viernes, 30 de junio de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #26



ROMANZO DI UN GIOVANE POVERO es la adaptación que Ettore Scola hizo, en 1995, de una historia que ha conocido diversas versiones, tanto en cine como en televisión, y que narraba la sórdida historia de este "joven pobre", Vincenzo Persico, un tipo agobiado, aplastado por su propia incapacidad para desenvolverse en el mundo. Entrado ya en la treintena, vive con su madre viuda, que lo fustiga constantemente con las "grandezas" de su difunto padre, y le recrimina el no tener un trabajo "como es debido", por lo que su nivel de vida ha decaído notoriamente y cada vez es más complicado mantener las apariencias. La solución a los problemas de Vincenzo se encarnan en su vecino, un anciano que vive anclado en el pasado y que le narra cómo conoció a su mujer, una bella cabaretera de un impreciso país del Este, que con los años se ha convertido en un peso muerto que se dedica a sestear y comer helado. El vecino urde un tétrico plan para que Vincenzo acabe con la vida de su esposa, así él obtendrá la mitad del caudal que la misma guarda en una caja de sombreros y el otro quedará libre para flirtear con la joven que regenta un puesto frente a su casa.
Scola filma una comedia negra, brillantemente costumbrista, que plasma con agudeza las muchas caras que puede contener una comunidad vecinal aparentemente anodina; como inane es el personaje principal, un tipo que estudió, o que hizo como que estudiaba, para terminar aplastado en trabajitos sin futuro ni remuneración. El tránsito de éste, hasta convertirse en un ser despiadado y amoral es el sustento de este chabroliano relato, en el que Alberto Sordi hizo su última y magistral interpretación y que merece la pena rescatar del olvido para constatar el gran narrador que fue Ettore Scola, cualquiera que fuese el género que tocara.
Saludos.

jueves, 29 de junio de 2017

Épica del émulo



Hace ya muchos años que vengo sosteniendo la idea de que uno de los films que más daño le han hecho al cine moderno es MULHOLLAND DRIVE, de David Lynch; no es que le tenga especial odio a la película, que me aburrió la primera vez que la vi, me entretuvo la segunda y sólo me empezó a gustar en un tercer visionado. No, el problema es otro, y es que Lynch tiene mucho talento, y no todo el mundo puede decir lo mismo, y fragmentar una historia, sumergirla en los pantanos de lo onírico, o emplear la desesperante técnica narrativa de "una historia dentro de una historia dentro de una historia...", si no se parte de un material plausible, seguramente desembocará en el más injustificable de los despropósitos y/o pedantería. Le ocurre, por ejemplo, a BOTTOM OF THE WORLD, segundo trabajo de Richard Sears, tras nada menos que veinte años sin estrenar nada. Se trata de una película que creo que toma el camino equivocado desde el primer instante, y que tras un arranque prometedor prefiere no mantener una estructura más o menos lineal y desparramarse por los cerros "mulhollandianos". Yo no entendí nada, y no porque te estén descubriendo la piedra filosofal, sino porque el metraje está repleto de situaciones inconexas, frases sin sentido, lugares comunes e interpretaciones limítrofes con lo penal. Con una excepción (que por eso no la pongo el Domingo), Jena Malone, una de esas actrices que merecerían mayor atención por parte de la industria y capaz de contener en su apariencia mundana tanto a la vecina de al lado como a una irresistible vampiresa. Lo único que puedo salvar de esta película a la que sólo puedo poner un calificativo: innecesaria.
Saludos.

miércoles, 28 de junio de 2017

El muro se paga solo



Lo dijo Trump. Ahora puede que proliferen pelis sobre muros, construidas alrededor de muros, dentro o fuera de los muros. Películas limítrofes, inenarrables, dislocadas, sacadas de contexto, como THE GREAT WALL, una película tan mala, tan mala, que trasciende su propia maldad y acaba gustando ¿Por qué? Pues porque al otrora gran cineasta Zhang Yimou lo han engatusado para dar lustre a una producción convencional y él la ha convertido en otra cosa ¿Que queréis un blockbuster galopante y ruidosísimo? Pues yo me tiro por otro lado, por las no siempre tan justificadamente reivindicables subproducciones de la factoría Hammer. Esto es: guion descabellado, cuando no directamente inverosímil; efectos especiales realizados en serie, de los baratitos; y un par de cabezas visibles que den relumbrón al montante, que en este caso, aparte del propio Yimou, son nada menos que Matt Damon y Willem Dafoe. En fin, una cosa... no sé cómo explicarlo... Marciana, rayando la broma pesada, con algunos momentos deliciosamente delirantes, como de los años ochenta y otros (probablemente los que le han dejado al director de SEMILLA DE CRISANTEMO) de una belleza formal que te deja pensando un rato si no habrán unido dos películas en una. Yo, insisto, creo que hay que verla, aunque sólo sea para poner a prueba nuestro grado de pedantería cuando hemos defendido lo de los siete vampiros de oro como una "película de culto"...
Saludos.

martes, 27 de junio de 2017

El problema de la gestación subrogada



Y, bueno, hablemos de BEN-HUR'16, la ¿puesta al día? de la clásica y multiversionada novela de Lewis Wallace, y uno de esos títulos que pertenecen por derecho propio a la cúspide de lo que los nostálgicos conocemos por el Hollywood de los grandes estudios. Este BEN-HUR, dirigido por el ruso Timur Bekmambetov, es otra cosa, muy diferente a la demoledora obra maestra de William Wyler, y ya ni hablo de la primigenia de Fred Niblo. No se lleven a engaño, porque precisamente no es casual que haya una hora y media menos de metraje en esta versión, o que la celebérrima escena de la carrera de cuádrigas sea el fin que justifica una hora y pico de actores recitando gracietas del método. El problema de este BEN-HUR no reside en su valía artística, que en su justa medida la tiene, y no es mejor ni peor que la avalancha de títulos que Estados Unidos escupe cada temporada, repitiendo cánones encorsetados; no, el problema es que se ha tomado demasiado en serio a sí misma y ha terminado siendo lo que su director representa: un vientre de alquiler para cineastas que no están por la labor de manchar su buen nombre con una adaptación que, digámoslo ya, era simplemente innecesaria. A mí me parece bien que estos directores, foráneos en su mayoría, aterricen en América sin complejos, dispuestos a hacerse cargo de estos "elefantes blancos", que sólo sirven para recaudar y engrasar la maquinaria, lo que ya me mosquea desde hace tiempo es precisamente qué hacen los otros... He ahí una cuestión que le tocaría desentrañar a algún crítico más sesudo que servidor. Por otra parte, si este verano quieren una siesta plácida aquí tienen un buen somnífero si lo ponen al volumen adecuado...
Saludos.

lunes, 26 de junio de 2017

Coco o músculo



Con una película como LIFE, es mejor no andarse con rodeos, no hace falta para pasar un ratito entretenido viendo las andanzas de un grupo de astronautas que han descubierto una forma microscópica de vida en una misión a Marte. Lo que Daniel Espinosa (que pese a su nombre es de origen sueco) propone es una relectura, en clave de descarada serie B, de ALIEN. Lo dicen casi todos los críticos, lo digo yo y lo puede decir cualquiera con total tranquilidad, porque es lo mismo, solo que con menos tensión (algunos momentos rayan el cansinismo) y apenas un par de guiños al cine gamberro, del que evidentemente no forma parte, pero del que recoge un par de apuntes en forma de escenas truculentas. Sorprende el reputado elenco, con Jake Gyllenhaal y Ryan Reynolds al frente (aunque éste sale poco), que salva la función más de una vez, justo cuando parece que todo se va a ir al traste de lo vergonzante. Y poco más. Que el bicho en cuestión no es demasiado impresionante, además lo vemos evolucionar desde el principio, por lo que el elemento sorpresa no ha lugar, y tampoco se logra la previsible atmósfera claustrofóbica, de saberte amenazado en un sitio tan inhóspito como el espacio exterior. Una película que se deja ver, se olvida fácilmente y luego a otra cosa, sin más.
Saludos.

domingo, 25 de junio de 2017

Rincón del freak #274: Sólo los imbéciles pueden autoexterminarse



ENCOUNTERS es una de esas películas incomprensibles que proliferan de un tiempo a esta parte, extendiéndose como una epidemia fatal, dispuesta a tragarse cualquier atisbo de calidad y coherencia. Además, es danesa... Imaginemos la constante nórdica de preguntárselo absolutamente todo, de desconfiar de lo sobrenatural por decreto, pero que al mismo tiempo esto sea el eje principal sobre el que rota esta mamarrachada. Primero porque no tengo ni puñetera idea de a qué van estos cuatro insensatos a rodar una bazofia de serie Z a un bosque perdido en Suecia, aunque ahí había una veta, la de los chistes que los daneses no paran de hacer sobre los suecos... Eso habría estado bien, pero hay otra cosa más importante, que no es otra que emular aquello de la bruja de Blair, que se ha convertido en un recurso simplemente insoportable. Los tipos lo graban todo, y tampoco sabemos por qué, pero así es. Y ahora, la trama: cuando llegan al sitio (como ya dije, el culo del mundo) se preocupan mucho porque hay unas luces que brillan, pero no ven nada, y entonces uno de ellos desaparece y luego aparece, pero lo divertido es que, suponemos, hay unos extraterrestres que cosechan humanos, los clonan y... bueno, no sé. Luego entran en un búnker militar, que sería la única localización barata aparte del bosque, pero no pasa nada excepto que se ponen a correr por los pasillos. Fin.
Moraleja: ningún sueco va a ir en tu ayuda si una nave gigante extraterrestre está iniciando el proceso de abducción en su país, por eso lo de "hacerse el sueco"...
A von Trier le encantaría...
Saludos.

sábado, 24 de junio de 2017

Un héroe etéreo



PHANTOM BOY es una pequeña producción animada, que no sería muy relevante de no ser por dos detalles: está hecha en Francia y a mano. Y en un mundo, el animado, en el que sólo parece haber dos competencias verdaderamente fuertes, la maquinaria digital norteamericana contra la filigrana artesanal japonesa, de vez en cuando surgen propuestas como ésta, desprejuiciadas joyitas en las que disfrutan tanto los más pequeños como los mayores. La historia no es muy original, y vuelve al eterno dilema del villano que va a dominar toda una ciudad y un improvisado héroe dispuesto a pararle los pies. Sin embargo, la originalidad proviene de que este héroe es una especie de proyección astral, el "chico fantasma" sale literalmente del cuerpo de Léo, un chaval de 11 años que sufre una grave enfermedad que lo mantiene en el hospital, a la espera de una cura. Así, se juega con el interesante silogismo del poder de la imaginación, pues a lo mejor toda la acción está únicamente ocurriendo dentro de la fantasiosa mente de Léo, que imagina una vida más allá de las paredes, sin límites aparentes. Con las voces de, por ejemplo, Audrey Tautou o el gran Jackie Berroyer, PHANTOM BOY es una de esas rarezas que te dejan con buen cuerpo, un film sin pretensiones vanas, apenas construir un artefacto muy entretenido para todas las edades, que no es poco hoy día para un film hecho enteramente a mano.
Saludos.

viernes, 23 de junio de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #25



MARIO, MARIA E MARIO puede, debe ser considerada como una película de transición, menor si se quiere, en una filmografía vasta y repleta de momentos fulgurantes. De nuevo escrita junto a su hija Silvia, pretende amasar dos líneas narrativas difíciles de conciliar. Por un lado, la primera hora abarca prácticamente por entero la crisis del PCI, concentrada en mogollónicos mítines asamblearios que harían las delicias de Pablo Iglesias. Por otro, otra crisis, más íntima, la del matrimonio formado por Mario y Maria, que han sido felices hasta que la monotonía se les instaló en el comedor, justo frente a la tele. Otro Mario, amigo en común, comunista amistoso, intenta solazar a la pareja endosándoles un discurso pseudopoliticista que ahí le hubiese venido bien a Santiago Carrillo, pero cuyo efecto no es el esperado, ya que Maria cambia a un Mario por el otro... Y no le va bien a Scola tanto descosido y remendado, y menos prescindiendo de sus impagables golpes de humor socarrón y firmando un tibio panfletito que a lo mejor no era más que una carta despedida a aquel partido, quién sabe...
Saludos.

jueves, 22 de junio de 2017

Jarabuchina mental



No tengo ni la más mínima idea de qué tenían en mente Ben Affleck y Leonardo DiCaprio cuando decidieron adaptar la novela de Dennis Lehane, pero sí sé que se trata de una de esas temibles películas "Frankenstein", compuesta de otros tantos trozos de otras tantas películas, sean conocidas, legendarias o ignotas. E incluso podríamos afirmar que podría ser un lujoso piloto para "Boardwallk Empire", pero no es tan lujosa ni tan ingeniosa; en realidad, LIVE BY NIGHT parece un compuesto artificial, artificioso, que, quizá víctimas de una droga potente, nos daría para decir que es una genialidad, una película de gangsters hecha de la misma manera que la habrían hecho Wellman o Curtiz, con toda esa chulería barroca y fantasmal de quienes miran al revólver de frente y con media sonrisa. Pero no, no puede ser, no puede armarse su discurso, no se sabe si nos están contando CASINO, o CASABLANCA, o de repente ha llegado la trascendencia expresionista de Thomas Anderson para desembocar en unos diálogos sonrojantes, sin ritmo, presentando a los personajes como si fueran invitados de piedra. No sé, lo desconozco, pero para estas cosas tan raras yo tenía un profesor en EGB que nos miraba como Fumanchú y nos decía que nos peináramos, que con esos flequillos todo en la cabeza era una empanada, una jarabuchina mental. Y olía a Álvarez Gómez bajo su chaqueta gris cemento...
Saludos.

miércoles, 21 de junio de 2017

La ebriedad del poder



Hay quien, en un comprensible arrebato simplificador, transcriba el arranque de SUBURRA en una mera parafernalia muy a caballo de los fuegos artificiales sorrentinianos y el cine neomafioso de Garrone. Nada de eso, o quizá un poco, pero no lo bastante como para no saber ver lo que esta estupenda película es capaz de ofrecer por sí misma, que yo he identificado muy al fondo de su trepidante ritmo, que debe ser lo que la ha catapultado en la taquilla italiana. SUBURRA (vulgarismo con el que, desde la época del Imperio Romano, se conoce a los suburbios de más baja extracción social) pone, expone e impone a través de diversas capas narrativas; es notable su coralidad bien entendida, evitando confusiones, y el encomiable trabajo de guion, que no pierde nunca el epicentro alrededor del que se van moviendo políticos y mafiosos, fundamentalmente, y toda la diversa fauna que se ve atrapada en la epidermis ponzoñosa de la corrupción, la extorsión y la lucha por no perder la posición adquirida y arañar hacia arriba, a costa de cualquier precio. Sollima realiza un trabajo de guion centrífugo, haciendo girar a sus personajes, protagonistas o no, alrededor de un motivo único, misterioso, del que sólo sabemos algunos detalles vanos, pero al que ninguno de ellos puede resistirse. Como en una noria diabólica, equidistante, el político corrupto espera que se apruebe una ley en el congreso para medrar aún más en su grupo, pero una noche de sexo y drogas acaba fatalmente, y en su obsesión por no mancharse las manos es extorsionado por el gangster que le ha solucionado el lío, por lo que tiene un nuevo problema del que intentará salir de la misma forma; y entonces aparecen tres facciones mafiosas, que de igual modo van a ir actuando para ser los primeros, quizá los únicos, en sacar tajada del tenebroso proyecto. El hijo del antiguo capo local, salvaje e irreflexivo; un sanguinario mafioso de etnia gitana, que controla a una extensa familia; y un sombrío personaje apodado "el samurái", el único al que todos parecen temer y respetar, por tener contactos en todas partes. Así, todo el film es formalmente giratorio, implicando a cada personaje con el siguiente, y sucesivamente sin que ninguno muestre interés por desengancharse de lo que no es más que una inmensa borrachera de poder; y en último término, parece asomar una extraña moraleja, que no desvelaré, y que viene a advertir que quizá un poderoso sólo puede caer a manos de alguien insignificante, a quien efectivamente no vea venir de lejos.
Tremenda.
Saludos.


martes, 20 de junio de 2017

Empatía no es simpatía



Añadimos otro nombre reciente a seguir en los próximos años. El mexicano Michel Franco, con tres películas espaciadas en los últimos diez años, está intentando un ejercicio de funambulismo que se antoja complicado de mantener en el tiempo, y no sólo porque su propuesta sea arriesgada, tomando temas poco favorecidos y atractivos, sino porque se le atisban muchas influencias, y muy dispares, pero de momento le queda camino para ser poseedor de una mirada que se sepa totalmente propia. CHRONIC es su mejor película hasta la fecha, y aun así, aun ganando el premio al mejor guion original en Cannes, aun teniendo una interpretación memorable de ese gran actor que es Tim Roth, y aun echando un vistazo a lugares donde nadie quiere mirar con una calma encomiable, lo cierto es que Franco, como también ocurre con el "asimilado" Iñárritu o los outsiders Reygadas y Escalante, no consigue que entremos de manera completa en el hermético mundo interior que propone alrededor de la (no)vida de un enfermero, tan volcado e involucrado en su complicada tarea, cuidar a enfermos en su fase terminal, que probablemente toda su vida ha quedado reducida a dicha actividad, y le ha convertido en una especie de fantasma, un hombre que sencillamente no hace nada cuando no trabaja, y del que descubrimos que tuvo una vida familiar, y que seguramente la dejó escapar. Este hombre no es simpático, es empático, y esto es algo que no está bien visto en una sociedad que valora apariencias por encima de aptitudes. Es, con muchas dificultades, lo que Franco ensaya en este acercamiento al cine frío y distante (y también brutal) de Haneke, o incluso con un ojo puesto en Chantal Akerman, pero con una diferencia fundamental: no encontraremos aquí a psicópatas, solipsistas o manipuladores emocionales, tan sólo a un hombre que ayuda a otras personas antes del complicado tránsito hacia la desaparición.
Por cierto, leerán muchas cosas y ninguna positiva acerca de su plano final. Sí, es tan malo y prescindible como parece, una autoconcesión típica de un director poco experto.
Saludos.

lunes, 19 de junio de 2017

Colapso total



El auge que está experimentando el cine coreano en los últimos años no está ni mucho menos constreñido a experiencias autorales, sino que se extiende hasta el cine comercial, desafiando quizá al gigante norteamericano, obligándole a la reinvención constante, porque los coreanos hacen verdaderos peliculones para todos los públicos. TEONEOL (EL TÚNEL) es un film de esos que están tan de moda últimamente, en los que un tipo normal y corriente se enfrenta a una situación límite, en este caso el derrumbe de un gigantesco túnel por el que pasa en su coche, dejándolo aislado del exterior, con toneladas de piedra amenazando con caerle encima, un móvil del que sólo obtiene señal en un punto concreto y un par de botellitas de agua. Kim Seong-hoon, en el que es su segundo trabajo, realiza un film inteligente, que juega con la interacción entre el hombre atrapado y el encargado de sacarle de allí, y de la incompetencia de los políticos, siempre apegados a sus intereses, y de los periodistas, que buscan el titular por encima de todo. Hay que achacarle, si acaso, una duración excesiva, la película dura más de dos horas y es complicado mantener el interés durante tanto tiempo con un entorno tan reducido, lo que la acerca peligrosamente a la monotonía, pero es un film tremendamente entretenido y que mira de frente a cualquier superproducción similar que tengan en mente.
Saludos.

domingo, 18 de junio de 2017

Rincón del freak #273: El desproposalíptico



Hoy, servicio público, del bueno, del que sus vástagos me lo agradecerán cuando crezcan protegidos, al amparo de esta guía dominical del incauto tragafilms. Y, como suele pasar, uno ve el inmediato comienzo de THE QUIET HOUR (magnífico título, por cierto) y jamás de los jamases podría atisbar la bazofia que está a punto de tragarse. Una joven entierra algo, o a alguien, mientras su propia voz en off nos pone en situación: unos extraterrestres han llegado a la Tierra y la han arrasado para poder extraer un mineral... o un gas, o no sé qué leches, que les son vitales para su supervivencia. La chica dice que apenas hay alguna hora al día en la que pueden salir al exterior, ya que el resto perecerían en el acto, así que permanece en el interior de una granja junto a su hermano ciego.
Así contada parece que la ha escrito Shyamalan, por lo menos. El problema es que toda la película, enterita, transcurre entre esas cuatro paredes, con unos diálogos zopenquísimos y dos o tres actores que parecen becarios. Ojo, no es serie B, la serie B es otra cosa, o debe serlo, porque debe ser capaz de transmitir la idea que sea sin que su economía de medios sea un lastre. Pero esto es una tomadura de pelo, poco menos que un trabajo de graduación sin un solo segundo por el que merezca la pena estar atento a la pantalla. Además ¿extraterrestres? Lo único que salen son una especie de naves ahí, a lo lejos, todas iguales, quietas, sin hacer nada...
Terrible.
Saludos.

sábado, 17 de junio de 2017

Solo contra todos



Lo dije no hace mucho y a colación de la buena impresión que me había causado un film tan aparentemente previsible como TREN A BUSAN, y, decidido a rastrear los títulos anteriores de Yeon Sang-ho, todos en un austero diseño de animación, de momento no defrauda. SAIBI (traducido, es algo así como "La falsedad" o "La falacia"), es un salvaje ataque a los fundamentalismos religiosos, que va directamente a la yugular de los desalmados que siguen lucrándose a cambio de prometer parcelitas en el cielo y que además compone un thriller seco, que al contrario de lo que su título indica no regatea al espectador, sino que prefiere confrontarlo desde el primer minuto con su desolador argumento. Empezando por su brutal e impopular protagonista, el antisocial, violento y alcohólico Min-chul, un personaje que podrian haber diseñado a medias Bukowski y Gaspar Noé, quizá el único tipo con la lucidez suficiente para ver que la llegada a su pueblo de una iglesia ultracatólica sólo persigue un fin: quedarse con todo el patrimonio local, aprovechando que el pueblo va a desaparecer para convertirse en una presa y prometiendo una nueva reubicación terrenal, aparte de la celestial, claro.
THE FAKE es una película grosera, concebida en tonos oscuros, tenebrosos, desesperanzados. Con un lenguaje tan soez que incluso llega a parecer gratuito, y algunas escenas no aptas para todas las sensibilidades, por su explicitud física, pero sobre todo por su ataque frontal a los engaños a los que las pseudoreligiones someten a quienes ven en esos charlatanes su única esperanza de salvación. Un film necesario, valiente y que por ejemplo aquí nadie tendría huevos de hacer. Ahí lo dejo.
Saludos.

viernes, 16 de junio de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #24



En 1990, y aún embarcado en las coproducciones con Francia, Ettore Scola rueda una nueva versión de la celebérrima novela de Théophile Gautier "El capitán Fracassa", de la que existe una película muda de 1929, dirigida por Alberto Cavalcanti y con un joven Charles Boyer, y otra mucho más prescindible de 1961, protagonizada por Jean Marais. IL VIAGGIO DI CAPITAN FRACASSA aporta poco al texto original y se limita a seguir las andanzas del Barón de Sigognac, un joven noble que vive en la miseria más absoluta en un castillo en ruinas y con la única compañía de un viejo sirviente, que prometió a su difunto padre que no lo abandonaría. Allí llegará una compañía de teatro, en unas condiciones no menos precarias, y con la que el Barón se marchará a recorrer un mundo del que desconoce hasta lo más simple de la existencia humana. La infortunada muerte del actor principal está a punto de arruinar una lucrativa función en la casa de un noble, pero Sigognac da un paso al frente y, sin apenas saber el texto, improvisa una actuación delirante, de la que tomará el equívoco sobrenombre de Capitán Fracassa.
Participante en el festival de Berlín, no obtuvo demasiada repercusión mediática, y aún hoy sigue siendo de los títulos menos conocidos de Scola, que tuvo aquí la última colaboración como actor del genial Massimo Troisi, que se erige en auténtico protagonista en su papel del comediante Polichinela. Una curiosidad, enteramente rodada en estudio y que merece la pena revisar a quien le gusten las comedias de época.
Saludos.

jueves, 15 de junio de 2017

Una rubia muy fresquita



Ahora que aprieta el calor de lo lindo, qué mejor manera de sacudírselo que dándose un chapuzón en una playa paradisíaca, mientras las olas elevan a los surfistas y los tiburones acechan a su merienda... El comentario no es gratuito, teniendo en cuenta la aversión que mi persona profesa a las grandes concentraciones de agua (mares, océanos, etc...), por lo que aún me sigo preguntando cómo accedí a tragarme THE SHALLOWS, si ya sabía de qué iba la cosa. Y, en fin, recomendaciones de algún bloguero imprudente aparte ¿qué quieren que les diga? Collet-Serra es capaz de filmar algunas escenas de surf muy bonitas, y hacer que el espectador sufra de manera solidaria con la desdichada protagonista, una Blake Lively a la que le sienta bien este rollo playero. La excusa está bien planteada, ya que se trata de una playa virgen por donde no pasa nadie, aunque "casualmente" la chica es estudiante de medicina, con las ventajas que ello ha de acarrearle. No hay spoilers que valgan, la cosa es muy simple, es ver a la protagonista resistiendo a base de ingenio y conocimientos el asedio de un tiburón blanco con muy mala uva. Si uno decide tirar por la credibilidad no hay tu tía, ni los tiburones de ese tamaño se acercan tanto a una playa, ni se quedan tanto tiempo merodeando, ni un bikini tan escueto puede tapar tanto en condiciones tan extremas... Ah, y sale Óscar Jaenada haciendo de sudamericano...
Saludos.


miércoles, 14 de junio de 2017

Una carrera sin meta



Me parece que es inevitable, casi necesario, desgajar las dos películas, las dos historias, narraciones o vertientes que se encuentran en el pulso y corazón de PATRIOTS DAY, la película con la que Peter Berg cuenta el terrible atentado terrorista en el maratón de Boston de 2013, al tiempo que rinde un sentido homenaje a una ciudad que se convirtió en ejemplo de colaboración ciudadana desde el primer momento para dar caza a los terroristas. Ahí, en la construcción formal de este relato expandido, Berg demuestra, una vez más, que está alcanzando cotas de maestría inauditas en estos últimos tiempos, y con la que consigue momentos de brillantez tal que uno no sabe si está viendo imágenes reales (nos consta que algunas hubo insertas) o construcciones ficcionales. Ahora bien, a todo esto le falla la consigna reflexiva, ya que sólo hay una dirección para el discurso sobre el que apoyar la maquinaria, y puede que sea mejor así, puede que sea mejor que alguien que quiere ensalzar los valores de la sociedad norteamericana simplemente lo haga, en lugar de querer quedar bien con todo el mundo. Esto lo manejaban muy bien los grandes maestros clásicos, y su legado lo recogió sin ningún temor Clint Eastwood, con el que Berg comparte su sentido de la dinámica y el no perder nunca la ubicación. Pero es necesario consignar esto y no llevarse a equívocos innecesarios, PATRIOTS DAY es cine de acción con cierto trasfondo histórico, y no al revés, y quienes quieran un discurso más atrevido intelectualmente tienen múltiples ejemplos, pero difícilmente los encontrarán en Hollywood.
Saludos.

martes, 13 de junio de 2017

Con todo el camino por recorrer



STRAY BULLETS es una peliculita evidente, demasiado. El trabajo en cadena de un grupo de amigos para ponerle en pie un temprano debut a un veinteañero, hijo del actor Larry Fessenden, que pese a tener cositas interesantes se queda en un corto alargado, repleto de lugares comunes y homenajes nada disimulados. De hecho, el grueso del film acontece en el interior de un coche, en el que huyen tres tipos tras una especie de atraco que ni siquiera es detallado, y mientras uno agoniza en el asiento trasero los otros dos discuten sobre qué deben hacer ahora... ¿A que les suena una barbaridad? Los personajes no están definidos, la trama es vaga, la tensión nula, y filmar un tiroteo a cámara lenta con el Ave María de fondo es una redundancia complicada de tragar. Todo ello con dos jóvenes alelados, muy alelados, disparando con una pistola de paintball que han sustraído, los muy pilluelos, buscando así la metáfora perfecta, porque "en este juego, aunque sólo quede uno, todos reciben disparos". Por mi parte, espero que el joven Fessenden siga puliendo sus posibilidades en futuros proyectos, no todo el mundo tiene la posibilidad de realizar un largo con su edad.
Saludos.

lunes, 12 de junio de 2017

El cine enfermo



LOGAN es un ejemplo cojonudo de lo que yo entiendo por "película enferma", una película renqueante, rezongona, fofa y casi aburrida de su propia existencia. Ahora bien ¿una mala película? No creo que ambas cosas sean incompatibles, la enfermedad es algo que se sobrelleva como se puede, pero ni dignifica ni avergüenza, simplemente nos hace replantearnos un par de cosas que antes nos habían pasado desapercibidas. En este sentido, hay dos aspectos que sobresalen especialmente: la violencia explícita y la sensación de derrota. Lo primero desmarca a LOGAN de la gran mayoría de films de superhéroes, y la deja más cerca de una realidad en la que cualquiera puede resultar herido, sobre todo con unas garras de adamantium por medio. Luego, Mangold (recordemos, director de la puesta al día de EL TREN DE LAS 3:10) inserta su historia en el corazón de todas las claves reconocibles del western crepuscular (en un momento dado, los personajes ven RAÍCES PROFUNDAS), lo que avisa de su dramático desenlace, donde ya el cómic original en el que se basa no tenía problema alguno en  realzar la estructura de vía muerta, de fin de viaje distópico y alternativo a esos X-men en constante reinvención y siempre jugueteando con su propia extinción. La película es un armatoste, demasiado larga y con la extraña decisión por parte del propio Mangold de no explotar los escasos momentos de catarsis, que pertenecen sobre todo a la imponente al tiempo que patética figura de un Lobezno que conduce una limusina de alquiler y vive en mitad de un desierto junto a un nonegenario y senil Charles Xavier, un espléndido Patrick Stewart, que transmite el enorme vínculo emocional entre maestro y alumno, como si de padre e hijo se tratara. Luego la película entra en la deriva usual de este tipo de producciones y alarga el espectáculo de disparos y miembros cercenados hasta casi las dos horas y media, y este guion tampoco daba para tanto. Aun así, en fin, no descubriremos nada ni seremos más inteligentes, pero es saludable ver de tanto en tanto que hasta los superhéroes pueden caer enfermos.
Saludos.

domingo, 11 de junio de 2017

Rincón del freak #272: Un asunto preocupante en más de un sentido



El asunto que me preocupa hoy no es tanto la ínfima calidad de la película en sí, sino el mantra en el que se está convirtiendo la productora y distribuidora Netflix, una especie de cajón desastre al que se le empiezan a ver las intenciones demasiado pronto y en el que tanto cabe una serie inmediatamente elevada a la categoría de "culto", un documental sospechosamente poco documentado, un telefilm disfrazado astutamente de cine serio o el caso de hoy, una película (y estoy siendo generoso) que parece copiar punto por punto todos los preceptos de los videojuegos, para intentar, supongo, construir un drama de acción. Ese es el problema, pensar que la traslación literal ha de surtir efecto espontáneamente, cuando lo que queda es un enorme e irrecuperable vacío. SPECTRAL, como videojuego que nunca existió estoy seguro de que funcionaría para los consumidores de este tipo de productos, pero su concepto del cine es tan pobre que se limita a mostrar a un grupo de soldados correteando de aquí para allá mientras se enfrentan a... a un... La verdad es que no tengo ni idea de a qué se enfrentan, porque parecían unos fantasmas de saldo, generados digitalmente y que al final sólo parecían tristes borrones moviéndose mecánicamente. Así las cosas, cabría preguntarse qué diablos lleva a dos magníficos actores como Bruce Greenwood y Emily Mortimer a embarcarse en tamaña tropelía... Me siguen hablando del vil metal y eso, y a lo mejor tendré que terminar por creérmelo...
Terrible.
Saludos.

sábado, 10 de junio de 2017

Qué es la pobreza



Una de las ideas más lúcidas que he escuchado viene a decir que es absolutamente imposible ejercer la revolución, llevarla a cabo, si no se está dispuesto a despojarse de todo lo que de accesorio tiene y contiene nuestra vida. Y la vida del hombre moderno es naturalmente artificiosa (bella contradicción), repleta de accesorios, adornos, cosas que solemos elevar a la categoría de iconos a los que adorar a falta de otros referentes más sólidos. De esto va, o mejor dicho quiere ir DEMOLITION, la última propuesta del realizador canadiense Jean-Marc Vallée, de un tipo, no más despreciable que otro cualquiera, que parece encontrar una verdad incontrovertible en su interior tras sufrir un accidente de coche en el que resulta muerta su esposa y él sale completamente ileso. Yo, ustedes saben, odio el tratamiento de "recurso infalible" que el cine suele dar a los accidentes automovilísticos, como si ello pudiera resolver de golpe y porrazo cualquier embrollo irresoluble en el que el guionista de turno se hubiese metido, y aquí Bryan Sipe es incapaz de mantener el pulso visual de Vallée, que le supera en todo momento. está bien que hablemos de la interpretación de Jake Gyllenhaal, que sigue buscando incansablemente su propio equilibrio entre el camaleonismo y la naturalidad, o de algunos momentos bella, sobriamente filmados con la saturación cromática de Yves Bélanger, pero hay algo mucho más importante que todo eso y que deja a DEMOLITION como un film más, quizá con una jugosa etiqueta en el reverso, un distintivo normalizador. Lo que impide que éste sea un estimable trabajo de un estimable director es lo que ya al final el personaje de Gyllenhaal le hace entender al de Chris Cooper, su enfurruñado suegro, que yo seré un poco menos revolucionario si tú eres capaz de serlo aunque sea un poco...
Saludos.

viernes, 9 de junio de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #23



En 1989, Ettore Scola dirigió dos películas. SPLENDOR, dirigida a las salas y de la que hablamos la semana pasada, y CHE ORA É, una modesta producción televisiva con la que Scola mantenía el tándem Mastroianni/Troisi, y que sorprendentemente es uno de los trabajos más redondos de toda su filmografía. Casi filmada en tiempo real, su argumento, sencillísimo, comienza con el encuentro entre padre e hijo; el primero es abogado en Roma, mientras el segundo está a punto de acabar el servicio militar y, licenciado en letras, sueña con dedicarse a escribir. Si alguien me preguntara sobre las mejores adaptaciones literarias en pantalla, esta película estaría en un puesto de honor, aunque curiosamente se trate de un guion original del propio Scola y su hija, Silvia, con lo que ello conlleva de ejercicio catártico. Estos dos hombres mantienen conversaciones banales mientras pasean, comen, beben; palabras de las que el espectador extrae toda una historia, le de dos generaciones que están condenadas a no entenderse cuanto más lo intenten, pero la mano maestra de Scola y sus dos extraordinarios intérpretes es capaz de construir la historia de esta "familia" en completo fuera de campo, y como si de un maravilloso y revelador anticipo de aquel Richard Linklater que hizo pasear tantas veces a Ethan Hawke y Julie Delpy, esta "novela filmada", evitando innecesarios y burdos psicologismos, logra que seamos nosotros mismos quienes descifremos cada intención tras lo que un padre y un hijo no son capaces de decirse sin caer en el eufemismo.
Una delicia, injustamente olvidada y que es un magisterio de economía de recursos para erigir una pequeña obra maestra.
Saludos.

jueves, 8 de junio de 2017

Una sesión agotadora



Coincido en que SPLIT es el trabajo más serio y estimable desde aquellos lejanos tiempos de SIGNS o UNBREAKABLE; una película en la que la forma sí está acompañada de un fondo de verdadera entidad, y en la que subyace (nunca mejor dicho) una doble personalidad que quizá sea su gran debilidad y lo que no permite que este trabajo vuele a mayor altura. Digamos ya que SPLIT es un actor, James McAvoy, enfrentado al reto de mostrar diferentes personajes encerrados en un solo cuerpo sin ningún tipo de modificación corporal, tan sólo un actor y su propio talento para dicha tarea. He ahí lo más interesante del film, aunque esta vez lo que falla es la trama, y por mucho que Shyamalan emplee su consabido truco de la información racionada, llega un momento en el que se pierde la perspectiva y primordialidad del argumento principal, y no se sabe si es más importante el seguimiento para encontrar a las chicas raptadas o el porqué de dicho rapto; si el despliegue de personalidades de Kevin o la lucha interna por controlar a cada una de ellas. En ese sentido, me pareció una decepción ese crescendo que anticipa constantemente a la última personalidad oculta y terrible revelación final, y a Shyamalan le podría haber quedado un film más compacto y retorcido de haberse centrado en las mejores secuencias que filma, las de los encuentros entre Kevin y la psiquiatra, donde llegamos a dudar de si efectivamente el paciente adopta una personalidad o en realidad es otra personalidad haciéndose pasar por otra personalidad... Más retorcido, imposible.
Aun así, buena piedra de toque para que el director de LA JOVEN DEL AGUA vuelva a reinar en esto del "terror inteligente y comercial".
Saludos.

miércoles, 7 de junio de 2017

Apuntes casi a punto



THE VOID es una película que todos los fans del género fantástico/terror/ciencia ficción te van a recomendar encarecidamente que veas, supongo que por cierta carestía que venían sufriendo desde hace varios años, y que apenas plasmaba en obras no del todo redondas, sino compuestas de retazos, apuntes sobre el meollo de lo que verdaderamente había venido a contar. Y lo que venía a contar era, una vez más, el siempre complicado acercamiento al universo creador de H. P. Lovecraft; esa mezcolanza de mitos extraterrenales, sentencias absolutistas sobre la inevitable derrota de la humanidad y horror cósmico, sea esto último lo que sea. El caso es que THE VOID no consigue tampoco aprehender del todo la causa lovecraftiana, y aunque contiene momentos que, sacados de contexto, contribuyen a pensar en su ascendencia, también contiene algunas licencias que la dejan a mitad de camino de tamaña empresa. De hecho, para un espectador avisado podría estar más cercana al cine de John Carpenter, ya que contiene homenajes explícitos a LA COSA, pero también al asedio de ASALTO A LA COMISARÍA DEL DISTRITO 13 e incluso a la tensión narrativa de HALLOWEEN. Se agradece una barbaridad ese esfuerzo en recrear efectos especiales no digitales, en intentar lograr que la inquietud no provenga de la explicitud, e incluso ese ambicioso final, que no me parece tan terrible como he leído y es un interesante ensayo, ahí sí, de un imposible: poner en imágenes a Lovecraft y dar forma a su decadente y abstracto concepto del terror. Una película, en suma, para ver sin prejuicios y que, sin llegar a ser ninguna maravilla, encuentra su lugar en mitad de una oferta que suele repetirse más que el ajo.
Saludos.

martes, 6 de junio de 2017

La danza del león



La otra vertiente de películas que estoy viendo con mi hija pertenece a todo lo que tenga que ver con el fascinante mundo de la danza, donde ella está dando sus primeros e ilusionantes pasos. Y un buen documental, que por cierto aún está en cartelera, es DANCER, arrebatado biopic de Sergei Polunin, inclasificable bailarín, rebelde, capaz de la más frágil ternura y la fiereza más desatada y que se retiró con apenas 26 años, cuando estaba considerado, simplemente, el mejor bailarín del mundo. Esta es la historia de Polunin, desde su miserable infancia en un suburbio de una insignificante ciudad ucraniana; es la historia del terrible sacrificio que hizo su familia para poder costear las clases de un niño con un don especial y que no podía dilapidarse, por lo que todos aportaron, e incluso Sergei no pudo ver a su padre durante los seis años que estuvo trabajando en Portugal. Es una historia de superación, sin victimismos, de voluntad, de trabajo y entrega constante, pero también de la toma de conciencia del propio Polunin de la anchura de la vida cuando obtuvo una beca para iniciar una carrera en Londres. El documental, aun con algunos problemas para cohesionar el tono total de la narración, combina una parte biográfica clara con algunos extractos del bailarín ejecutando movimientos imposibles, al tiempo que entramos en la controvertida personalidad de Polunin, que no tiene ningún problema en admitir que no puede salir al escenario si no es bajo los efectos de una potente combinación de fármacos para poder resistir el exhaustivo dolor. Un tipo curioso, un genio, denostado por sus devaneos apócrifos y quizá menos idolatrado de lo que debiera, con una carrera demasiado corta, aunque brillante como una supernova.
Un documental estupendo para disfrutar la danza, los bailarines.
Saludos.

lunes, 5 de junio de 2017

Un caramelo a la puerta de un colegio



Y me veo un día poniendo mis cinco sentidos en comprender, tomarme en serio y analizar convenientemente TROLLS, la última película con la que Dreamworks vuelve a ensayar lo del discurso propio y el asalto al reinado de Disney/Pixar. Y, una vez pasado el susto inicial, me doy cuenta de que estaba mirando en la dirección incorrecta, la clave estaba a mi lado, en la expresión relajada y satisfecha de una niña de ocho años, el público natural de este tipo de películas. TROLLS es una película que no revela nada que no hayamos visto antes, pero una vez despojada de su estúpido planteamiento argumental es cuando se ve con cierto agrado, ya que visualmente alcanza un grado de abstracción gominolesco que sólo se me ocurre comparar con un viaje de ácido en la California de los sesenta... Básicamente es eso, un interminable trasiego de colores saturados y texturas deliberadamente fluffy, que se contonea al infeccioso ritmo de Justin Timberlake y nos dibuja a una tribu protagonista que vive en una fiesta continua y un optimismo constante. Nosotros sabemos que toda la gente así que hemos conocido a lo largo de nuestra vida lo suele ser gracias a algunos "aportes energéticos adicionales", pero tampoco hace falta cortarle la diversión a los chavalines, y esa está plenamente asegurada en esta elegía al fiesteo y la purpurina, cortesía de unos seres que cagan cupcakes...
Saludos.

Rincón del freak #271: Un despropósito bienintencionado



Hablemos hoy, para rematar este paseo por el continente americano "de arriba", de una película fallida, quizá no tanto por lo que cuenta, y ni siquiera por cómo lo cuenta, sino porque su amaneramiento es identificable desde el primer fotograma. Es un ripio, que se perdona por ser ópera prima, pero a la que un poco más de sencillez le habría venido mejor que su descarada mezcla de visiones, las de los directores a los que Anne Hamilton , lejos de rendir homenaje, embala burdamente en un hato de ideíllas de escasa luz e inspiración. AMERICAN FABLE tiene momentos de humor negro que parecen sacados de los Coen, para seguidamente lanzrse por la vertiente naturalista y contenida de un Jeff Nichols, de quien toma sus paisajes abigarrados al tiempo que abiertos. Pero no es todo, porque también tiene esos momentos Malick, con niños dando vueltas por un patio y esas cosas que a ustedes les gustan tanto, y ya puestos, para rematar, la secuencia onírica de turno, que tiene de simbología lo que servidor de beato, y que uno hubiese emparejado con un David Lynch en horas bajas... ¿Y todo para qué? porque la película apunta a tantos frentes que uno se pierde inexorablemente en esta fabula "desfabulada", con interpretaciones regulares y algunas situaciones directamente mal resueltas. Podría haber sido un ensoñador alegato contra la lacra de los desahucios desde el punto de vista de una niña que ha de madurar a marchas forzadas, o un ensayo sobre si los buenos son tan buenos sólo por ser los damnificados, o si los malos realmente son merecedores de las peores vejaciones. El resultado es desalentador, y por ello apenas merece el beneficio de la duda en vista de una carrera que podría ser prometedora si es capaz de encontrar un camino y una visión propias.
Saludos.

sábado, 3 de junio de 2017

Puto



AMERICAN GIGOLO es, posiblemente, el primer trabajo en el que Paul Schrader lleva a cabo un proceso de libertad creativa íntegra, que curiosamente no había podido desarrollar por la presión de las productoras, que veían en él una especie de "Scorsese en miniatura", una fuente inagotable de "mini taxi drivers"... Y es, aún hoy y pese a las múltiples reivindicaciones que obtiene, una película injustamente tratada, quizá por adentrarse en terrenos moralmente complicados para la acomodada sociedad estadounidense, que traga la vejación sistemática de la imagen femenina pero soporta a medias que un icono de la masculinidad, en este caso Richard Gere, aparezca en calidad de "objeto". De deseo, sí, pero también de desprecio, ninguneo y fatalidad, porque esas son las tres piedras angulares sobre las que se erige el guion ideado por Schrader, que en su primera mitad es casi un tratado hiperestilizado sobre las diferencias entre la prostitución masculina y la femenina, y mucho más si es de alto standing. Schrader perfila a Julian, un ser seguro de sí mismo, que controla su vida hasta el detalle y que no permite que ningún sentimiento interfiera en su imparable ascenso económico; progresivamente, comprendemos que Julian aún tendrá un paso más complicado, que es salir de los círculos de la prostitución, ya que esto le limita a la hora de concretar relaciones sociales sólidas. Es, por tanto, el paradigma de la soledad más irrecuperable, pero que aún tendrá una posibilidad en una mujer que no es otra de tantas, sino que realmente se ha enamorado de él, y él de ella. La segunda parte del film deriva hacia un cine negro vertiginoso tras la incriminación del gigoló en un turbio asunto que ha acabado con una clienta suya asesinada. Así, Julian se ve atrapado por la policía, que le sigue los pasos, la sospecha de que alguien cercano a él le ha preparado una trampa, aunque por motivos desconocidos, y ese objeto del deseo inalcanzable que supone la mujer del senador, que al mismo tiempo puede ser su única tabla de salvación.
Filmada en perpetuos claroscuros, con la fría música de Giorgio Moroder reinterpretando un viejo éxito de Blondie y con un Richard Gere que ya nunca volvería a estar tan elocuente, AMERICAN GIGOLO es un film imprescindible para entender derivas estéticas e ideológicas de trasuntos posmodernos del propio Schrader, que en la actualidad tienen representantes de altura, como Assayas o Winding Refn, y que además es un borrador impagable de ensayo de escritura fílmica, de mestizaje de géneros, y sobre todo de insobornabilidad e integridad frente a la maquinaria de las productoras. U olvídense de todo esto y disfruten de una estupenda película.
Saludos.

viernes, 2 de junio de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #22



Hay un momento en SPLENDOR muy amargo y muy dulce, que sabe a victoria moral, y por lo tanto a derrota. El personaje interpretado por Marcello Mastroianni, dueño del cine que da título al film, ha sucumbido ante las deudas y lo ha vendido a un usurero (un notario), pero sólo le ha puesto una condición, previa rebaja de diez mil liras: que le deje darle un puñetazo en público. La cámara sigue a Mastroianni, Massimo Troisi y Marina Vlady, que ya no son dueños del cine, pero han avergonzado al notario; sin embargo, Scola retrocede la cámara y vuelve al lugar de la agresión, y uno esperaría una injuria, un exabrupto. Nada de eso, los nuevos dueños celebran con champán no sólo la adquisición, sino que son diez mil liras más ricos... Y eso es, en esencia, SPLENDOR, la constatación, ya en 1989, del desmantelamiento del cine, de los cines, tal y como los llegamos a conocer algunos, y como otros no llegarán a conocerlos jamás. SPLENDOR coincidió en tiempo y espacio con la de Tornatore, que fue la que se llevó todos los parabienes; pero ese mismo tiempo ha puesto a cada una en su lugar, y es justo reconocer que hay muy poco de esa sensiblería teledirigida en el film de Scola, y sí mucho de carta de amor y rebeldía. Desde el improbable y tierno triángulo amoroso hasta el microcosmos de esa ciudad de provincias, donde hace mucho tiempo alguien colocó una sábana extendida en la que se proyectaba el mundo y que servía para tapar las soflamas a Mussolini. Momentos cruciales, nostálgicos pero también combativos, porque Scola entiende, por ejemplo, que el cine fue el sustituto de la iglesia, compartiendo incluso sus mismas liturgias, o que el exceso de ocio ha terminado por invocar a la abulia, determinando que ir al cine es inútil cuando el mismo día la televisión programa decenas de películas... aunque no haya tiempo de verlas todas.
SPLENDOR es eso, un pequeño y encantador relato, capaz de tomarse licencias tan grandes como programar un striptease en el intermedio de EL ÁRBOL DE LOS ZUECOS (!!!) o rematar la faena a lo Frank Capra, con el pueblo sentándose por la fuerza en las butacas para detener el desahucio mientras alguien toca la armónica y empieza a caer una nevada de esas que sólo caen en las películas...
Yo les diría que vayan al cine, pero es clamar en el desierto.
Saludos.

jueves, 1 de junio de 2017

X, de incógnita



A punto de cumplir dos décadas de su estreno, me he acordado recientemente de una película que sólo había logrado ver a trozos sueltos, y que por lo tanto no reconocía haber visto aún, pese a si incuestionable popularidad. Resuelto el problema, me quedan muchas incógnitas tras ver, al fin entera, AMERICAN HISTORY X. No son casuales, pues sólo hay que indagar un poco en su convulso proceso de rodaje y posterior montaje, completamente repudiado por su director, para darse cuenta de que no todo el monte es orégano. Intuyo que Kaye, tiene su parte de razón, pero la mayor parte del film exuda un sospechoso aroma a videoclip destinado a impactar como sea, dejando de lado gran parte de la coherencia del guion y mostrando a Edward Norton con un exhibicionismo impúdico, y que este enorme actor no necesita. Aun así, hablamos de una película a la que el tiempo ha dado la razón, porque se deja de rodeos y va a reventar ese grano de pus que es el racismo en Norteamérica, con su vertiente más cruda: el neonazismo. He visto películas superiores sobre el mismo tema, pero pocas más descarnadas y directas, al menos mientras parece que el director británico sujetó las riendas y descargó un puñado de imágenes en B&W que parecen salidas de un cañonazo de expresionismo alemán, sin omitir detalles escabrosos y llamando las cosas por su nombre. Al cabo de estas dos décadas, AMERICAN HISTORY X es una de esas películas que han marcado un antes y un después en la vida de miles de espectadores, la mayoría no cinéfilos; por lo tanto, quizá una de esas "películas para desengancharse", por qué no, aunque no son menos los que se siguen preguntando cómo no le dieron el oscar aquel año a esa bestia parda llamada Edward Norton...
Un clásico contemporáneo con todas las letras.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!