene tanto del efectismo de la violencia, reconocible en otros títulos, como de la total ausencia de esperanza una vez que el ejército japonés se hace con el control de Nanking; desde la espantosa masacre en masa de prisioneros, pasando por la violación sistemática de las mujeres o la matanza incluso de los heridos en el improvisado hospital. CITY OF LIFE AND DEATH es la representación de un infierno, lo que le otorga un peso específico muy difícil de obviar en un certamen, pero también ello constituye un obstáculo para digerir sus más de dos horas de locura; porque, una vez pasado el primer aluvión de imágenes (y esto es igualmente aplicable a Spielberg), toda perspectiva es perdida de vista y comienza la banalización del horror, donde su inicial claridad visual termina por contraerse en una pasta de múltiples grises en la que es complicado distinguir a qué o a quién hay que seguir en la multitud. Se hace un poco larga y, pese a estar tan bien rodada, no se le debe perdonar su exceso de panfletismo; sin embargo, justo en el tramo final, Lu Chuan decide acudir a un verdadero maestro, y el espíritu de Kurosawa aparece por ensalmo en un espectacular baile-ritual de las tropas japonesas, que celebra la terrible victoria. Esta escena, por sí sola, convalida cualquier cosa, incluso una Concha de Oro. Uno de los espectáculos más terribles que he visto en una pantalla.
Saludos infernales.

City lights

miércoles, 12 de mayo de 2010

Viva Las Vegas

Me pregunto qué hay de malo en que una película sea divertida; en que su mayor triunfo consista en hacer pasárnoslo jodidamente bien y olvidarnos de que las cosas no son así fuera de la sala de proyección. El problema con la comedia actual es simple: no tiene gracia. Se impone el concepto televisivo del gag, la pausa, la risa, el codazo al vecino; pero pasan dos cosas, que ya nos lo  sabemos todo de memoria o que, a fuerza de sofisticación, no nos enteremos absolutamente de nada. Un maestro a la hora de conjugar lo inteligente y lo zafio solía ser Woody Allen, la misión de las nuevas generaciones es intentar hacerlo olvidar con nuevas propuestas. Y una de las mejores comedias de los últimos ¿15, 20 años?, es THE HANGOVER.
Cuatro amigos se reúnen para celebrar por todo lo grande la despedida de soltero de uno de ellos; aunque habría que aclarar que uno no es exactamente amigo, sino el extraño hermano de la novia, lo que es conveniente aclarar de antemano. Tras llegar a Las Vegas en un flamante Mercedes, alojarse en una mogollónica suite y subir al tejado del edificio para brindar con unos inocentes chupitos, lo siguiente que vemos es 1: la suite destrozada. 2: un colchón colgando de la fachada. 3: a uno de los asombrados amigos despertándose en mitad del caos y descubriendo que le falta un colmillo. 4: en el baño hay un tigre. 5: en un armario hay un bebé. 6: el novio ha desaparecido y su móvil está en la suite. 7: ninguno de los tres recuerda absolutamente nada después del susodicho brindis. Así las cosas, lo primero que exclama uno, y sólo han debido transcurrir veinte minutos, es: What the fuck? Porque te preguntas cómo diablos va a resolver el director todo el lío. Pero esperen que aún hay más. Ya en la calle, y con el bebé desconocido a cuestas, el mozo les trae, en lugar del Mercedes un coche patrulla; uno de ellos se ha casado con una stripper; son perseguidos por un mafioso chino al que han birlado 80.000$ y hasta el mismísimo Mike Tyson se presenta ante ellos para hacerles una curiosa reclamación. Todo esto, sin que aparezca el novio, sin que ninguno recuerde nada y con la boda pendiente al día siguiente. Bien, pese a ciertos lugares comunes y guiños más que prescindibles, a los que alude inevitablemente su director, el desconocido Todd Phillips, lo cierto es que THE HANGOVER funciona como un mecanismo perfecto, capaz de tener al espectador más aventajado pegado al sillón hora y media; y esto, tratándose de comedia made in U.S.A., es impagable hoy día.
De lo más recomendable del año pasado.
Saludos desde... ¿uh?... ¿dónde coño estoy?...

Chica rutera

martes, 11 de mayo de 2010

Aspiraciones y bocanadas

Periódicamente, aparece uno de esos títulos supuestamente impregnados de esa pátina que todo ha de perdonarlo y que se viene a llamar "realidad". Quien siga pensando que cine y realidad se funden eln alguna ocasión es un necio sólo comparable a los "artistas" que pretenden el imposible de reflejar la realidad en una pantalla de cine; adjetivo éste que no me explico, pues si es realidad no puede ser arte... en fin...
La cosa es que FISH TANK, independientemente de sus valores fílmicos, que los tiene en abundancia, llevará durante cierto tiempo a un buen número de incautos, los mismos que tienden a lagrimear con las batallitas de Ken Loach, a darle vueltas a lo que tampoco es tan complicado. Una vez aclarado este punto, Andrea Arnold supera con creces la frialdad de RED ROAD, dotando a este intrascendente cuentecillo urbano de una entidad propia, reconocible, que se hace más patente una vez que (y esto ocurre tras la primera media hora) la directora se da cuenta de que los ingleses que gritan mucho, trabajan poco, beben más que gritan y ponen palmeritas en el empapelado del salón, tienen el mismo interés en una pantalla que en la vida real: 0%. Así que Arnold gira su concepto y prefiere apoyarse en pequeños matices, que dan al film sus mejores momentos. No nos interesa demasiado que la chica en cuestión sea una chabacana barriobajera que compite en ello con su madre y que su única aspiración en la vida sea bailar hip-hop, o lo que sea eso; en cambio, tras el desastre emocional, con el novio de su madre por medio (muy bien Michael Fassbender, de lo mejor del film), la película gana una barbaridad en su hipnótico y originalísimo tramo final, donde resplandecen momentos de gran cineasta, con un montaje dinámico y consecuente y un uso de la luz verdaderamente encomiable. Una película extraña, la verdad; porque no es realmente cine comercial pero está obteniendo aceptables números y el aval de los premios británicos. Desde luego, no es Ken Loach; ir por ahí es un error de mostrenca tozudez, y yo le auguro un futuro prometedor a esta directora, a ver de qué es capaz.
Saludos acristalados.

Branquias bajo el agua

lunes, 10 de mayo de 2010

Como lágrimas en la lluvia

THE LIFE OF DAVID GALE fue uno de esos extraños casos de películas que, aunando varios triunfos (excelentes actores, director solvente e historia potente e imaginativa), pasó de inmediato a un ostracismo del que nadie la ha reivindicado siete años después de su anecdótico estreno. Si no la han visto, les resumo su apasionante argumento, a ver qué les parece.
David Gale (Kevin Spacey) es un tipo ejemplar, inteligente y comprometido. Da clases en la universidad, tiene una hermosa familia y, por si fuera poco, resulta ser un activista que lucha a diario contra la pena de muerte. Una vez planteado esto, lo que nos llama la atención es que Gale sea acusado de violar y asesinar a su compañera de activismos (Laura Linney) y espere su ejecución en el corredor de la muerte. Evidentemente, la baza de Alan Parker era el sobreexcitante extrañamiento de tan exótico planteamiento, por lo que resolverlo de manera satisfactoria era, indudablemente, su mayor quebradero de cabeza. No podemos, por tanto, desvelar mucho más de una historia que va desenrollándose continuamente hasta su explosivo y poco menos que pantagruélico final, tan polémico como desconcertante y que dividió por completo a cuantos la vieron. Las confesiones de Gale a una joven periodista (Kate Winslet), extrañas, casi incriminatorias, son un punto a favor del tambaleante entramado que nos es presentado; mientras que el exceso de efectismos, que la enclava directamente en el cine comercial más chabacano, es lo que la convierte definitivamente en un título invisible y poco apreciado. No es que yo la defienda por encima de cualquier cosa, pero al menos me parece un digno intento de ir un paso más allá en la construcción de tramas imposibles.
Saludos sin salvación aparente.

Love song

domingo, 9 de mayo de 2010

Viaje al fin del desierto

¿He dicho alguna vez aquí que me encanta THELMA & LOUISE? Porque como me he metido tanto con Ridley Scott, a lo mejor no se sabe que este señor tiene algunas películas que están pero que muy bien rodadas.
En un momento, a principios de los noventa, donde los mitos empezaban ya a caerse y afloraban títulos comerciales de aire profundamente desencantado, apesadumbrado, también Scott se apuntó al carro de las road movies sin retorno, donde sus personajes, en una huida constante, terminan por encontrarse a ellos mismos, aunque ello signifique perder todo lo demás. Sin ir más lejos, la (anti) heroína que Jonathan Demme se sacó de la manga para adentrarse en el aliento de la bestia, fue la única que pudo desbancar de los oscar tanto a Geena Davis, en el papel de su vida, como a Susan Sarandon, que tampoco es que hiciera luego nada del otro mundo. THELMA & LOUISE es la agridulce historia de dos mujeres que están literalmente hasta el coño (y perdón por el exabrupto) de los hombres, así que se encuentran casualmente en un Thunderbird y deciden que lo único que las podrá detener será el final del camino, lo que queda magníficamente plasmado en una escena final que ha quedado por derecho propio grabada en las retinas de los cinéfilos. Scott también dio a conocer a un tal Brad Pitt, pero esto no estoy muy seguro de querer agradecérselo. En resumidas cuentas, blockbuster de absoluto lujo, que mantiene intacta su frescura a veinte años de su estreno y que puede suponer, en caso de revisión, la curiosa constatación de que Scott, cuando quería, se ponía... Lo malo es que ya hace mucho que parece que no quiere...
Saludos despeñados.

Lion tamer

viernes, 7 de mayo de 2010

Momentos desastrosos de la humanidad

Sí, amigüitos que dios os bendiga, después de mucho insistirme con un alud de correos y anónimos que colapsaban mi apartado de correos... ¡Aquí está SPEED RACER!...
A la altura del exterminio masivo  de focas en el ártico, de la invención del LaserDisc, el aleteo pestañil de Belén Esteban y hasta los especiales de la 1 sobre las elecciones británicas... lo de los Wachowski, francamente, no tiene nombre.
SPEED RACER era, en el Japón de los sesenta, "Meteoro", un protomanga que tampoco es que fuera para gotear por la nariz, pero ¿cómo puedo yo hablar de esto sin querer largarme?... ¿La han visto? ¿saben de qué hablo?... A ver. Resulta que Speed es el bueno y arregla coches junto a su padre, que es John Goodman; como son la repera, hay una multinacional de superbólidos que van a toda hostia y que quiere contratar a Speed, pero este no quiere, porque si no deja sin argumento (si es que había) a los Wachowski. Así que, para resarcirse y justificar la entrada que hemos pagado (yo quería colgarles a los dos, pero...), nos ponen delante de las narices el trazado de Hot Wheels pero a 333 Mph., por lo que no se ve una puta mierda y el ruido hace que odies haber nacido en esta época, pero luego sale Goodman en el mundo de Pin y Pon, donde se almuerza tortilla de M&M's y los pedos huelen a colonia Fido Dido....................... (dios, los puntos)... Y sale el de Perdidos, el médico, pero con máscara, y Christina Ricci, pero nos sorprendemos a nosotros mismos vomitando una pasta multicolor dentro de las palomitas 3.0... y de repente, después de dos horas y pico que han durado lo que estuvo el astronauta de 2001 poniendo caras raras, los benditos títulos de crédito... y te acuerdas de cuando fuiste a ver INLAND EMPIRE, el buen rato que pasaste en comparación con esta cosa...
Saludos, por decir algo...

Lightning strikes


Klaus Nomi - Lightning Strikes - MyVideo

jueves, 6 de mayo de 2010

Show/Mostrar

Básicamente, la diferencia marcada en el cine actual entre la fiebre exhibicionista (con su máximo desbarre, de momento, en AVATAR) y el siempre difícil camino de la contención (casi exclusiva propiedad del cine de autor), es la marca identitaria que designa lógicas y enunciados que sirven como explorador de las derivas que el séptimo arte, como tampoco puede ser de otra manera, ha de tomar temporal e incidentalmente.
Dicho esto, les hablaré muy brevemente de una película que no merece la pena ver a partir de su minuto diez, más o menos. ALTERED fue el título con el que, en 2006, Eduardo Sánchez, también conocido como "el que sabía algo de cine de los dos que hicieron lo de la bruja de Blair", intentó dar una especie de salto cualitativo, además de desmarcarse de la alargada sombra del referido film. ALTERED empieza bien; sabes positivamente que no va a ser gran cosa, pero si aludimos al panfleto del principio de la reseña, Sánchez juega bien la baza de no mostrar nada truculento, sólo estados de ánimo. Sin dar muchas explicaciones, nos encontramos con tres tarados que han atrapado "algo" y que se dirigen a casa de un cuarto (todo ello en un paraje forestal), porque no saben qué hacer con "eso", y piensan que allí encontrarán ayuda. Hasta ahí lo interesante. En diez minutos, Ed Sánchez ha dilapidado una buena idea porque sus nuevos estudios cuentan con FX que molan mucho y dan miedito; justo lo contrario que dotaba de aquel extraño encanto a THE BLAIR WITCH PROJECT. Así que este producto típico de dvdstores se consume rápido y se olvida aún más rápido... Y creo que poco más tengo que añadir...
Saludos alterados.

Boris

miércoles, 5 de mayo de 2010

La conjunción de los astros

Si de sopetón nos pidieran urgentemente un título que, a modo de anillo "tolkienano", fuese capaz de reunificar prácticamente todos los criterios cinéfilos, sin dejar insatisfecho a ninguno y, encima, dar un taquillazo y, por si fuera poco, rendir a la Academia recibiendo nada menos que siete estatuillas... francamente, no lo duden porque no hay otra... Hablamos de THE STING.
Todo funciona a la perfección en la segunda reunión que George Roy Hill preparó con mimo exquisito para Robert Redford y Paul Newman tras el espaldarazo de BUTCH CASSIDY AND THE SUNDANCE KID. Parecía una locura volver a repetir dicho éxito, pero todo encaja a la perfección en esta maravillosa película sin género, o que es capaz de tocar varios géneros a la vez sin que el conjunto se resienta un solo ápice. THE STING es comedia, porque narra las vicisitudes de un par de estafadores en mitad de la Gran Depresión, al más puro estilo del primer cine mudo, donde resuenan con fuerza ecos de Keaton y Chaplin. Es riguroso cine histórico, celoso de cada detalle y comprometido exhaustivamente por ser fiel a la época que narra con una precisión envidiable. Es genuino cine de aventuras, con algunas escenas (sobre todo las persecuciones) que me gustaría ver cómo algún lumbreras actual sería capaz de resolver con los habituales despropósitos digitales. Es un impecable trabajo de actores, con una pareja de protagonistas a los que sólo se les puede llamar soberbios y que no ganaron el oscar (Newman ni siquiera estuvo nominado) por nimiedades tales de aquella época como que el ganador fue un tal Jack Lemmon y por allí asomaban desconocidos como Jack Nicholson, Al Pacino o Marlon Brando... Pero THE STING es también un emocionante y sentido drama, que usa su ingeniosa y enrevesada trama para manejar a su antojo al espectador y llevarle totalmente entregado a un desenlace absolutamente genial y que te dan ganas de aplaudir como un niño en el circo. La pura emoción de una película inmortal, un título de esos que muchos califican de intocable y un clásico con letras de oro, una lección de cine en toda regla que es como un chorro de oxígeno eternamente renovable. Y, por si no fuese suficiente, esa bendita banda sonora...
Saludos entre colegas.

Cattle and Cane

martes, 4 de mayo de 2010

Malas noticias

En 1976, NETWORK, de Sidney Lumet, logró cuatro oscars, tres de interpretación y el de mejor guión original. Muchos cinéfilos, yo entre ellos, seguimos sin perdonar este hecho. Bueno, la  verdad es que duele más ver como mejor película a ROCKY que a TAXI DRIVER... cosas de yanquis; porque lo cierto es que Peter Finch tenía prácticamente asegurada la estatuilla, al ser a título póstumo.
Dejando de lado los rencores y frustraciones, NETWORK es uno de esos films rotundos, seguros de sí mismos, muy americano y muy visceral; y una peli que, curiosamente, ni ha envejecido ni ha ganado con el tiempo... o quizá un poco de las dos cosas. Lumet nos contaba, con varios frentes abiertos, los pútridos entresijos de una cadena de televisión y de la maquinal ausencia de escrúpulos por parte de unos directivos que, a medida que el guión avanza, se tornan más y más despiadados. Y NETWORK empieza de forma arrolladora, mostrando a Finch, un veterano presentador de informativos que ha perdido audiencia sensiblemente, anunciando en directo su desinterés por esta vida materialista y adocenada, por lo que, en pocos días, consumará su suicidio. La repugnante utilización de este hecho por parte de la propia cadena, primero recibida con estupor, toda vez que se confirma el lamentable estado mental de Finch, usándole como predicador catódico (su frase "Estoy harto de este mundo y no aguanto más" pasa a ser lema del programa), es decir: revirtiendo la amargura y desesperación en puro espectáculo que salvará a la cadena. El problema, pese a que el film mantiene una calidad intachable, es que más o menos a la mitad la cosa se desmanda, Finch pasa a un segundo plano y Lumet se centra más en el improbable affaire de Faye Dunaway (también oscarizada) y un William Holden ya bastante cascadete; esto baja notablemente el interés hasta el tramo final, donde se retoma felizmente a Finch y su particular batalla por no caer en el sensacionalismo.
Ya digo, se trata de un título sólido y que se ve hoy en día sin demasiados remilgos, pero nunca perdonaremos la faena que le hicieron al pobre Robertito...
Saludos en antena.

Crying

lunes, 3 de mayo de 2010

Iconosofía

Si hay una película que ha deslumbrado y fascinado a varias generaciones desde los casi cuarenta años que se han cumplido desde su estreno, ésa ha sido A CLOCKWORK ORANGE. No voy a ser yo, desde luego, quien desmonte ni su mito ni su enorme influencia; sin embargo, me gustaría dejar clara mi postura respecto a uno de los films más sobrevalorados de todos los tiempos. Y es que no es éste el mejor film (tampoco es que sea el peor) de Stanley Kubrick, uno de los tipos, dicho sea de paso, que más ha contribuido al avance artístico del séptimo arte.
La verdad es que, sin haber leído la obra de Anthony Burgess, y tras unos cuantos visionados (embobado el primero y aburridillo el último), son varios aspectos los que debo resaltar. Primero que no es en absoluto un film complejo, pues creo que Kubrick buscaba ante todo una claridad y explicitud, tanto estética como discursiva, lo que, insisto, fascina al principio pero cansa un poco una vez te sabes la fórmula. Este "modernista" relato acerca de la violencia, su atracción, sus "filosofías" e "iconografías" y su ambigua moralidad, al desechar ponerse de un solo bando, logró pasmar a cuanto imberbe cinéfilo llegaba a él. Sus armas: el curioso empleo de la luz. Donde normalmente se impone la penumbra, Kubrick ilumina limpiamente e indaga con su cámara, por muy escabrosa que sea la escena. La música. Porque no muchos directores usan a Beethoven o Elgar para ilustrar a un grupo de descerebrados que, atildados con pijamas y bombín, apaleaban a todo bicho viviente en un aséptico e impreciso futuro (de las aberraciones del polémic@ Wendy Carlos, hablaremos otro día). Y la argumentación, que no el argumento. Porque Kubrick, supongo que un poco contra su naturaleza trasnsgresora, especialmente patente en este film, termina "salvando", o al menos intentándolo, a su deplorable antihéroe; y la espeluznante escena de la cámara en caída libre (efectivamente, hubo de sacrificarse una cámara) da buena cuenta de ello.
En definitiva, un trabajo pulcro y sensitivo que hace relamerse a los iconoclastas, con su superabundancia de motivos, logos y referencias, pero que cansa un poquito si se la despoja de su brillante parafernalia y se indaga en su filosofía, que veo más cerca de un hooligan que de un beatnik, la verdad.
Saludos exprimidos.

You must be out of your mind

domingo, 2 de mayo de 2010

Temblad, malditos, temblad

Haciendo un poco de arqueología sentimental, sea lo que fuere eso, me he acordado de una peli de la que guardo un buenísimo recuerdo. Fui al cine con mis dieciséis añitos (20 la contemplan ya...) a ver una película de esas que parece que salen como champiñones en la cartelera; su anzuelo esta vez, aparte de dos actores discretitos pero conocidos, Kevin Bacon y Fred Ward, era algo que salía de debajo de la tierra y no se sabía bien qué era. Y creedme que con estos mimbres, un desconocido Ron Underwood (que luego se ha hundido en la miseria creativa hasta recalar en ponzoñosas producciones teen para televisión) fue capaz de facturar una delirante y trepidante aventura que mezclaba terror y cachondeo a partes iguales. TREMORS es la historia de un par de tipos sin oficio ni beneficio que campan por el desierto en una camioneta; de repente, el suelo tiembla y algo parece moverse bajo sus pies; y corren despavoridos hasta que, con un golpe de suerte muy bien resuelto por el guión, lo que sea que les perseguía se encuentra con un muro de hormigón y pega un peñazo de dios padre. Los tipos descubren con estupor que se trata de una especie de gusano gigante y pretenden sacarle partido al asunto con fotografías varias, ya saben; lo que no imaginan es que el bicho no estaba solo.
Supongo que muchos de ustedes, antes o después, la habrán visto y coincidirán en que, si bien no es ninguna obra sesuda ni intelectualmente enriquecedora, TEMBLORES es por derecho propio un pequeño clásico de serie B, donde se dan la mano los efectos cutrecillos, que se resuelven a base de mucha imaginación, y los diálogos y situaciones chorras, que le quitan hierro al asunto y que dan como resultado un entretenimiento 100% recomendable, tal y como está la cosa actualmente.
Saludos tiritones.

Mad scientwist

sábado, 1 de mayo de 2010

La importancia de un legajo

A la espera de que alguien decida mejorar la inconsistente adaptación de "La metamorfosis" que hizo el ruso Valery Fokin, y dejando claro que EL CASTILLO no es, ni mucho menos, lo más reivindicable de Haneke, podríamos constatar un par de cosas: que Kafka es muy pero que muy difícil de llevar a la pantalla si no es indirectamente y que THE TRIAL me sigue pareciendo, cincuenta años después, la visión más aproximativa al escurridizo mundo del escritor bohemio.
¿Quién mejor que Orson Welles? ¿Quién más fuera de la maquinaria y con un espíritu más fuerte de transgresión? THE TRIAL no puede entenderse si no se establece un necesario diálogo entre el texto original y el devenir artístico del propio Welles, que tuvo (no podía ser de otra manera) mil y una dificultades para financiar un film que se concebía como imposible. Ésta es la terrorífica historia (aquí sí que se pueden diferenciar terror y sustitos) de Joseph K., que se ve abordado, invadido, en su propia casa por la policía, que le informa de que va a ser sometido a un juicio, sin que se sepa nunca cuál es el motivo. Este comienzo posee la fuerza de la verdad literaria, la que tiene un argumento sólido para contar y que nos sumerge de inmediato en el intento de K. por averiguar qué le ha marcado como un delincuente. Como iremos descubriendo posteriormente, la motivación de la obra no es desvelar un misterio, sino dar cuenta del horror de un ciudadano cualquiera, que se ve arrastrado a una vorágine de sinsentido burocrático, el mismo que padecemos cada día en nuestra vida cotidiana y que aceptamos como corderitos. Aparte de la maestría de Welles para desafiar cuánto de Kafka puede incluir en un fotograma, las interpretaciones son acertadísimas, con mención especial para el propio Welles y Jeanne Moreau, y un Anthony Perkins que, pese a perder peso a medida que el film avanza, acepta el reto de un papel francamente difícil. Una película que se mantiene vigente y que pone en gran altura una obra, la de Kafka, en constante proceso de renovación e interpretación.
Saludos en tela de juicio.

Lullaby

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!