sábado, 7 de enero de 2017

La cabeza sobre los hombros



Si sorprendente fue la noticia del fallecimiento de Carrie Fisher, aún más lo fue el de su madre, la gran Debbie Reynolds, sólo un día después. Reynolds ha sido, es y siempre será una excepcional actriz pegada a un papel, el de CANTANDO BAJO LA LLUVIA. Y por ello es una lástima perderse un puñado de magníficos trabajos suyos a lo largo de más de cincuenta años de actividad. Siempre ha estado injustamente catalogada como "esa joven pizpireta que canta y baila", cuando tiene trabajos tan sólidos como el que hizo en 1956 en THE CATERED AFFAIR, una de las mejores y más olvidadas películas de Richard Brooks, otro enorme artista al que nunca se ha reconocido como merecería. Y no se trata de una empresa fácil, Reynolds tuvo que brillar con luz propia a la sombra de dos monstruos, nada menos que Ernest Borgnine y Bette Davis, que literalmente revienta la pantalla en unos primeros veinte minutos magistrales y que ya le hubiese gustado dirigir al señor Iñárritu... Y es curioso, porque aparentemente estamos ante un drama familiar de aspiraciones modestas, y no ante un depurado ejercicio de estilo, pero se nota la potencia del texto original de Paddy Chayefsky y la ágil adaptación que hizo Gore Vidal para contarnos la historia de una chica de extracción humilde que va a casarse con un muchacho de familia bien, pero que han decidido tener una boda austera para no incomodar a nadiel, e incluso aprovechar el viaje de un amigo en coche a California como improvisada luna de miel. A partir de ahí, el excepcional guion nos introduce en ese puñado de vidas en alguna parte, que podríamos ser nosotros, y que podría ser ahora mismo; la madre sueña con darle una buena boda a su hija, ya que ella no pudo tenerla, mientras el padre ve esfumarse la posibilidad de poseer su propia compañía de taxis, tras veinte años ahorrando pacientemente. Sin levantar la voz, sin grandes alardes, pero con unos actores inmensos (por ahí estaba el mítico Barry Fitzgerald, desatadamente "fordiano"), Brooks conduce con maestría este pequeño gran film, una joya que merece la pena por su insólito maridaje entre crónica social y melodrama. Como si Cukor hubiese conocido a Loach, o algo así...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!