lunes, 3 de abril de 2017

El amor en paraísos remotos



La película "escondida" en la categoría de habla no inglesa este año, a mi parecer, ha sido la producción australiana TANNA. Quizá por ir sin mucho bombo, por ser una producción de 2015 o por ser, probablemente, la primera película que se ha hecho en la lengua nativa de Vanuatu, un minúsculo país de la Polinesia, además de contar con actores no profesionales, nativos que ni siquiera habían visto una cámara en su vida.
Hubo un momento en el que autores como Werner Herzog y, sobre todo, Jean Jacques Annaud, supeditaban sus obras a unos límites autoimpuestos, en busca de una autenticidad que, en el peor de los casos, solía dar apenas un exotismo vacío. El caso de TANNA es así, una historia de amor simplona, que hemos visto miles de veces, pero que funciona por un par de factores que la salvan del ridículo más absoluto. Primero su espectacular fotografía, obra del también director Bentley Dean, que es capaz de trasladarnos a un paisaje exuberante, mezcla de selva impenetrable y volcanes en constante erupción. Pero más importante es la extremada concisión de su guion, somero y discreto (por lo respetuoso), que nos lleva de la mano a conocer a Dain y Wawa, enamorados pero pertenecientes a clanes rivales, lo que hace completamente imposible su unión.
Una curiosidad para quienes busquen excentricidades elocuentes y mesuradas, y que puede que en un futuro pueda tener cierta veta a explotar, si es que se hace con cautela y rigor.
Se puede ver, y, sí, llegas a acostumbrarte del todo a la desnudez.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!