viernes, 3 de junio de 2016

El zorruno



Me encanta el cine de Ben Wheatley, no lo oculto, y esperaba con ansias la llegada de HIGH-RISE, la ambiciosa adaptación de la celebérrima novela de J. G. Ballard, con la que el director británico debería haber despejado todas las dudas acerca de su "inusual" talento y el lugar que de verdad le corresponde en el panorama cinematográfico actual. Desgraciadamente, la película perece por asfixia, colapsada bajo los titánicos esfuerzos de Wheatley y su guionista habitual, Amy Jump, por no parecer demasiado gamberro ni todo lo contrario. El primer error es respetar la época ¿para qué? Ballard ideó un relato de horror kafkiano que ponía al hombre actual frente a sus propias contradicciones morales y lo enclavaba en un gigantesco edificio como paradigma de una sociedad vertebradamente vertical; la película respeta el espacio único, lo instaura como universo de entidad autónoma, pero le fallan los personajes, curiosamente algo que no debería importar, pero que sí importa cuando decides poner al frente a actores como Tom Hiddleston o Sienna Miller, y mucho menos un incomprensible Jeremy Irons. El primero, protagonista absoluto, mantiene el tipo mientras la película desarrolla su excelente primera parte, tirando de flema y su enorme talento para sugerir en vez de mostrar; el resto es una comparsa que aparece aquí y allá, pero que no están bien definidos, por lo que son dolorosamente deglutidos en la orgiástica segunda mitad de un film demasiado largo, que no es ninguna bazofia pero en modo alguno eleva el nivel de maravillas como SIGHTSEERS o KILL LIST, y ni siquiera logra alcanzar el tono alucinado de A FIELD IN ENGLAND, a la que intenta parecerse por todos los medios.
¿Domesticado?... La próxima se anuncia con Armie Hammer y Brie Larson. Ustedes mismos...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!