viernes, 24 de marzo de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #14



La historia de I NUOVI MOSTRI, de 1977, arranca, 14 años antes, con I MOSTRI, film de episodios ideado y dirigido por Dino Risi, que aquí se unió a Monicelli y Scola para volver a dar un soberano repaso a los usos, costumbres, disfrutes y falacias de la sociedad italiana en catorce cortes de desigual intención y resultado. Algunos son apenas insertos, casi anuncios publicitarios; otros, como el protagonizado por Vittorio Gassman y Ugo Tognazzi destrozando literalmente la cocina de un restaurante, no me gustan demasiado, al igual que el segmento en el que Ornella Muti es recogida haciendo autostop. Sin embargo, hay dos capítulos que merecen consideración aparte y que por sí solos justificarían una nominación a los oscar de aquel año que hoy día nos parecería inconcebible. El primero presenta al propio Gassman interpretando a un cardenal cuyo coche oficial se queda estropeado junto a un barrio de chabolas, y que busca cobijo en la iglesia local, que ha sido literalmente tomada por los vecinos y una especie de líder comunista, que les ha prometido buscar la solución a su precariedad, pero, como no puede ser de otra forma, el cardenal acabará con todo el mundo orando a dios tras una devota y emocionante charla... aunque todos sigan exactamente igual de pobres que antes. El otro capítulo es una maravilla, y no es difícil encontrar resonancias del mismo en obras tan celebradas como LA GRAN BELLEZA, ya que su protagonista, el inclasificable Joan Maria Catalan Belmonte, representa al dedillo a ese esnobismo trasnochado que pulula por las calles a altas horas de la madrugada disertando sobre absolutamente todo y citando a su querida mamá como si ella estuviera delante. Alberto Sordi compone un personaje inolvidable, que seguro sirvió a Toni Servillo, y que se encuentra con el dilema de socorrer a un hombre herido en mitad de la calle, al que sube a su flamante Rolls e inicia un inacabable periplo de hospital en hospital, donde cada uno tiene una excusa para no atenderlo, aunque servirá para que sepamos las andanzas de este señorito al que esperan en alguna parte para dar una conferencia sobre alguna cosa... Alguien con talento debería haber hecho un largo con este capítulo.
Saludos.







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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!