sábado, 31 de octubre de 2015

En agujas góticas



Detendremos aquí, aunque sólo temporalmente, el homenaje y repaso a la figura de Maureen O'Hara, ella se merecía esto y aún mucho más, y cómo íbamos a olvidarnos de la película que la lanzó al estrellato definitivamente y que revelaba a uuna inmensa actriz de tan sólo diecinueve años. THE HUNCHBACK OF NOTRE DAME, de 1939, abundaba en los hallazgos formales del magistral film de Wallace Worsley de 1923 y le otorgaba a la narración un carácter más complejo y cercano al texto original de Victor Hugo. Convengamos que al escritor francés nunca se le ha adaptado como mereciera, puede que por la incapacidad del séptimo arte para captar la descarnada crítica social envuelta en sus hipnóticas palabras. Aun así, esta versión es mi preferida por la tensión que William Dieterle extrajo del ambicioso guion firmado por la escritora rusa Sonya Levien, emparejando la maltrecha figura de Quasimodo a la grandiosidad de la catedral y confrontándola a la perseguida Esmeralda, con la que acaba teniendo un ambiguo deseo de amor/destrucción. Sí, Maureen O'Hara está arrebatadora como la bailarina gitana que todos desean y no pueden tener, pero este film es recordado, sobre todo, por la genial recreación de Charles Laughton, que con cada aparición eleva el tono general de una película áspera, sombría y en modo alguno abandonada al espectáculo. Laughton consigue el más difícil todavía, que veamos a través de kilos de maquillaje, que palpemos el sufrimiento y la soledad del más marginado de los hombres en una época de intolerancia y terror sacro.
No sé a qué esperan para ver esta joya intemporal... ¡Y qué guapa era Maureen O'Hara, por dios!...
Saludos.

viernes, 30 de octubre de 2015

Una de piratas



... Y retrocedemos hasta 1942, año en el que la 20th Century Fox produjo THE BLACK SWAN, una de las mejores películas de piratas de todos los tiempos. En apenas 80 minutos, Henry King pone en imágenes la fantástica novela de Sabatini, en la que se narra el controvertido paso del temible pirata Henry Morgan a Sir y gobernador de Jamaica. Aunque no seríamos justos si pensáramos en conspiraciones políticas y traiciones transoceánicas, porque EL CISNE NEGRO es, ante todo, una maravillosa película de aventuras, al viejo estilo, con unos diálogos rápidos y eficaces y un sentido de la concisión que cada vez es más difícil hallar en los "pirateos" actuales. Aunque, de hecho, para ser justos del todo, digamos que ni siquiera el protagonista es Morgan, sino "Little" Jamie, uno de sus inseparables, cuyo sentido de la independencia le dejará al margen de los trasiegos de la corona británica y del disidente Leech, que quiere asesinar a Morgan. En fin, la película es entretenidísima, trepidante, con duelos de espada, cañonazos a estribor, fanfarronería mojada en ron de Maracaibo y un puñado de actores inmensos. Tyrone Power está magnífico en el único papel que le caía bien, el de héroe vulnerable; Laird Cregar, imponente como Morgan; Thomas Mitchell... qué gran actor era Thomas Mitchell. E incluso había un papel secundario para un ya incipiente Anthony Quinn. Y, claro, una jovencísima Maureen O'Hara, convertida ya en una realidad de Hollywood y disputada por todos los grandes estudios. Aquí hacía de niña pija asediada por un Tyrone Power de torso lampiño... imaginen cómo acababa la cosa.
Si no tienen nada mejor que hacer este fin de semana, véanla, acabarán con una sonrisa de oreja a oreja...
Saludos.

jueves, 29 de octubre de 2015

Por los cerros de Coventry...



De un plumazo. La Universal, responsable de incontables títulos que han ayudado decisivamente a cimentar el ejemplo más palmario del Hollywood clásico también ha contribuido al aliñamiento de incoherencias narrativo-históricas tan incomprensibles como el que hoy nos ocupa. Pero como esto, esta semana, es un homenaje sentido a la figura de una actriz irrepetible, no dejaremos que el espíritu contestatario del blog empañe el bruñido de su trayectoria... Pese a cosas como esta LADY GODIVA OF COVENTRY, en la que el guionista Oscar Brodney es capaz, el solito, de deformar una leyenda que acepta tantas interpretaciones como rechaza libertades inaceptables como el tono "Abbott y Costello" que le imprime el laudanesco Arthur Lubin, responsable de magisterios con aquella discutible pareja y luego con una burra que se llamaba Francis... En fin, menos mal que estaba Maureen O'Hara, su Lady Godiva lucha no sólo contra los normandos, sino contra la inutilidad de un compañero de reparto inenarrable, como era el amanerado George Nader. Ni siquiera el gran Victor McLaglen era capaz de elevar un discurso que se debatía agónicamente entre un Robin Hood de opereta, los seriales de Fú-Man-Chú y el orgasmo retardado de ver a la diva tener que tirar de dignidad y oficio para que su cabalgata desnuda (por cierto, de juzgado de guardia lo de la monja consorte...) se desmarcara de la zafiedad y exhibicionismo imperante en una producción a todas luces fallida y que supone un punto oscuro en una filmografía, la de su protagonista, pese a que su personaje sea lo único realmente destacable. Quería por ello rescatarlo, porque siempre es fácil el ensalzamiento cuando el conjunto acompaña; más complicado es hacerlo en condiciones extremas asunción meritoria.
Grande, por ello, Maureen...
Saludos.

miércoles, 28 de octubre de 2015

El escritor en guerra



Es innegable que fue John Ford el director que más y mayor gloria dio a Maureen O'Hara, sea por la naturalidad que lograba extraer de ella, por la versatilidad que demostraba en cada trabajo con el maestro... o quizá fuera simple afinidad paisana... ¡Quién sabe! El caso es que las películas más famosas ya han aparecido aquí anteriormente, así que me ha parecido una extraordinaria ocasión para hablar de THE WINGS OF EAGLES, que en España tuvo el acertado título (sin que sirva de precedente) de ESCRITO BAJO EL SOL. Y es una película esquiva ésta, no del todo bien tratada por una crítica que aún tenía demasiado reciente CENTAUROS DEL DESIERTO, pero que tiene algunos puntos interesantísimos que trascienden sobradamente tanto al dulzón homenaje a las Fuerzas Armadas de la Marina como al guiño de camarada que suponía a la figura del mítico guionista Frank "Spig" Wead, autor, entre otros grandes guiones, de MOON OVER BURMA, THEY WERE EXPENDABLE o THE CITADEL. A Wead, aventurero y romántico incurable, que pasó de ser expulsado del ejército a ser héroe de guerra, y que tuvo un absurdo accidente doméstico que lo dejó parcialmente paralítico, le daba vida un soberbio John Wayne, en uno de los papeles suyos que más me gustan. Wayne, sin perder el gesto, es capaz de ser un feroz socarrón, un enfermo derrotado o un descreído repleto de medallas al que sólo salva el tardío descubrimiento de la escritura durante su larguísima convalecencia. A su lado, Maureen O'Hara da asimismo otra lección de versatilidad, pasando de ser una alocada compañera en la juventud de Wead a una alcohólica que descuida a sus hijas y que termina separándose cuando se da cuenta de que su relación les está destruyendo a los dos. La película, ya digo, empieza con una jocosa recreación del ejército, casi en clave de comedia muda (arranca en los años veinte), continúa mostrando las luces y miserias (a la misma altura ambas) de la pareja protagonista, y es capaz incluso de jugársela con las escenas de un Wayne bocabajo, recién operado de la columna vertebral y luchando por mover un dedo del pie, contraviniendo los estrictos cánones del Hollywood clásico acerca de la inconveniencia de mostrar la crudeza de una enfermedad. Incluso el empalagoso Dan Dailey, habitual del musical, está estupendo como rival de la sección de las Fuerzas Aéreas que se revela como el gran amigo del alma de Wead, pasando más tiempo con él incluso que su mujer.
No sé si es una obra maestra, ni me parece relevante dicha designación, pero les aseguro que son dos horas que les encantará pasar en compañía de Johnny, Maureen y todos los demás...
Saludos.

martes, 27 de octubre de 2015

Con nueve basta



Bueno, seguimos con reverencias obligadas en este recorrido, mal que nos pese. Dos grandes damas del cine han fallecido recientemente, si bien es necesario señalar que sus trayectorias y andanzas han sido tan dispares y contrarias que parece casi un alargue innecesario solaparlas en el tiempo y el espacio. A una la tienen (y la tendrán durante un buen tiempo) en la cabecera del blog, y es prácticamente seguro que acabará monografiada; la otra ha sido una de las estrellas más rutilantes y míticas (con "M" mayúscula) del Hollywood clásico. Sí, porque se nos marchó nada menos que la señora Doña Maureen O'Hara, y esta semana va a estar por entero dedicada a la irlandesa, de cabellera de fuego y ojos del color de la esmeralda, que hizo tambalearse, entre otros, a John Wayne. No era fácil enfrentarse a una mujer, gran actriz, que igual aparecía todo candor y feminidad, que se enfundaba en unos pantalones y, apenas con una contorsión de aquellos labios inagotables, de Afrodita pasaba a Medusa, cuya seducción petrificaba. Absolutamente literal.
Paso de hagiografías, y eso que hoy está más justificado que nunca, pero siempre he preferido anexionar por la entente de la competencia. Yendo de atrás hacia delante (porque sí), o ya no sé si es al revés, uno de los últimos papeles con peso que O'Hara ofreció fue el de esposa y multimadre, abnegadas ambas, de un Henry Fonda en plan hillbillie en SPENCER´S MOUNTAIN, un flojo panfleto pro-familia y pro-valores nacionales que hubiese hecho las delicias de un Fraga Iribarne o un Gironella. Pero eso es aquí, y allí vendía lo que a John Ford siempre le salía tan bien, que era mezclar drama, comedia y aventuras con personajes de una pieza, que eran el estandarte de una lucha social bien entendida y que empezaba por los valores de uno mismo. Desgraciadamente, hablamos de un Delmer Daves menor, muy alejado del brío de sus maravillosos westerns y lastrado por tener que explicitar constantemente lo magnífico que es ser pobre, ignorante y con nueve hijos, levantarte a las cuatro de la madrugada para empezar la jornada de 16 horas y aún tener tiempo para emborracharte, pellizcarle el culo a tu pelirroja e intentar convencer a tu hijo mayor de que la universidad es un asco... Lo que no entiendo es por qué la tradujeron aquí con el sugerente título de FIEBRE EN LA SANGRE... Hombre, hay una escena en la que entregan alegremente a una vaca al semental de turno, ante la sonrisa de los ganaderos, y lo cierto es que hay una tensión sexual no resuelta sobrevolando su extenso metraje, pero está tan superficialmente abordada que más bien parece un manual para los futuros casaderos. Sí, sé que la buena Maureen tiene títulos mejores, pero me he dado cuenta de que los más grandes (ustedes saben cuáles son) ya los había comentado; aun así, prometo que este pentahomenaje no puede hacer más que remontar. Una gran estrella de Hollywood no merece menos...
Saludos.

lunes, 26 de octubre de 2015

D. W.: El padre del cine #35



SCARLET DAYS es un film extraordinariamente dinámico, un western que hubiese hecho las delicias del Lawrence Kasdan de SILVERADO por lo bien que maneja todas las vertientes del género. Hay asedios, tiroteos en el Saloon, chicas raptadas, bandidos que se redimen por tener que rescatar a la chica, malos con el ceño fruncido, bancos robados, duelos al sol y a la sombra... Un ejemplo de aventuras en el Oeste cuando estas cosas todavía costaba integrarlas en un montaje que no quedase en exceso fraccionado, y que funciona por el estupendo guion de Stanner E. V. Taylor, que se esmera en no dejar un cabo suelto después de innumerables cabalgadas y estampidas, tanto como un elenco de actores que no eran precisamente los más habituales en las producciones de Griffith, pero que cumplen sobradamente y hasta aportan un soplo de aire fresco al no tratarse de estrellas en el estricto sentido de la palabra en aquel incipiente Hollywood. Richard Barthelmess (que repetiría con Griffith ese mismo año) era un galán atípico, casi adelantado a su época por la libertad con la que actuaba y que además siempre será el primer actor que estuvo nominado en los oscar; mientras que Carol Dempster iniciaba en esta película su brillante colaboración con el director, que la adoraba desde que debutó como oscura secundaria en INTOLERANCIA.
Yo la recomiendo porque es muy entretenida, no muy conocida, y porque salen unos mexicanos muy especiales...
Saludos.

domingo, 25 de octubre de 2015

Rincón del freak #209: La niebla que esconde la reliquia que te convierte en la niña del exorcista para demostrar que los rednecks asesinos no eran tan malos al fin y al cabo...



El asunto es que con el título de la reseña ésta queda más que escrita y explicada, que puede que sea una ventaja para el lector perezoso, pero lo que denota es el bostezo continuado ante un (sub)producto horriblemente dirigido y peor ideado, pero que tiene un par de cosas que merece la pena explicar, aunque sólo sea para que ustedes no tengan que seguir sufriendo estas cosas tan en solitario, como... en fin, ya saben. Bueno, por la parte de la producción, THE SHRINE avispa al más insensible y/o adormilado, primero porque parece inglesa, pero ya se encargan los personajes de recalcarnos que son norteamericanos... de Norteamérica, aunque la película sea canadiense, que también son norteamericanos pero nunca lo dicen. Vale. Luego (en un minuto y treinta y ocho segundos) ya están en Albania... pero no es Albania, sino Polonia. No me pidan que explique nada, que me desvío. Lo de Polonia me huele a esto ya tan extendido de la coproducción encubierta. Esto es: yo le doy unos bocks, usted me graba en mi pueblo, yo le ayudo a pagar la renta, y usted me ayuda a salir en FilmAffinity... Anyway. Esto no es más que una serie Z grabada con un HD de lo más cenutrio, porque al director de fotografía no le explicaron en la academia que, o usas luz natural, o las exposiciones lo pueden convertir todo en un estudio de fotografía de barriada (que no barrio), borrar las poquitas expresiones de los rostros y convertir las paredes en atrezzo casi por arte de magia. O para resumir: la película es muy mala, el argumento está explicado en el encabezado y ya ni los bajos presupuestos son lo que eran.
No la vean ni en sesión triple...
Saludos.

viernes, 23 de octubre de 2015

Tríos, bricolaje y apocalipsis



Hay un cine que compite en los márgenes, que prefiere apoyarse en el trabajo honesto de los profesionales antes que en grandes promos y alardes inconsecuentes con su acabado. Esto, sin embargo, no es sinónimo de excepcionales resultados, no tiene por qué serlo; hay, efectivamente, un cine que busca el consuelo de Sundance, del de ahora, que tampoco es que sea el de antes, pero que mantiene un interesante cable extendido entre la comercialidad bien entendida y la independencia de magnitud. Z FOR ZACHARIAH es el tercer trabajo del director Craig Zobel, tras las interesantísimas GREAT WORLD OF SOUND y, sobre todo, COMPLIANCE; y la sensación general que queda es de un extraño desánimo, no por el tono calmado de sus imágenes, que intentan dar cuenta de una especie de ínfimo paraíso que ha logrado mantenerse al margen de un "posible" fin del mundo a causa de una lluvia radiactiva masiva. De hecho, lo que menos importa es esto, ya que se trata de un film atento a los diálogos y a encadenar correctamente las situaciones entre los pocos personajes que intervienen, exactamente tres. A grandes rasgos, se nos cuenta el día a día de una chica (la estupenda Margot Robbie) que vive sola con su perro en dicho valle, al que llega un ingeniero (Chiwetel Ejiofor), que logra ganarse la confianza de la chica; y más tarde, un tercer sujeto, con una historia turbia que cuenta a medias y que no termina de caer del todo bien, pero que será admitido para que ayude en la construcción de una gigantesca rueda para extraer agua y fabricar conductos eléctricos. Esa es la sinopsis, y lo primero que choca es que en ningún momento explote la tensión acumulada, tanto emocional como sexual; los personajes se limitan a un cotidiano tarareo y a un par de momentos que a lo mejor escandalizarían a un seminarista, pero en confianza... En fin, una especie de drama postapocalíptico, de esos que se llevan tanto ahora, pero que cambia los efectos truculentos por una especie de psicología alterada, lástima que el guion sea tan flojito, porque los actores están francamente bien y hay una fotografía en modo alguno desdeñable. Habrá que seguir a su director, aunque le vendría bien a él mismo salir del "valle" de Sundance...
Saludos.

jueves, 22 de octubre de 2015

La virtud incuestionable



Sí, ya sé que ayer no fue... pero es que no pudo ser. Aun así, y teniendo en cuenta que siempre nos quedará un día de hoy, como el de hoy, hablaré un poco de THE GAMBLER, la original que dirigió Karel Reisz cuarenta años antes de la del otro día. Y muchas cosas se aclaran al verla, por ejemplo que el único remake que merece la pena hacerse es el que no sólo respeta el espíritu de la obra original, sino que capta su esencia, el porqué de su existencia, la intención; la corrige, aumenta y dispara hacia caminos insospechados. Por desgracia, ni Mark Wahlberg, ni Rupert Wyatt, se han enterado de nada. THE GAMBLER, la original, es una película difícil de apresar, con un ritmo interno que es al tiempo pesado y ágil, una especie de sinfonía en sordina sobre un hombre incapaz de separarse de sus miedos y anhelos, débil por su propensión al juego compulsivo y suicida, y fuerte por la forma en que es capaz de afrontar su debilidad, aunque (y éste es el punto más discutido del guion de James Toback) se cobre innumerables víctimas por el camino. Freed, el profesor de literatura (que afortunadamente aquí no va de listillo atormentado), proviene de una familia pudiente, pero su verdadero lugar, donde sus nervios se relajan es en compañía de los seres más abyectos y viles, los corredores de apuestas, extorsionadores, gangsters, chulos, y otros tipos aún peores que, casi siempre, toman a Freed por un loco o alguien que ha dejado de tenerle apego a la vida. James Caan propone un personaje lúcido e intratable, un tipo que parece haber dejado su mirada en algún punto que ya no puede recuperar, y que apenas puede vivir pequeños momentos junto a una chica que intenta comprenderle (una bellísima Lauren Hutton), alabar falsamente a su millonario abuelo o rogar desvalido a su madre para que le dé un último préstamo. El resultado es una película extraña, incómoda, que no es explícitamente violenta, pero que carga su atmósfera de un aire viciado y complicado de respirar; es cine negro pero sin muchos de los elementos que componen y hacen reconocible al género, y al mismo tiempo es una sentida reflexión a la manera dostoyevskiana, sin dar muchas pistas sobre su propia naturaleza, pero exponiendo ésta de forma completamente descarnada.
Hay quien dice que no entendió el final, yo tampoco, pero apostaría (nunca mejor dicho) a que la única forma que Freed tiene de expresar ante el mundo que ya no va a apostar más es jugándose lo último que le queda: la vida. Y aun así no estamos muy seguros de si va a ganar o no...
Muy muy recomendable.
Saludos.

martes, 20 de octubre de 2015

La puesta en cuestión de la virtud



Seamos claros. THE GAMBLER es una película que está peor realizada que contada; peor ejecutada que planteada. Esto empieza no por desordenar las piezas del puzzle, sino por ser incapaz de encontrar dignidad y belleza en el caos; los buenos directores siempre aspiran a recomponer, pero los grandes prefieren observar el desaguisado, e iluminarlo. Sí, la película original de Karel Reisz era muchísimo mejor, y apenas puedo encontrar un motivo para hacer este remake más allá del puramente comercial. Y es que todo empieza como no debería, con un anciano muriéndose en un hospital y sermoneando a un tipo con cara de palo y camisa de seda (Mark Wahlberg, pase lo que pase de aquí en adelante, mantendrá estas dos constantes tozudamente [es el productor]). Este tipo se va a una especie de casino clandestino regentado por coreanos y pierde una suma considerable, mas otra suma que le pide a un prestamista. Luego, ya saben, tiene una semana para devolverlo todo, o le darán una paliza... Se supone que THE GAMBLER va a apostar fuerte y nos va a dar una especie de lección vital a medio camino de la crudeza de Carver y la arrogancia verbal de Hammett; desgraciadamente, el resultado es el raquítico estudio de un subnormal que da clases de literatura de esas molonas que sólo se dan en Norteamérica y que merece todo lo que le pase y hasta un poco más también. Y eso por la parte de la (in)coherencia narrativa, porque peor aún es el tema de los actores, y no sólo porque estén mal escogidos, sino porque su errática diseminación, en lugar de conformar un collage, un poco al estilo de los Coen, queda, en el mejor de los casos, como un compendio de apariciones "estelares" ya vistas. Por ejemplo, John Goodman, pese a tener el mejor parlamento, parece una ridícula revisitación del Kurtz de Brando; los coreanos dan patadas de kárate... ¿?... y Jessica Lange sale jugando al tenis un par de minutos...
Pero un momento, no pierdan el tiempo con esto... Esperen a mañana...
Saludos.

lunes, 19 de octubre de 2015

D. W.: El padre del cine #34



Corren muchas teorías acerca de cuál es la verdadera historia sobre la exhibición por separado, y tres años después, de THE FALL OF BABYLON, que puede ser considerada como una oportunidad financiera para un Griffith arruinado y que no levantaba cabeza tras la colosal inversión que supuso INTOLERANCE. Como evento cinematográfico me parece que aporta algo que muchos espectadores hemos demandado y que es la escisión de su parte más interesante y lograda, para conformar un relato más coherente y con una narrativa más convencional; después, es verdad que echamos de menos el crescendo final, y que Griffith donde innovó y demostró su maestría multidisciplinar fue, claro, en la original, tal y como estaba montada e ideada. Es decir, que la experiencia, lejos de empachar, contiene un pro incluso en su contra, y es la oportunidad de comprobar qué Griffith tenía razón, si el visionario o el "simple" director... A mí me gusta esta versión, pero no sé si soy muy objetivo.
Saludos.

jueves, 15 de octubre de 2015

Las mareas



Hace unos días, me enteré del fallecimiento del intérprete Carlos Álvarez-Novoa, grandísimo actor de teatro que se afincó por aquí tras el gran éxito que supuso SOLAS, de Benito Zambrano. En mi humilde opinión, un actor desaprovechado por una cinematografía que ha ido progresivamente dando de lado a profesionales de talla incontestable por una gilipollez tan vacua como la edad. Al final, supongo, acabarán por hacer películas en las que todo el mundo sea joven... En fin. Mi homenaje hacia él viene de la mano, cómo no, de una película, y una de las escasas en las que Álvarez-Novoa fue protagonista absoluto. LAS OLAS, del vallisoletano Alberto Morais, de contener algo en verdad valioso es, sin duda, la poderosa presencia del actor asturiano, que prácticamente en solitario es capaz de acarrear el peso de una historia que, de tan mínima, casi no existe. Es verdad, éste es un cine minimalista. y que yo he defendido muchas veces desde estas páginas, pero no es menos cierto que la línea que a veces separa lo contenido de lo vacío es demasiado fina y, peor, holgada. LAS OLAS parece querer huir del propósito único, lo que desemboca en una incertidumbre coloquial continua; porque todo comienza con una pérdida, la de la esposa del protagonista, sigue con una huida hacia delante (o ninguna parte), y tras comprobar que un octogenario puede ser un culo de mal asiento, el film termina mostrando esa búsqueda de la que nadie nos había dicho nada. No, no es una película sobre los fantasmas de la Guerra Civil (aunque aquí sí se vean precisamente dichos espectros), sino más bien sobre la incómoda certeza del paso (y el peso) de los años, y me imagino que es muy difícil ser sutil en este país de "grandes verdades" sin resultar cansino. A Morais le falta aún algo para derrotar nuestra resistencia al verbo único, pero le queda toda una interesantísima carrera por delante. Además, él no se olvida de quien lo merece...
Saludos.

miércoles, 14 de octubre de 2015

El cine ansioso



En un principio no soy el más indicado para hablar de una película de Sion Sono, un director del que sólo había visto la excesiva y, para mi limitado entendimiento, ininteligible LOVE EXPOSURE. El japonés, que se propone estrenar a lo largo de este año nada menos que cinco películas, recoge la estela de otro paisano suyo, Takashi Miike, y, sin salirse de los (des)convencionalismos del cine nipón de última hornada, diría que su gran aspiración es encontrar un discurso propio y reconocible que lo desmarque del de otros. No es que Sono sea nuevo en esta plaza (lleva rodando casi tres décadas), pero su deriva es inversa a la de la mayoría de cineastas, ya que sus formas parecen radicalizarse en vez de integrarse en una narrativa clásica. El caso es que he visto JIGOKU DE NAZE WARUI? (estrenada como WHY DON´T YOU PLAY IN HELL?), de hace un par de años, y al menos no he acabado echando sapos y culebras, sino que me he encontrado con una declaración de amor al cine, a la idea misma de rodar, muy bestia, eso sí, pero con algunos momentos en los que Sono aparece como un niño enamorado, demasiado extasiado como para detenerse en florituras y reflexiones vacuas. Rodar a toda prisa, salvajemente, antes de poder decir "¡Corten!" y recoger para siempre. A través de un alter ego esquizoide, un (aspirante a) director de cine amateur, que empieza grabando a los pandilleros y termina con la suicida idea de registrar un enfrentamiento entre yakuzas, se despliega un relato multiforme, colorista y que avanza con una determinación que a veces falta en el cine europeo; una falta de complejos que le hace mezclar impúdicamente a la alfombra roja de Cannes, Bruce Lee (o KILL BILL... qué más dará), los traumas infantiles o los desparrames gangsteriles más excesivos de Scorsese. El resultado es (no puede ser de otra forma), una orgía de sensaciones yuxtapuestas, a veces estomagantes, que de repente sintetizan en momentos de extraña hermosura, como la forma en la que una antigua estrella de televisión infantil (que anunciaba dentífricos???) es capaz de someter cualquier voluntad masculina que se le antoje con una melodía que, de ñoña y repetitiva, acaba siendo la verdadera banda sonora de un film, ya digo, más entretenido de lo que me hubiese imaginado.
Anti-japos, empero, abstenerse...
Saludos.

martes, 13 de octubre de 2015

El odioso aroma de la disculpa



He visto SHRINK, película justamente olvidada de 2009... En inglés, el shrink film es ese plástico de envolver, que yo particularmente odio, usado en cocina. También viene a denominar al psicoanalista cuyo vínculo con sus pacientes puede llegar a formar casi una relación personal. No importa, nada de esto importa, excepto que ésta es una película sobre un psicoanalista que trabaja en Hollywood, que suele tratar a estrellas y gente del show business, pero cuya propia personalidad está bajo mínimos desde el suicidio de su esposa. Hay más gente. Un agente de actores que detesta que lo toquen (en realidad lo detesta todo... excepto el dinero), un aparcacoches que quiere ser guionista, una ex-estrella que ya no tiene papeles por la edad, una estrella actual que se pone ciego, una adolescente negra con problemas emocionales pero una gran pasión cinéfila y hasta Robin Williams en un papel muy desaprovechado, porque casi hace de sí mismo. Como dije, todo está envuelto en un plástico transparente, que te deja ver (mal) pero no tocar, y eso es la tumba de una película que hubiese necesitado más valentía y arrojo y menos formalidad televisiva (de donde proviene su director). Está, bueno, Kevin Spacey haciendo lo que puede, y lo mejor son sus amaneceres resacosos, para que se hagan una idea... Otra copia agilipollada y buenista de Robert Altman, para qué engañarnos; el final, tétricamente reaccionario, así lo atestigua... Como pedir disculpas sin que te toque...
La traducción del título original al español... pfffffff...
Saludos.

lunes, 12 de octubre de 2015

D. W.: El padre del cine #33



En plena WWI , Griffith enarboló la idea que muchos norteamericanos tenían, ya por entonces, de que el mundo sería un lugar más justo y seguro si "ellos" decidían intervenir y poner fin al desaguisado que se estaba produciendo en Europa. En 1918 se estrenó HEARTS OF THE WORLD, que seguía abundando en la idea de que el amor era capaz de abrirse paso incluso en las condiciones más difíciles, y que los europeos también podían ser seres que arreglan sus diferencias sin tener que invadirse constantemente. Sensiblemente más corta que sus predecesoras (dos horas nada más), la película se inicia con un largo prólogo que en nada hace presagiar cómo va a terminar, otro de los hallazgos narrativos de Griffith. Se nos cuenta la historia de una pequeña comunidad, en la que surgen historias de amor, y donde los equívocos del corazón hacen que, por ejemplo, una chica esté enamorada del hombre equivocado, que éste no le corresponda, o que quien realmente está enamorado de dicha chica se vea injustamente apartado... Griffith remarca los detalles más nimios, construye una identidad plural y embauca al espectador con la idea de que tantos "acordes y desacuerdos" desembocarán en un gozoso final. Lejos de ello, alguien tapiza una pared con el temido cartel (War!), los hombres marchan al frente y no hay vuelta atrás. Usando imágenes reales del conflicto, Griffith se adelanta al Milestone de SIN NOVEDAD EN EL FRENTE, al Kubrick de SENDEROS DE GLORIA, e incluso esboza algo de lo que Vidor realizó siete años más tarde en EL GRAN DESFILE; y aun perdonándole los arrebatos folletinescos del final (caricatura incluida del enemigo alemán), se trata de una película a mi juicio importante en este subgénero bélico, por lo bien que conjuga la paz y calma del arranque con la barbarie que se desata posteriormente... y que Griffith rodaba tan bien esas tremebundas escenas de lucha, tanto o más que un beso en un jardín...
Saludos.

domingo, 11 de octubre de 2015

Rincón del freak #208: Terror para el cafelito (y pastas)



Creo que voy a tener que ir inventando una sub-subcategoría titulada "Clásicos infumables", o yo qué sé. El tema del frikismo se me está quedando corto para según qué cosas, como por ejemplo un telefilm producido por el terrible Aaron Spelling y titulado SATAN´S SCHOOL FOR GIRLS... Sí, eso mismo... Una nimiedad de setentaytantos minutos, que en su momento tuvo una repercusión anecdótica, pero que con el paso de los años ha quedado como la primera vez que pudimos ver juntas a Kate Jackson y Cheryl Ladd. Poco más de interés tiene esta cinta sobre supuestos cultos satánicos en institutos femeninos, porque no hay apenas terror y la intriga queda por completo supeditada a la capacidad gesticulante de la gran Pamela Franklin, que es de lo poco salvable. Eso sí, la mano de Spelling se nota una barbaridad: plano con cuatro mozas de cintura para arriba, con cara inexpresiva, corpiñillo blanco de encaje y melenas lacias de la época... 90210 gestándose con dos décadas de adelanto...
Ah, dirigía David Lowell Rich, un machaca de la TV estadounidense, y en el año 2000 se hizo un remake aún peor con Shannen Doherty... ¿No les decía?...
Saludos.

sábado, 10 de octubre de 2015

Pulgares arriba



Bueno, ya saben... yo no he sido nunca muy de Rogert Ebert. El crítico que inventó aquello tan parcialista de los "pulgares", que mostraba menos interés en analizar un film que en destrozarlo sin compasión (a veces tan sólo por no coincidir con la opinión de su compañero), o que asentó las bases para el crítico que estaba por venir, un ser arrogante y pagado de sí mismo con el que es mejor estar de acuerdo y que a veces incluso llegaba a eclipsar al propio film, empequeñeciéndolo a la sombra del comentarista todopoderoso. Y sé qué van a pensar de mí, que aludo a mi propia vanidad y que no soy capaz de mostrar ni un solo gramo de compasión (la misma que tantas veces le faltó al propio Ebert) por la historia que se cuenta en LIFE ITSELF, el documental con el que, al menos, algunos se llevarán una imagen afable y cercana de un señor que creo que sabía más de cine de lo que en realidad mostraba, quizá más centrado en ir moldeando pacientemente su colosal estampa. Sus programas junto a Gene Siskel (otro histrión desorbitado), las anécdotas junto a Scorsese (al que se supone que le salvó literalmente la carrera) o su tremendo final, junto a su esposa Chaz, tras una lucha contra el cáncer en la que, por ejemplo, perdió la capacidad de hablar. Todo eso es LIFE ITSELF, un agradable paseo por la vida y milagros de un encantador de serpientes que tenía, eso sí, lo que a la mayoría de críticos les falta: capacidad comunicadora. Ahora bien, mi opinión sobre Ebert no ha cambiado nada en absoluto, porque me negaría a usar pulgares para hablar de un ser humano... aunque también iniciara su blog en Abril de 2008...
Además, no le gustaba TERCIOPELO AZUL...
Saludos.

jueves, 8 de octubre de 2015

La broma infinita



... Es que das la mano y te cogen el brazo... Esto es poco más o menos lo que me vino a la mente tras ver INSIDIOUS: CHAPTER 3, absurda continuación de la magnífica película de James Wan, a la que ya le sobraba la segunda. Dirige aquí Leigh Whannell, guionista de la original, y dejemos claras un par de cosas: esto se ha hecho para el deleite de quienes se embelesaron con la actriz Lin Shaye, y lo de "precuela" me parece sonrojante a estas alturas. Whannell cree que crear una atmósfera consiste en hacer una mala imitación de los "anticlimas" de Ti West, por lo que tenemos una media hora inicial con una actriz Disney, Stefanie Scott, haciendo y diciendo cosas Disney, que habrá a quien le dé morbo, pero yo me quedé dormido justo antes de ver que le habían escayolado las dos piernas, que es el gran acierto del film, ya que nos evita esos vaivenes mareantes tan propios de la Disney. Luego eso importa poco, porque ya se ha cubierto la cuota del público adolescente y ahora le toca a Shaye, que se apodera de toda la película y se erige en protagonista absoluta. El problema es que todo lo que ocurre ya lo habíamos visto antes en la primera parte, por lo que se descarta el elemento sorpresa e ingresamos en el humorístico terreno de las franquicias que, por incapacidad, caen en la parodia involuntaria. Lo que en un principio era un guiño/homenaje a una manera de hacer cine de género, por pesadez y autoimposición se queda en un carrusel de grititos, scherzos y porrazos varios. Además, el "monstruo" da más penilla que miedo, y cuando llegas al punto de desear que se cargue de una vez a todo el mundo, por inútiles y pesados, comprendes que lo que estás viendo no es aquella película tan molona, sino un ripio multipistas... Una pena.
Saludos.

miércoles, 7 de octubre de 2015

El terrorífico mundo de los niños



Decía Hitchcock que era un buen consejo alejar a un niño de un rodaje. Algo de razón tendría, pero no es menos cierto que ha habido, a lo largo de la historia, grandes directores que le han dado la vuelta por completo a esta opinión y han facturado lo mejor de su obra en base a la aportación de tiernos infantes. Se me ocurren varios, pero el más notorio quizá sea Jack Clayton, que ya hizo en THE INNOCENTS una de las mejores direcciones a niños que puedo recordar, y que repitió seis años después con la inolvidable Pamela Franklin, ya con 17 años, en OUR MOTHER'S HOUSE, una película que, sin entrar en lo sobrenatural, proporciona tantos o más escalofríos como aquélla por su escabroso argumento. Una mujer, de la que apenas sabemos que era religiosa hasta casi el fanatismo, muere enferma y en su casa, rodeada de sus siete hijos, que quedan, además de huérfanos, desorientados sobre su incierto futuro. A partir de aquí, las decisiones que irán tomando los niños, los roles y posiciones, conformarán todo un microverso quetiene un único fin: hacer que todo siga exactamente igual, pese a que hay un gran y terrible secreto que se han obligado a no revelar jamás. Así, Clayton muestra su gran sensibilidad narrativa al no juzgar a estos niños, pero tampoco colocarles en una situación peyorativa, ni exacerbada, ni lastimera, sino dejando de lado el tedioso psicologismo de los adultos y observándoles como una organización que, aun insólita, es autónoma. La llegada de un ignoto padre (un destartalado Dirk Bogarde) abrirá aún más incertidumbres, pues los niños irán descubriendo que no ha venido precisamente para ayudarles, sino más bien en beneficio propio. Habría que señalar, además, las apariciones de Margaret Brooks como la hermana mayor, Mark Lester sólo un año antes de su legendario papel en OLIVER y... sí, la señora Roper, aquella actriz llamada Yootha Joyce, y que aquí también hacía, mucho antes de hacerse famosa, de señora incordiante...
Una película a descubrir para quienes no la hayan visto, y una gran oportunidad para constatar que el horror se halla tras la esquina más insignificante.
Saludos.

martes, 6 de octubre de 2015

El monstruo marino



LEVIATHAN (no confundir con el film ruso), que se pudo ver en el SEFF de hace tres años y obtuvo el premio a mejor documental, además del FIPRESCI en Locarno, es, en mi opinión, uno de los films más grandiosos y necesarios de los últimos tiempos, tanto como una de las experiencias más terroríficas y desagradables que he tenido la oportunidad de ver últimamente. Se trata de un brutal documento sobre el trabajo en un gran buque pesquero en alta mar, pero la gracia del asunto es que usted no verá la dedicada e interesante filmación a cargo de dos documentalistas con más o menos ingenio y oficio para fijarse en el detalle. No. Olviden cualquier documental que hayan visto antes. LEVIATHAN es, más que un golpe a los sentidos, una inmersión abrumadora en el mismo vórtice del horror cósmico de Lovecraft, porque, por una vez, no vamos a ser el pescador, sino el pescado... A Párável y Castaing-Taylor (autor de la imprescindible SWEETGRASS), que en un principio pensaron en una narración convencional e ilustrativa sobre uno de los trabajos más duros que existen, se les iluminó una bombilla en el último momento y estructuraron doce cámaras GoPro de manera que su intervención fuese tan nimia que apenas suponga un par de planos de los propios pescadores. El resto es una sinfonía aterradora de peces descuartizados, gaviotas fantasmales, redes monstruosas, la espuma del mar que es devuelta con cada embate, la sangre sobre la madera... El paladar se vuelve salado entonces, la cámara parece implorar que la salvemos de sus constantes inmersiones; el agua es ahora el cielo, y el aire, negro, se expande por sobre las gaviotas bocabajo. La cámara sigue a la red mientras lo arrastra todo a su paso y de ella se desprenden miles de pequeñas estrellas de mar... El cielo está bajo el mar; el cosmos está bajo el mar.
Amenábar dijo el otro día que quizá era un poco masoquista, porque si no no puede explicar que siendo tan miedoso siga haciendo películas de terror, y que le gusten tanto. Yo tengo fobia a las grandes masas de agua...
Saludos.

lunes, 5 de octubre de 2015

D. W.: El padre del cine #32



No sabría cómo hablar sobre INTOLERANCE sin repetir lo que tanta y tanta gente ya ha dicho sobre ella. Es una obra maestra, sí. Adelantada a su tiempo, sí. Con un diseño de producción que yo creo que no se ha vuelto a repetir, y que a Griffith le llevó a la ruina. Que tiene un guion tan demencialmente ambicioso que nos lleva desde la fastuosa Babilonia de Belshazzar a un callejón donde los canallas esconden sus trapicheos. O cómo la Pasión de Cristo es enlazada a la masacre de los hugonotes en la Noche de San Bartolomé. Todo ello conforma un film incatalogable, inclasificable, sin ningún asidero para los detestables manuales de crítica actuales y poseedor de una virtud que mucho me temo ya no volveremos a ver jamás: la ilimitada capacidad del artista para reinventarse. No hablaré tampoco, porque no es justo, de cómo Griffith acalló a quienes le acusaron de reaccionario y racista, porque INTOLERANCE, si es algo, es una celebración de la humanidad en toda su diversidad, pero sobre todo es un emocionante híper-fresco que redunda incansablemente en la victoria del amor, el gran enemigo del ansia destructora del hombre. Es una película, si debo resumirla (aunque no debo), sobre los pequeños actos y los grandes acontecimientos, sobre la matanza organizada por el miedo a quienes no piensan como uno mismo y sobre cómo unos trabajadores (la policía) es capaz de abrir fuego sobre otros trabajadores que reclaman su derecho a la huelga. Es esa gigantesca recreación de Babilonia, pero apenas para fijarse en una esquina de ese antiguo imperio, justo para hablar de las dificultades de un joven para enamorar a una chica indómita. Quizá sean las guerras las que han separado a la humanidad a lo largo de su historia... El amor es lo que vuelve a unirla... Siempre ha sido así...
Griffith filmó esto.
Saludos.

domingo, 4 de octubre de 2015

Rincón del freak #207: Cuchillas y mazmorras... un mundo infernal



Siguiendo con el informal repaso a la irregular saga de Freddy Krueger, digamos que la tercera pasa por ser, quizá, la más digna y entretenida, aunque su director, un debutante Chuck Russell que luego tocaría el cielo con la inmortal THE MASK, prefirió dar un giro a la franquicia hacia su público natural, que no es otro que el juvenil, y del que Wes Craven nunca ha renegado en sus films. Así, A NIGHTMARE ON ELM STREET: DREAM WARRIORS es una mezcla de las andanzas del carnicero con cuchillas en los dedos y el formato "Dungeons & Dragons", que por aquel 1987 copaba casi cualquier resquicio de la fantasía adolescente, con su celebración desatada del juego de rol.
Vista hoy, y exceptuando otro debut remarcable, el de Patricia Arquette, se comprende por qué fue tan popular en la época, pero sólo desde un punto de vista que recoja sin mayores reparos todo lo que supone una producción conscientemente orientada a aquellas hordas y vástagos de la laca (memorable el peinado de la hermosa Jennifer Rubin) y el heavy metal (el cierre corre a cargo de los olvidados Dokken). En fin, que aun con todas sus deficiencias y "licenciaturas", aún contiene algunas escenas bastante sugerentes y que adelantaban a un director con talento y carisma, como la imagen que ilustra esta entrada y que remite directamente al Fausto de Murnau, el engullimiento literal de la pobre Patricia Arquette por un Freddy convertido en gusano gigante o el sentido guiño, ya al final, al stop motion de Ray Harryhausen. Resumiendo, una película sin grandes pretensiones que ha quedado como gran curiosidad a descubrir para las generaciones venideras menos acomodadas.
Saludos.

sábado, 3 de octubre de 2015

El vahído



Si les interesa la figura de la directora británica Carol Morley, lo primero que deben hacer es buscar DREAMS OF A LIFE, un fascinante documental que pasó increíblemente desapercibido hace tres o cuatro años. THE FALLING es su segundo trabajo, ya inmersa en la ficción, y el resultado, sin ser desalentador, muestra una carencia a la hora de remontar el guion que la propia Morley ha escrito. Puede que por el error en el que suelen caer los directores primerizos, de querer abarcar demasiados aspectos sin lograr centrarse en el meollo, y dispersando el conjunto en vericuetos que le van restando empaque y solidez. Se ha hablado (he leído) de la semejanza con PICNIC EN HANGING ROCK, la obra maestra de Peter Weir, y sin que yo lo rebata, lo cierto es que hay otro film, también británico, en el que lo encuentro más reflejado. Se trata de IF..., de Lindsay Anderson; y al igual que en aquél, la excusa ex machina importa menos que la justificación de la actitud rebelde contra un sistema, el educativo, directamente represor y retrógrado, incapaz de entender a los espíritus contradictorios. En lugar de ello, Morley ralentiza el tempo a base de filmar adolescentes desmayándose, fumando o bailando; fascinada por los atuendos y peinados sesenteros, la sensación general es la de estar a gusto con lo que se ve, sin intentar dar un paso más allá. Al enésimo vahído empecé a mosquearme...
Saludos.

viernes, 2 de octubre de 2015

Días chungos en la trastienda de la repostería



De un tiempo a esta parte han proliferado las películas que han estilizado la violencia hasta convertirla en algo incluso atractivo. No es que yo comulgue mucho con esta tendencia, pero siempre dependerá del ingenio empleado para continuar con la historia coherentemente tras la vorágine y una vez el director nos ha demostrado sus dotes para el ballet alucinatorio. Esto ocurre en HYENA, y no lo esperaba, aunque el director Gerard Johnson ya había apuntado alto con TONY, su opera prima en 2009. HYENA empieza casi como una "naranja mecánica" vuelta del revés; los policías son corruptos hasta la médula, confiscan la droga que luego se meterán en inacabables fiestas privadas, y usan sus influencias para salir limpios mediante una red de sobornos. Y aun así, aunque sus actos son conocidos, conforman un equipo intocable, porque ellos son los únicos capaces de ir al meollo de la podredumbre; ellos se manchan las manos para que los chupatintas estén tranquilos echando barriga. Pero necesitan su tajada, y cuando el asunto se descontrola la placa vale menos que los calzoncillos. Es HYENA, después, un artefacto mucho más controlado, con un guion duro y coherente, y unos personajes de carne y hueso, nunca superhéroes, sino gente a la que todo se le puede ir de las manos en un segundo. Un magnífico ejercicio de estilo ultraviolento y con un mensaje moral más que inquietante, pero que en su recta final se convierte en uno de los mejores thrillers de la temporada, nada más y nada menos.
Una sorpresa.
Saludos.

jueves, 1 de octubre de 2015

Luz y espacio



... Que dice Jean Becker que lo de la Nouvelle Vague, que no vale oiga, que es malo y nocivo y que era mejor Fernandel... O Louis de Funes, vaya usted a saber. Me pregunto si en ese plumazo que derriba el acontecimiento cinematográfico europeo más importante de la historia también estaba incluido el que, sin pertenecer a ella, es considerado padre putativo y deontológico del movimiento, Robert Bresson. Lo digo porque vi hace poco una película que es demostrativa de cómo el auténtico valor de un cineasta queda reflejado en los trasvases y referencias que otros artistas van recogiendo y empleando para conformar su propio discurso. LA SAPIENZA es una especie de Bresson timidillo, sin demasiado convencimiento de desatar su influjo y confiando en que el espectador avispado sea capaz de desentrañar toda la honestidad con la que su director, el muy interesante Eugène Green, expone su historia, que sencillamente habla de cómo nos sentimos pequeños e impotentes ante la magnificencia que no podemos ni tan siquiera reproducir, imposibilitados por tanto para crearla. Es una historia de arquitectura, escultura, pintura, música, cine... Pero también es una historia sobre las personas, sobre cómo seguimos siendo imbéciles, aun cultos, recluidos en nuestra cáscara de confort temporal, mientras la maravilla del mundo se despliega incesante, sin que lo notemos excepto en esas contadas ocasiones en las que, por ejemplo, un genio descreído y apático descubre que el único sentido de su existencia es tener la oportunidad de legar su conocimiento a un joven que sí está preparado para aprender.
Es una buena palícula, con una fotografía excepcional y un uso de la música maravilloso, pero adolece de una lentitud que su director no maneja bien, aunque el consciente "modelaje" de los actores afloje (afortunadamente), evitando así convertirse en un remedo de ese señor que según Jean Becker era un patán que no quería que la gente viera películas... En fin.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!