jueves, 6 de octubre de 2016

Postulados para la violación de la realidad #1



Nos cogió de sorpresa, a contramano, la muerte de Abbas Kiarostami el pasado mes de Julio, por lo que el director iraní, como no podía ser de otra forma, obtiene una plaza en el blog que irá desgranando su filmografía, vital para entender esa otra forma de observar la realidad desde una cámara de cine. En su caso, aún más radical, si cabe, por haber sido capaz de desarrollar una mirada única y certera desde el epicentro de un país, Irán, que salta de dictadura en dictadura, donde a los creadores libres se les cercena su derecho a expresarse y donde la libertad misma es apenas un reducto de poder para controlar cuerpos y mentes. Kiarostami denunció todo esto con tranquilidad y sapiencia, sin caer en lo obvio y optando por el poder de quien se sabe en posesión de la razón, porque ese es el poder de la cultura frente a la barbarie.
Y eso que los primeros trabajos de Kiarostami fueron encargos de su gobierno, allá por los primeros años setenta, documentos de corte instructivo que aleccionaba a la población acerca de las buenas conductas, disuadiéndoles de los peligros de tomar decisiones unilaterales... Como NAN VA KOUTCHEH (EL PAN Y LA CALLE), probablemente el primer trabajo serio de su director, producido por el "Instituto para el Desarrollo Intelectual de los Niños y Jóvenes Adultos" (el nombre es completamente cierto), su argumento no puede ser más simple y, al mismo tiempo revelador. Seguimos a un niño por calles desiertas y angostas, el niño lleva una hogaza de pan bajo el brazo y, en un momento dado, duda sobre qué camino coger; sigue a un hombre mayor, pero se da cuenta de que no va en buena dirección. Cerca de su casa, un perro, hambriento, se le acerca. El niño le lanza un poco de pan para calmarlo y corre, el perro le sigue hasta su misma puerta, donde la madre, salvadora, le abre y deja al perro fuera...
Si nos dijesen que se trata de una elaborada metáfora sobre la relación entre individuo y Estado, creo que hasta deberíamos tenerlo en cuenta...





Dos años después, en 1972, Kiarostami abunda en su tema más recurrente, la infancia, para entregar un cortometraje en el que se empiezan a ver claramente constantes de su cine, como el principio revelador, el desarrollo cinemático y el final en abierto, contraviniendo cualquier convención cinematográfica al uso. ZANG-E TAFRIH (LA HORA DEL RECREO), sin palabras, eleva un discurso elocuente sobre el desamparo de la infancia, la incomprensión de los mayores y lo efímero de aquellos pocos momentos de felicidad, que se desmigajan para no volver. Un niño llora desconsolado en el pasillo de la escuela, el profesor (del que sólo vemos las piernas) está a su lado; al fondo, una pizarra contiene el lema "Dara ha roto la ventana". En un recurso magistral, el fondo se desenfoca, borrando el rostro del niño y mostrando, en primer plano, el agujero en el cristal. El niño sale a la calle con el balón, el cuerpo del delito, pero no puede evitar intervenir en partidillo justo al lado del colegio. Luego vaga por los campos, las calles, llega a una carretera y se queda sin saber qué hacer, porque quizá la conciencia hace su trabajo, lenta pero inexorable...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!