viernes, 17 de marzo de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #13



En BRUTTI, SPORCHI E CATTIVI, Ettore Scola retuerce aún más su concepto de la comedia italiana y factura una película que hubiese hecho las delicias de Valle-Inclán, Artaud, Bukowski o Pasolini. Un viaje a los arrabales, a los márgenes más marginales de las ciudades, donde las personas sobreviven como animales, ajenos a las leyes ni a la moral. Una película que me ha recordado en cierta manera el cine quinqui patrio, solo que con una visión aún más pesimista, y con la que Scola empezó a cimentar su buena relación con el festival de Cannes, donde se alzó con el premio a mejor director. Un Nino Manfredi memorable, da vida a Giacinto, estrafalario patriarca de una interminable y endogámica familia, cuyo único propósito en la vida (aparte de emborracharse copiosamente) es esconder el millón de liras que una aseguradora le dio como compensación por perder un ojo, aunque fuese incomprensiblemente provocado. Así, el film es un descarnado y agrio paseo por esos lugares donde hombres y ratas conviven sin problema, y Scola puntúa cada gag con su reverso, para que no olvidemos que lo grotesco, aún sirviéndonos como elemento cómico, proviene de esa gente invisible y que sería capaz de matar por un fajo de billetes a su propio padre... literalmente.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!