jueves, 29 de septiembre de 2016

El sonido oscuro



El británico Peter Strickland pertenece a esa estirpe de "raros" que tanto han proliferado de un tiempo a esta parte. Directores jóvenes, de acusada cinefilia y gestos que identificamos brevemente con tener un pie en un sitio y en otro, en este caso más bien un tiempo y otro, éste y otro. Reconozco que lo he descubierto hace relativamente poco y que solamente he podido acercarme a su aún corta obra con la calma que da la desconfianza de quien recela de cualquier modernidad vacua. Así, me encontré viendo BERBERIAN SOUND STUDIO (título hipster donde los haya), una imposible mezcla entre Argento, Lynch y Gilliam, que Strickland pretende domesticar a base de autoimponerse cartujo dominio de un artefacto que corre el peligro constante de deflagrar por implosión. Sin embargo, lo logra, en parte, gracias a la esforzada interpretación de Toby Jones, que nos recuerda que es un actor kafkiano por los cuatro costados y que no necesita de gestos innecesarios para mostrarse creíble en una historia que no haría justicia al término "delirio psicótico"... Un ingeniero de sonido de (suponemos) la BBC setentera llega a Italia, al estudio del título, para intentar relanzar la decadente carrera de un (suponemos) maestro del giallo en su última película; el problema es que, poco a poco, y pese a ser recibido con entusiasmo, su presencia cada vez será más anecdótica en las psicotrópicas sesiones de grabación,hasta el punto de entrar en una espiral de desconfianza en la que ficción y realidad llegan a ser indisolubles. Efectivamente, Strickland filma con depurada devoción lo que (suponemos) fue aquella época de artesanos entregados a una tarea casi religiosa, pero la artificiosidad se apodera más de una vez de la narración y casi podemos afirmar que, en un momento dado, importan más las lechugas machacadas y las cortinas de terciopelo que intentar averiguar qué está pasando exactamente, porque tampoco es que importe mucho...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!