lunes, 12 de junio de 2017

El cine enfermo



LOGAN es un ejemplo cojonudo de lo que yo entiendo por "película enferma", una película renqueante, rezongona, fofa y casi aburrida de su propia existencia. Ahora bien ¿una mala película? No creo que ambas cosas sean incompatibles, la enfermedad es algo que se sobrelleva como se puede, pero ni dignifica ni avergüenza, simplemente nos hace replantearnos un par de cosas que antes nos habían pasado desapercibidas. En este sentido, hay dos aspectos que sobresalen especialmente: la violencia explícita y la sensación de derrota. Lo primero desmarca a LOGAN de la gran mayoría de films de superhéroes, y la deja más cerca de una realidad en la que cualquiera puede resultar herido, sobre todo con unas garras de adamantium por medio. Luego, Mangold (recordemos, director de la puesta al día de EL TREN DE LAS 3:10) inserta su historia en el corazón de todas las claves reconocibles del western crepuscular (en un momento dado, los personajes ven RAÍCES PROFUNDAS), lo que avisa de su dramático desenlace, donde ya el cómic original en el que se basa no tenía problema alguno en  realzar la estructura de vía muerta, de fin de viaje distópico y alternativo a esos X-men en constante reinvención y siempre jugueteando con su propia extinción. La película es un armatoste, demasiado larga y con la extraña decisión por parte del propio Mangold de no explotar los escasos momentos de catarsis, que pertenecen sobre todo a la imponente al tiempo que patética figura de un Lobezno que conduce una limusina de alquiler y vive en mitad de un desierto junto a un nonegenario y senil Charles Xavier, un espléndido Patrick Stewart, que transmite el enorme vínculo emocional entre maestro y alumno, como si de padre e hijo se tratara. Luego la película entra en la deriva usual de este tipo de producciones y alarga el espectáculo de disparos y miembros cercenados hasta casi las dos horas y media, y este guion tampoco daba para tanto. Aun así, en fin, no descubriremos nada ni seremos más inteligentes, pero es saludable ver de tanto en tanto que hasta los superhéroes pueden caer enfermos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!