sábado, 3 de junio de 2017

Puto



AMERICAN GIGOLO es, posiblemente, el primer trabajo en el que Paul Schrader lleva a cabo un proceso de libertad creativa íntegra, que curiosamente no había podido desarrollar por la presión de las productoras, que veían en él una especie de "Scorsese en miniatura", una fuente inagotable de "mini taxi drivers"... Y es, aún hoy y pese a las múltiples reivindicaciones que obtiene, una película injustamente tratada, quizá por adentrarse en terrenos moralmente complicados para la acomodada sociedad estadounidense, que traga la vejación sistemática de la imagen femenina pero soporta a medias que un icono de la masculinidad, en este caso Richard Gere, aparezca en calidad de "objeto". De deseo, sí, pero también de desprecio, ninguneo y fatalidad, porque esas son las tres piedras angulares sobre las que se erige el guion ideado por Schrader, que en su primera mitad es casi un tratado hiperestilizado sobre las diferencias entre la prostitución masculina y la femenina, y mucho más si es de alto standing. Schrader perfila a Julian, un ser seguro de sí mismo, que controla su vida hasta el detalle y que no permite que ningún sentimiento interfiera en su imparable ascenso económico; progresivamente, comprendemos que Julian aún tendrá un paso más complicado, que es salir de los círculos de la prostitución, ya que esto le limita a la hora de concretar relaciones sociales sólidas. Es, por tanto, el paradigma de la soledad más irrecuperable, pero que aún tendrá una posibilidad en una mujer que no es otra de tantas, sino que realmente se ha enamorado de él, y él de ella. La segunda parte del film deriva hacia un cine negro vertiginoso tras la incriminación del gigoló en un turbio asunto que ha acabado con una clienta suya asesinada. Así, Julian se ve atrapado por la policía, que le sigue los pasos, la sospecha de que alguien cercano a él le ha preparado una trampa, aunque por motivos desconocidos, y ese objeto del deseo inalcanzable que supone la mujer del senador, que al mismo tiempo puede ser su única tabla de salvación.
Filmada en perpetuos claroscuros, con la fría música de Giorgio Moroder reinterpretando un viejo éxito de Blondie y con un Richard Gere que ya nunca volvería a estar tan elocuente, AMERICAN GIGOLO es un film imprescindible para entender derivas estéticas e ideológicas de trasuntos posmodernos del propio Schrader, que en la actualidad tienen representantes de altura, como Assayas o Winding Refn, y que además es un borrador impagable de ensayo de escritura fílmica, de mestizaje de géneros, y sobre todo de insobornabilidad e integridad frente a la maquinaria de las productoras. U olvídense de todo esto y disfruten de una estupenda película.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!