sábado, 30 de septiembre de 2017

Nada



Filmar la nada es un reto, una ambición sin ambición. Filmar es llenar, la pantalla, los personajes, los objetos. Escribir también lo es, la lucha constante contra la nada, la página en blanco. Por ello un reto, una ambición. Porque parecería una contradicción, un acto anticreativo. Lo dijo Sartre. Y mientras tanto, Marguerite Duras quiso hablar de la nada mediante una filmación turbadoramente sencilla cuando sus elementos son separados, pero formando un todo que, sin ser cohesionado, se acerca a una composición sinfónica, o dodecafónica para ser más exactos. NATHALIE GRANGER es el nombre de una niña a la que apenas vemos más que en un par de actos cotidianos; una voz en off nos avisa de su mal comportamiento, una rebeldía que amenaza con destrozar sus muchas aptitudes académicas; entre ellas, el piano, que suena incesantemente, pero más como repetición y ensayo, y no como obra ejecutada. Mientras tanto, las noticias en la radio suponen el único contacto con la realidad exterior, aunque únicamente retransmiten noticias truculentas, sucesos como robo e ncluso asesinato; el resultado es la identificación con lo ajeno, quizá mediante una absurda solidaridad. Las dos mujeres, las dos actrices, son Lucía Bosé y Jeanne Moreau; no hacen mucho más que observar algo frente a ellas, quizá la nada. Pero un día llega un vendedor, e intenta venderles una lavadora...
Saludos.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Pasión fría



Otro de los nombres míticos que se nos marchó recientemente es el de Jeanne Moreau, actriz inmensa, inabarcable e inclasificable; mezcla imposible entre Anna Magnani, Ingrid Bergman y Bette Davis, y musa de decenas de directores, que sucumbieron ante su dominio de la escena y magnética mirada. Son muchos los títulos que han aparecido aquí y que resaltaban el protagonismo de Moreau, que fue, además de actriz, directora, escritora y audaz librepensadora en un mundo y un mundillo que en demasiadas ocasiones ha mantenido a las mujeres, a conveniencia, como fetiches sexuales, sin mayor presencia que el contrapunto frívolo a los verdaderos protagonistas, los hombres. Y uno de los films que más significativos me parecen en relación a esta cuestión es LA MARIEE ÈTAIT EN NOIR, el thriller cubista que François Truffaut filmó en 1968, adaptando la novela de Cornell Woolrich y que le sirvió como intachable tratado feminista, aunque tirando por lo truculento, es cierto, pero que supone una interesantísima vuelta de tuerca al tema de los roles, no ya en los repartos cinematográficos, sino en cualquier ámbito de la vida. Una visión simplista la emparentaría con la falsa creencia de que se trata de un relato sobre la venganza, cuando yo lo veo más como un enfriamiento de las pasiones toda vez la verdad, indiferente y cruel, cae sobre el culpable que ha enterrado su delito con el cemento de lo cotidiano. Nada tiene que ver, pues, como he oído, con el díptico que Tarantino ideó hace unos años, ni tampoco con las variaciones sobre venganza de género del coreano Park Chan-wook. Truffaut engloba muchas más cosas, desde la insatisfacción sexual femenina hasta la hipocresía del eterno donjuán, encarnada aquí en cinco hombres que idealizan a la mujer, pero apenas la consideran más allá de su posible y efímero atractivo. Un absurdo crimen, cometido varios años atrás, es el punto de partida desde el que esta mujer, paradigma de todos los vicios y virtudes del alma rota en mil pedazos, irá urdiendo un frío y enigmático plan para acabar, uno a uno, con cada uno de estos hombres. Pero ¿por qué no?, también con cierta repugnante y trasnochada idea de la masculinidad...
Saludos.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Ethan deconstruido



¿Qué les pasa? ¿Les da miedo que un director debutante actualice CENTAUROS DEL DESIERTO? ¿Que la redimensione e instale su demoledor discurso en esta actualidad nuestra que pocos se atreven a afrontar en toda su complejidad? Por supuesto que LES COWBOYS no es una película perfecta, y ni siquiera creo que sea una gran película, pero admito que me ha parecido uno de los retos autoimpuestos más interesantes del cine reciente, por lo que encabeza esto, su digna temeridad, la misma con la que Ethan Edwards emprendía una búsqueda vacía de esperanza, pero que le mantendría en pie, el último hombre con razón, con corazón. Lo que Thomas Bidegain propone es complicado, usar toda la parafernalia de un thriller convencional, mixturarlo en esencias antropomórficas y expandir la causalidad inicial en unas elipsis gigantescas, rotundas, que transfiguran completamente todo paso preconcebido por el espectador. Al igual que sus protagonistas, no toda la fuerza motriz del film es acompasada, sino que atiende al personaje que (realmente) importa en ese preciso momento. Todo comienza con una multitudinaria convención Country en algún lugar del Este de Francia, que parece indicarnos un posible camino alegórico un western de ubicación errónea, por llamarlo de algún modo, pero que transmuta bruscamente en la solitaria obsesión de un hombre, un padre capaz de cualquier cosa para encontrar el rastro de su hija desaparecida. Sin embargo, Bidegain, lejos de mantenerse ahí, consuma otra proeza más, borrando la fisicidad del protagonista y cambiándolo por su hijo, que, años después, prosigue una búsqueda eternizada en el tiempo y desarrollada en otro espacio radicalmente diferente. Pero no me gustaría dar una opinión cultureta de un film que logra momentos de tensión casi insoportable, tan sólo que es importante reseñar, en este caso, que existe una intención que cohesiona un relato morfológicamente imposible, casi deconstruido de no ser porque el motor, el corazón al que aludíamos antes, nos implica directamente, cuestionando qué papel desempeñamos cada uno, y si estaríamos dispuestos a aceptar que éste fuese más bien antagónico...
Imprescindible.
Saludos.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

¡Buenos días, capitán!



Catalogada en esta reciente e interesantísima última oleada de cine proveniente de Grecia, y de la que sería máximo representante Yorgos Lanthimos, CHEVALIER se desmarca en fondo, y sobre todo en forma, articulando una inquietante disyuntiva, de la que salen mal paradas muchas cosas, por encima de todo la masculinidad, lo masculino, entendido como discurso de poder indiscutible, que sin embargo se derrumba ante la más nimia contrariedad. Sin disimular su mirada femenina, la directora Athina Rachel Tsangari (quien produjo en su momento la fundamental CANINO), en su tercer film, presenta a un grupo de hombres que pasa varios días de vacaciones a bordo de un yate, propiedad de uno de ellos y médico de profesión. Allí hacen pesca submarina, conversan sobre sus aficiones, trabajo, familia; comen, duermen, se comunican a distancia con sus esposas y, puntualmente, juegan. El juego, como competición absoluta, es el artefacto explosivo que hace saltar por los aires la concordia, educación, valores y transforma la convivencia en un campo de minas, donde la desconfianza toma el control y los individuos quedan reducidos a una única obsesión: ser el mejor en todo. En todo, o en cualquier cosa, sean aptitudes físicas, mentales, destreza o incluso, cómo no, una esperada medición de pollas enhiestas, auténtico motor ideológico del macho empoderado como soberano dominador todoterreno. Menos truculenta que otros títulos de la reseñada camada, CHEVALIER parece no decantarse entre el humor surrealista de un Buñuel o el tenso juego psicológico de ciertos iconos nórdicos, y esta indecisión le resta empaque y la deja como una elaborada y precisa reflexión, pero que no llega a un, por otra parte esperado, hiperclímax, más allá de dos o tres escenas que impactan por su insólita filiación extraterrestre.
Curiosa, pero deberíamos exigirle más a esta prometedora directora en futuros trabajos.
Saludos.

martes, 26 de septiembre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #4



IDE DO SLONCA (YO CAMINO POR EL SOL) es el título del extraordinario documental que Andrzej Wajda dedicó a la figura del escultor Xawery Dunikowski, maestro de maestros y poseedor de una rotunda y poderosa concepción artística, que aunaba clasicismo, humanismo y simbolismo en una obra formada fundamentalmente por figuras humanas, y que en sus últimos años se centró en la escultura arquitectónica de gigantescos y solitarios mausoleos, que inentaban dar forma al horror de Auschwitz, del que Dunikowski fue un milagroso superviviente. De nuevo estamos ante una excepcional muestra de concisión, donde Wajda es capaz de delinear con claridad la controvertida personalidad del escultor, al tiempo que seguía perfeccionando su propio método de trabajo.
Saludos.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Rincón del freak #282: Un cuento desanimado



El mundo del cómic ha aportado ingentes cantidades de talento, imaginación y frescura al siempre anhelante audiovisual, ávido de nuevas sensaciones; y no sólo en cuanto a la creatividad de sus autores, sino siendo el cómic el tema en sí, lo que abre un abanico casi infinito de posibilidades. Lamentablemente, no faltan quienes creen que se puede poner cualquier cosa en imágenes y terminan presa de su propio artefacto, como es el caso de THE DARK STRANGER, que tiene una idea de partida interesante pero se queda simplemente como un telefilm refrito de muchas cosas y a mitad de camino de todas ellas. La sosísima historia de una joven dibujante de comics (por cierto, de talento más que discutible) que sufre un trauma tras el suicidio de su madre que le impide salir de su casa, es alargada innecesariamente con un trasfondo sobrenatural tan confuso como poco sugerente. Cuando a la muchacha le da por dibujar, una especie de espíritu se apodera de sus páginas y cobra vida como el misterioso personaje del título, un fantasma que se alimenta de la creatividad de los artistas... Cuando llegaron al punto de explicar esto yo ya hacía mucho tiempo que contaba mis bostezos, así que lo único que puedo recomendarles es que no la vean, por supuesto.
Saludos.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Adiós, muchacho



DEPARTURE es una pequeña película, con vocación de pieza de cámara, que comete una serie de fallos irreparables, que le cuestan gran parte de su coherencia narrativa y la dejan como uno de esos standards que se olvidan casi con agrado. No me cabe duda de que el debutante Andrew Steggall ha leído a Rimbaud y tuvo un flechazo con aquel Terence Stamp pasoliniano, pero media un mundo entre el rabioso romanticismo detonado por el poeta de las Ardenas y la bobalicona apertura sentimental del protagonista (Alex Lawther, sin embargo lo único salvable de la función), un improbable aspirante a escritor adolescente, cuya homosexualidad emerge en el recóndito rincón del sur de Francia, donde acompaña a su madre para recoger sus pertenencias de la casa que están a punto de vender. El punto de fuga lo compone un joven parisino que ha sido enviado allí mientras su madre agoniza en un hospital, y del que ambos, madre e hijo, suponemos que caen enamorados. Suponemos, porque lo del chaval puede ser comprensible, pero lo de la madre está tan metido con calzador que hubiese necesitado de una audacia mayor por parte del director y guionista. En definitiva, un film correcto, poco ambicioso, con algunas notas de fotografía interesantes pero que nadie en su sano juicio podría comparar con esa obra maestra llamada TEOREMA.
Saludos.

viernes, 22 de septiembre de 2017

El difícil arte de la sugerencia



No debe ser cómodo buscar tu propio lugar como director de cine, mirar a tu alrededor y sentir que una sombra infinita se extiende alrededor tuyo, opacando cada imagen, cada texto, cada movimiento que con tanto esfuerzo has intentado hacer tuyo, legítimo. Es, con toda probabilidad, el sentimiento que con más fuerza late tras cada trabajo de Jennifer Chambers Lynch, de la que huelga decir que es hija del creador de "Twin Peaks"; porque además creo que hay que decirlo, aunque parezca aprovechado por mi parte, e intentaré argumentarlo. Chambers Lynch no tiene una carrera precisamente corta, aunque sí significativa, ya que tuvo un temprano debut en 1993 con la desastrosa BOXING HELENA, que era poco más que un atropellado refrito de cualquiera de las obsesiones lynchianas, pero con menos cine en su interior. Aquello le costó el retiro y la convicción de que su osadía debía terminar justo ahí, pero nada menos que quince años después, la "aspirante" a directora vuelve a la carga con SURVEILLANCE, un guion propio, rodado con un escueto presupuesto y que logra sacar adelante gracias a la colaboración, entre otros, de los actores Bill Pullman y Julia Ormond, además del apoyo recibido de su padre. Y lo cierto es que SURVEILLANCE es un film que merece alguna revisión, aunque sólo sea por su estimable gusto por el guion retorcido y las actuaciones matizadas, o por su inquietante y amoral mensaje interior, o por su unánime reconocimiento en aquel Sitges de 2008. Es verdad, hay ocasiones en que parece una mala copia de un film de Lynch padre, con ese reconocible ruidillo de fondo, que se hace rutinario por lo reiterativo, además de la forma en que son filmados los rostros, expuestos a bruscos cambios de luz, o algunas líneas de guion que buscan descaradamente un estilo alucinado. Sí, de todo eso hay, pero el film funciona, y lo hace porque logra llevarte donde quiere que estés en el momento justo de un clímax que, no por esperado, es menos impactante. Una historia áspera, donde nadie sale bien parado y que parecía repuntar la carrera de Chambers Lynch, que luego, sin embargo, se dedicó a dirigir para televisión por encargo y hasta subsistir con una inenarrable serie Z en la India... Lo dicho, hay sombras demasiado alargadas para dejarlas atrás...
Saludos.

jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Qué ser?



No es poca cosa el reto del joven actor y director Alex Ross Perry en su penúltima propuesta. QUEEN OF EARTH arranca con todos los tics más identificables del más reciente cine independiente norteamericano, para ir endureciendo el discurso progresivamente, volcándolo casi exclusivamente en el magnífico e intenso tour de force de sus dos protagonistas, la cada vez más incipiente Katherine Waterston y Elisabeth Moss, una actriz superlativa y llamada ser uno de los nombres más importantes de los próximos años. Ross Perry viola literalmente el rostro de Moss, lo disocia de su entorno y nos obliga a mirar en el interior de su torturada psique, pero apenas nos da información del porqué de su estado depresivo, lo que hace más irritante y, por tanto, excitante dicha exploración. Casi podríamos llegar a pensar que quizá todo lo que nos es mostrado en imágenes pertenece a la imaginación del personaje, mientras que la realidad (sea esto lo que sea) emana de la visión de su amiga, que es testigo del deterioro emocional y hasta físico de la primera. Sí, es inevitable pensar en algunos títulos imprescindibles, y que vienen a la mente casi instantáneamente, como PERSONA, de Bergman, aunque el énfasis expresionista de las interpretaciones quede más cerca, por ejemplo, del cine de John Cassavetes o un desbordado y alucinado Woody Allen.
Una película que quizá no deje satisfecho a todo el mundo, pero que tiene un enfoque valiente para los tiempos que corren y, sobre todo, pone en órbita a dos actrices que van estar en boca de todos, no tengo duda de ello.
Muy recomendable.
Saludos.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

En el espacio nadie puede oír tus gritos #6



Paradojas de la longevidad. Hubo un tiempo en el que aquí se hizo un monográfico dedicado en exclusividad a todas las películas de la saga "Alien", quizá motivado por la certeza de que aquello estaba finiquitado. No sólo estaba equivocado, sino que nos dimos de bruces con una post-franquicia, que resucitaba al bicho en cuestión y, de paso, la devaluada deriva de Ridley Scott. Este año se ha estrenado ALIEN: COVENANT, que no es ni de lejos la película que podría y debería ser, sino otro ingente batiburrillo, una macedonia de texturas que funciona como una correcta peli de aventuras espaciales, y que sólo puntualmente te recuerda que esto forma parte de una saga. Pero ¿de verdad es una saga? Más alla de las conexiones argumentales, este penúltimo Alien (habrá más) se dispara en otra dirección, más cercana a las reflexiones sobre la supuesta humanidad de los androides (aquí sintéticos) y de cómo su fría lógica, carente de emociones, afecta indefectiblemene a las conductas humanas. Es un interesante asidero si tienes poco más que contar y si tienes a Michael Fassbender dando un recital de sutileza interpretativa. Pero insisto, porque me parece crucial para abordar todo esto, en que Scott podría haber prescindido de un tercio del film y no se habría notado. Lo malo, lo abyecto de ello, es que se trata de toda la parte en la que ¡albricias! vemos al monstruo, de largo lo más rutinario y predecible. De ahí mi reflexión, pero también mi cabreo, porque una vez más la industria y sus caprichos tiran por tierra un buen y sólido ejercicio cinematográfico.
Habrá quien babee con ella, yo me entretuve durante una hora y luego me puse a mirar el reloj...
Saludos.

martes, 19 de septiembre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #3



El joven Wajda alternaba una intensa actividad como estudiante de cine en la escuela de Lodz con la preparación de los cortos que le servían como trabajos de graduación. La madurez que demostraba en estos primerizos trabajos queda patente en unos documentales, aparentemente pedagógicos, que revelan a un excepcional cineasta en ciernes, un creador de imágenes que siempre esconden una intención y un significado. De esta época es, por ejemplo, KIEDY TY SPISZ (MIENTRAS DUERMES), que evoca una sugerente analogía entre la inocencia del niño que duerme (simbolizando éste al futuro del país que hay que cuidar) y la incesante actividad nocturna de las factorías, que se encargan de que dicho país esté a punto al despertar. Panaderías, fábricas textiles e industrias alimenticias, que son mostradas en un espléndido trabajo de montaje, muy en la línea eisensteiniana, mientras el poeta Tadeusz Kubiak despliega un recitado que se extiende por la totalidad del metraje.
Otra impagable oportunidad de descubrir a este primer y sorprendente director.
Saludos.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Los cimientos



AQUARIUS es el nombre de la película, también es el nombre del edificio donde vive Doña Clara. Esto es importante, y ésta es una película que habla de las cosas importantes. DOÑA CLARA también es el nombre de la película, y es la mujer que habita el edificio Aquarius, su única inquilina. Las cosas importantes, por las que merece la pena vivir, son sencillas; rodearte de los tuyos y poner tus discos con una copa de vino en la mano, a las seis de la tarde, con fotografías que se convierten en recuerdos, pero que no se sienten como momentos perdidos, sino remembranzas que sirven para repuntar el presente, hacerlo más sólido. A Doña Clara, que ya vive sola, con la única compañía de la sensación de haber sido todo lo feliz que uno puede ser, la quieren echar del edificio; y los especuladores no poseen esa ralentización, ese fuego lento de los verbos y ese paladeo de las notas de Jobim, porque han mutado inhumanamente, de personas a insectos, y sólo conciben el beneficio rápido y a cualquier coste. Si AQUARIUS fuese una película más, todos habríamos llorado con el injusto y terrible acoso al que es sometida Doña Clara, pero Kleber Mendonça Filho realiza un estimable ejercicio proustiano y se coloca en primera persona para que seamos testigos directos de la vida de una mujer y podamos entender con precisión su negativa a abandonar su casa. En estos tiempos de prisa y beneficio inmediato, es difícil encontrar historias pacientes, dignas, que requieren nuestra atención; pero este es el motivo principal del film, que su ritmo, su calmado pulso signifique su verdad oculta, porque no hace falta contar nada en una reunión para comprender la felicidad que se desprende de las miradas, las confidencias, los recuerdos y los suspiros. Por todo eso, AQUARIUS es un film excepcional, que también nos interpela directamente y nos pregunta si para nosotros también ha merecido la pena todo esto...
Saludos.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Rincón del freak #281: Los guiones que escribíamos hasta arriba de hierba y la cara llena de granos



Hay algo peor que ser un adulto responsable: ser un adulto que quiere ser guay a los ojos de los adolescentes. Eso es imposible, vergonzoso y hasta merecedor de una sanción, pero en el mundo del cine es normal encontrarse con artistas con el síndrome de Peter Pan, que además de desfasados piensan que son unos genios incomprendidos. Kevin Smith contraataca, y no estoy seguro de si eso es motivo para regocijarnos, dada la errática deriva de su cine, un cine repleto de referencias, chistes privados y deudor de la corrosiva cosmovisión de joyas como "South Park" o "American Dad". Smith lleva haciendo la misma película desde hace más de dos décadas, historias bigger than life narradas por el perdedor que lleva (y va a seguir) en la tienda de la esquina toda la vida, mientras pergeña guiones o bocetos geniales e incomprendidos por la estúpida humanidad, verdadera culpable de que su genio creador siga inédito. En sus variaciones, Smith imagina ensoñaciones en las que estos perdedores mutan en improvisados héroes, imparables filósofos o románticos incurables, y la esencia de su discurso se encuentra en sus largas e inspiradas reflexiones. Pero, de un tiempo a esta parte, el director de CLERKS quiere hacer cine, así que ha salido de la tienda y ha dado un paseo por el cine de género, entregando trabajos tan extraños y discutibles como RED STATE o TUSK, pero que aún conservan algo de su particular idiosincrasia. Pero Smith está en franca decadencia, tanta que reúne a su grupete de amigos y, como estos son ya mayorcetes, les dice que se traigan a sus hijas adolescentes, que las va a convertir en unas heroínas, pero que en realidad son dos chicas que trabajan en la tienda de la esquina, tienen un grupo clandestino en la trastienda, son adictas a los móviles y al yoga... ¿?... ¿Su misión? Salvar a Winnipeg de una invasión de minisalchichas nazis... ¿?... ¿Sus armas? Sticks de hockey sobre hielo y el yoga... ¿?... Ademas de la colaboración del detective Guy Lapointe, que Smith nos va a meter con calzador en cada película suya.
Resumiendo. YOGA HOSERS es una gilipollez que a Smith le ha salido a coste cero, quizá con la idea de que nosotros, estúpida humanidad, nos volvamos locuelos y le paguemos las facturas, al tiempo que salimos a la calle convenciendo a todo el mundo de que este tipo es un genio incomprendido...
No, no la vean. Sale Haley Joel Osment haciendo de nazi canadiense...
Saludos.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Parque temático



WESTWORLD es, ustedes lo saben, la serie de HBO que corregía y aumentaba a la regular adaptación que Michael Crichton realizó de su propio libro, hace ahora unos 45 años. Aquella película tenía tantos aciertos argumentales como deficiencias puramente cinematográficas, y no me extraña que alguien se obsesionara con la posibilidad de una lujosa puesta al día; lo que no me esperaba era constatar unas cotas de calidad tan altas viniendo de alguien como Jonathan Nolan, el hermanísimo que hasta la fecha ha vivido más bien a la sombra del director de Batman y todo eso. Sin embargo, Nolan se revela como el buen guionista que es y mantiene el ritmo y el interés a lo largo de los diez episodios que dura esta primera temporada. El argumento, enigmático y claustrofóbico, presenta un futuro en el que las clases pudientes han encontrado una alternativa a sus rutinarias y previsibles vidas, un gigantesco parque temático que recrea el salvaje Oeste a la perfección; una especie de submundo alternativo habitado por los "anfitriones", émulos robóticos tan perfectos que pueden pasar por humanos auténticos y a los que se les puede hacer lo que a cada uno se le pase por la cabeza. La trama, que en ocasiones parece dispararse hacia la inconcreción, se mantiene fiel a su motivo principal, que podríamos dividir entre la inesperada toma de conciencia de su propia naturaleza por parte de algunos de los androides y la misteriosa búsqueda de un enigmático huésped, el "hombre de negro", que está convencido de encontrar el motor de un sitio por el que prácticamente lleva vagando años. WESTWORLD, además de un excelente guion, tiene uno de los repartos más impresionantes de las series recientes, donde encontramos a gente de la talla de Ed Harris, Anthony Hopkins, Thandie Newton, Jeffrey Wright o una espléndida Evan Rachel Wood, a la postre gran reivindicada del elenco. Una serie tan espectacular y entretenida como finalmente reflexiva, con un desenlace complejo pero armonioso y que me hace preguntarme una cuestión fundamental... ¿No será, a lo mejor, Jonathan el bueno?...
Ahí lo dejo.
Saludos.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Gente corriente



Es difícil hablar mal de una película como HUMAN, argumentar que no te ha gustado con los mismos términos que usaríamos para otra película, otra que no intentara tan descaradamente "epatar" al espectador aludiendo directamente a su (mala) conciencia. Para entendernos, no digo que HUMAN no tenga valores cinematográficos, porque los tiene, sobre todo en su apabullante apartado técnico, pero no puedo dejar de señalar que su militancia es abiertamente buenista, y en ningún caso abandona su labor pedagógica para desarrollarse en otro plano intencional. La estructura es simple, se intercalan testimonios de personas de diferentes procedencias, lenguas y etnias con largos planos, mayoritariamente panorámicos, que, supongo, buscan ilustrar dichos testimonios, remarcarlos e incrustarlos en el subconsciente del espectador, que puede llegar a sentirse, además de abrumado, tramposamente interpelado, como uno de esos anuncios en los que un señor co brazalete inyecta algo en el brazo de un niño famélico. Esto me lleva a pensar en cierta deriva a la que tienden los documentales que contienen pocas ideas propias, más allá de su potencia visual; no sé muy bien qué es lo que cuenta el director Yann Arthus-Bertrand, y es lo que más me molesta, que no me dejen la opción de ser yo quien decida la ética de las imágenes, unas imágenes, insisto, que intenta abarcar la casi totalidad de este planeta, pero que se quedan cortas para explicar la inmensidad del ser humano.
Saludos.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Otro toque...


La evolución que ha experimentado el cine chino en las últimas décadas, nos ha brindado la oportunidad de ser testigos de una mirada fresca y distintiva, capaz de hacer saltar por los aires incluso los resortes más arraigados del cine comercial norteamericano. Uno de los géneros que con más fuerza y elocuencia nos han llegado desde el gigante asiático es el thriller, con el que diversos realizadores han demostrado su fuerza expresiva, al tiempo que cartografiaban (y denunciaban) un estado general de su país poco halagüeño. Títulos como BLACK COAL, THIN ICE o la monumental A TOUCH OF SIN, son un ejemplo remarcable de esta deriva, a menudo aislada en festivales que los dan a conocer, pero limitan la verdadera repercusión que merecerían. Y otro de estos títulos es WU REN QU, algo así como TIERRA SIN HOMBRES, un virtuoso y vertiginoso ejemplo de cine negro, que a veces parece una fábula postapocalíptica y otras un corrosivo retrato de esa China que apenas podemos atisbar, y que además de real y cercana se nos aparece desolada, sin posibilidad de redención. El espíritu de Tarantino recorre la espina dorsal del film de Ning Hao (verdadero estilista del género) y se mezcla con la aridez argumental de la saga creada por George Miller, el domino temporal de un Sergio Leone o la fatalidad anunciada de antemano de un Oliver Stone. Mientras la película se despliega, el resultado es fascinantemente enigmático, con el personaje central, un abogado sin escrúpulos, que se cree por encima del bien y del mal y acaba sucumbiendo, ahogado por un sistema, salvaje y anárquico, que no entiende de clases sociales, y donde prima la ley del más fuerte. El punto más flojo del film llega en su recta final, mucho más previsible y entregada a la pirotecnia visual; quizá en un intento diversificador, pero que resta empaque a un film que salta de sorpresa en sorpresa casi sin esfuerzo, aunque falte el hálito poético de, por ejemplo, los os títulos citados arriba.
Muy recomendable, en todo caso.
Saludos.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Los altos istmos



¿Qué le venía faltando a Park Chan-wook para convencerme, de una vez por todas, de que, además de un creador de imágenes, es un magnífico director de cine? Me he hecho esta pregunta cada vez que veía un nuevo trabajo suyo. No soy un fanático, no uso posters ni guardo fetiches; sólo retengo datos si me son aclaratorios y me dicen poco las estadísticas, por no hablar de palmareses y otras hierbas. Así las cosas, vi AH-GA-SSI (LA DONCELLA) con algunos de los mejores ejemplos del cine coreano reciente en la retina, y algo cambió súbitamente. En LA DONCELLA, Park Chan-wook "utiliza" la truculencia, la encierra a voluntad y sólo la deja escapar cuando el relato lo requiere. Y es éste un relato especialmente complejo, repleto de matices y gozosamente engañoso; porque no hay que seguir por lo apuntado en su primer cuarto, no hallaremos la esencia en ese arranque que remite directamente a la tradición gótico-terrorífica. El relato avanza, muta de una forma animal y se convierte en otra cosa, parece que podríamos advertir una épica sorda, la venganza de una cultura sobre otra, porque el subtexto hace hincapié en la dolorosa ocupación coreana por parte de Japón. Sin embargo, ya en el giro final intuimos que se nos ha redirigido graciosa, elegantemente, y que quizá tan sólo creíamos que íbamos entendiendo, cuando el desenlace es mucho más retorcido, anárquico y genial de lo que se podría pensar. Se trata de una estructura que efectivamente necesita de sus 150 mintos para desarrollarse, una narración que me atrevo a asimilar con un motivo geográfico, la estrecha franja de tierra que a menudo pasa desapercibida, precisamente porque su función es unir dos porciones gigantescas de terreno. Ese pequeño y olvidado accidente: el istmo.
Saludos.

martes, 12 de septiembre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #2



El segundo corto de Andrzej Wajda, de 1951, fue CERAMIKA ILZECKA, un documental que ahondaba en la fabricación artesanal de cerámica en la pequeña localidad polaca de Ilza, y le sirve tanto para prestigiar un modelo de producción enteramente nacional como para relativizar y combatir el modelo industrial alemán, con lo que el joven director balbucea su afilado sentido crítico y lo encripta en diez minutos que van mucho más allá de su carácter didáctico. Más que un reportaje propagandista o nacionalista, una magnífica muestra de la sutilidad mediante la que el cine consigue transmitir y razonar a varios niveles desde una narrativa aparentemente inocua y funcional, algo que tanta falta hace en el cine actual.
Saludos.

lunes, 11 de septiembre de 2017

En la era de Instagram



THE BAD BATCH es una película muy rara, incluso deliberadamente extraña, poco conseguida, con un ritmo rayano en lo exasperante y un mensaje interno que quizá su joven directora nos aclarará en algún momento. Ana Lily Amirpour, británica de ascendencia iraní, impregna a sus imágenes de u sentido que parece querer ir más allá de lo que estamos percibiendo; el problema es que sólo lo consigue en algún momento que otro, y el resto se asemeja a algo mucho más snob y relamido, restándole empaque a una película, por lo demás loable por ir siempre a la búsqueda de un ritmo interior propio. Lo malo es que se nos parece a demasiadas cosas, un batiburrillo que mezcla algo del último western, la sequedad expresiva de MAD MAX o la explicitud del muy sobado género de zombis. No es nada eso, es cierto, pero se parece a todo ello, y hasta los momentos de mayor esplendor visual parecen sacados de algunos descartes de Winding Refn, o al menos a su cuenta de Instagram... No sé, porque todo el mundo dice que habrá que prestarle atención, y tampoco quiero apresurarme con una cineasta con sólo dos películas estrenadas, y cuyo debut causó tanto revuelo y expectación que parecía inevitable que su segundo trabajo no iba a pasar la prueba que a tantos directores ha puesto en su sitio. Lo mejor es que esto suele ser sintomático en los que son ambiciosos y apuestan fuerte por sí mismos. Esperaremos pues...
Saludos.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Rincón del freak #280: Del empornoderamiento...



Sería para meter en la cárcel a alguien capaz de hacerle la rosca a la industria pornográfica intentando vender un discurso diametralmente opuesto. Es decir, por un lado digo que una pobre chica va a una prstigiosa universidad (Duke, para más señas) pero no tiene dinero para pagarla, así que descubre la única forma para ganar dinero fácil: vendiendo su cuerpo, esta vez vía cine porno. Duda, castigo, redención; un montante que está muy visto si no se le añade la cuarta pata del banco: reflexión. El mal cine, como la mala literatura, es el que lo da todo por hecho, donde no caben ni la ambigüedad ni la sumisión del narrador a la circunstancia que él mismo ha creado. Y es el caso, una película (telefilm, para más señas) que justifica la decisión de esta chica machacando numerosas veces con el término "empoderamiento", y lo contrapone con una familia ultracatólica que empieza rechazándola y termina por "entenderla". Por el camino, resulta que la chica parece cogerle el gustillo a esta "repugnante industria" y no desdeña darle a la manivela de dólares fáciles. Todo sea por el empoderamiento...
Por cierto, les digo el nombre del telefilm, pero para que abominen de su visionado. FROM STRAIGHT A'S TO XXX.
Saludos.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Redistribución territorial



No soy yo del género milindri/espasmódico, de los que opinan en función de la geografía específica, otorgando o despreciando según qué valores por el hecho de que un film de género esté hecho, por ejemplo, fuera de Hollywood pero parece un calco en otro idioma. Es el caso de SORGENFRI, película danesa que abunda en el ya de por sí proceloso universo de plagas zombificadoras, solo que se le ve a leguas la intención de ser algo más, un cruce entre (digamos ya que ha creado escuela) el REC de Balagueró y Plaza, la célebre serie de AMC y un toque, incomprensiblemente ineludible, de aquello del Dogma, por lo danés, que si no ni lo notaríamos. No, porque es una película normalita y tirando a aburridilla, con poquísima acción y algunos momentos de diálogo sonrojantes que pretenden ser trascendentes. En resumen, que no todo lo "exótico" ha de mantener una línea de calidad per se, y también puede ser tan rutinario como cualquier producto hollywoodense. Máxime, cuando el director demuestra su torpeza al ser incapaz de extraer el jugo a la sugerente alegoría que propone nada menos que un rescate sueco a los desvalidos daneses, que luego podría derivar en exterminio...
Saludos.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Y ahora... vas a quererme



Las posibilidades del cine actual, su sofisticación formal, dan como resultado algunas maravillosas rarezas difíciles de encuadrar en su propia contemporaneidad, pero a las que el tiempo les otorga una categorización majestuosamente intemporal. Para ello, suele hacer falta que no intervenga la casualidad, y que la intención sea exactamente esa, crear una obra que, sin pertenecer a un tiempo determinado, pueda identificarse, por extraño que parezca, en cualquier época. Hay infinidad de ensayos, y se me ocurren BLANCANIEVES o THE ARTIST, invocando el cine mudo, o la explicitación tarantiniana del exploitation, auténtica revolución en sí misma por la reconciliación con un tipo de hacer cine a menudo denostado. THE LOVE WITCH da, en este sentido, un paso aún más audaz, serigrafiando no ya un estilo, sino toda una estética del montaje y escenografía de la serie B. El argumento es lo de menos, o así parece mientras vamos descubriendo qué se propone la directora Anna Biller, mientras vemos ante nosotros un retablo de actuaciones, caracterizaciones, chascarrillos y hasta sonidos que no tienen otro fin que transportarnos a un tiempo pretérito, solo que está ocurriendo en nuestra (¡nuestra!) actualidad. Samantha Robinson va más allá de las convenciones y construye una fascinante bruja que se pasea por una ciudad de la costa Oeste con la misión de crear el filtro perfecto que la haga irresistible ante los hombres, que van cayendo irremediablemente a sus pies, pero sin saber que les aguarda un tenebroso destino. La película es precisamente eso, una poción fascinadora ante la que sólo queda rendirse en su impactante realización; y un espeluznante espejo deformante, que no es ni tan ingenuo ni tan maniqueo, y que detenta un necesario vistazo a lo antiguas que se van quedando las "películas modernas" y cómo hay estéticas mucho más poderosas, a las que artistas inquietos vuelven para que nosotros volvamos a amarlas... Ni más,ni menos.
Saludos.


jueves, 7 de septiembre de 2017

El estricto sentido del deber



Hay muchas historias, muchas películas latiendo profusamente en la piel, pero también el alma de THE LOST CITY OF Z, una de las mejores películas de aventuras de los últimos treinta o cuarenta años, y por eso una de las más incomprendidas, aunque esperamos que esto sea subsanado en cuanto las obligadas segundas y terceras revisiones la coloquen en el lugar que realmente merece. James Gray, un director al que creo dotado de una poesía visual única, es capaz de hacer florecer una historia nimia, tanto como de arruinar un gran guion. Aquí, se desembaraza de sus retablos urbano-intimistas y despliega una asombrosa dialéctica para narrar la inabarcable obsesión del aventurero Percy Fawcett, que dedicó la mayor parte de su vida a buscar una misteriosa ciudad perdida en el corazón del Amazonas, y que inequívocamente queda emparentada con la legendaria El Dorado. Hasta aquí el sustento histórico, la narrativa pura y dura, pero Gray va mucho más allá, e impregna el film con el tuétano de joyas similares. Al menos, yo sí veo latir ecos de APOCALYPSE NOW, del más conradiano, evidentemente; tanto como del sentido de la arbitrariedad del Herzog de FITZCARRALDO y, claro, AGUIRRE... Hay mucha clase, mucha sabiduría cinematográfica, pero nada de engolamiento, ni rastro de la pesada y ceremoniosa supraexplicación del cine comercial hollywoodense; los actores no recitan ni la cámara los busca machaconamente, y sí ocupan pacientemente el lugar más idóneo, sin interferir en una prosa certera y emocionante en su tangibilidad. Es aquel lugar que pertenecía a quienes lo crearon una vez, a John Huston y a Fritz Lang; a John Ford y a Raoul Walsh. Y una vez soñamos con que el legado podría continuar, pero nos dimos cuenta de que aquello parecía no más que una cuestión de deber, una orden que uno cumple sin que nadie se lo pida...
Hermosa película.
Saludos.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Faroles



Es una película torpemente desaprovechada e incomprensiblemente reorientada, uno de esos múltiples ejemplos de "hiperconfianza en lo que se muestra" a los que el cine norteamericano nos tiene tan acostumbrados. Y es que 99 HOMES es un film peyorativamente norteamericano, y no debe engañarles el nombre de su director, cuya ascendencia es iraní pero nació y se educó en Estados Unidos. Norteamericano, que es un término que no tendría que ir asociado a una visión sesgada de un problema mucho más amplio y complejo, como es la especulación salvaje de la vivienda y derivados tan soeces como el florecimiento de "intermediarios" que se apoderan de las casas desahuciadas para revenderlas, en algunos casos muy por encima de su valor catastral. Bahrani consigue eludir el fantasma del telefilm, gracias a un arranque que logra enganchar por su tremenda congoja y a la insoslayable presncia de Michael Shannon, que es capaz, por sí solo (y van ya...), de dotar de entidad a una historia que va desinflándose a medida que va dscubriendo sus verdaderas intenciones, que no son otras que el ensalce godofrédico del luchador yanqui de clase trabajadora por rsurgir una vez ha tocado fondo. El gravísimo error de Bahrani (autor del guion) es no delinear a sus personajes en toda su complejidad, con lo que resulta bastante molesto que el pobre padre desahuciado (un desorientado Andrew Garfield) termine trabajando para el tiburón que le arrebató su vivienda, e incluso llegando a entender los motivos por los que hace lo que hace. Lo que me deja una única e inquietante reflexión: si el dinero todo lo puede ¿qué es la moralidad?
Saludos.

martes, 5 de septiembre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #1



Hace poco menos de un año, nos dejaba Andrzej Wajda, considerado gran maestro del cine polaco y nombre básico que ha persistido a lo largo de más de medio siglo de carrera, redefiniendo el concepto de modernidad en el cine europeo y erigiendo una obra significativamente poderosa, deudora tanto del expresionismo alemán como de los maestros rusos. Se inicia hoy, por tanto, el merecido y anhelado homenaje a uno de esos cineastas imprescindibles en ciclos, cinetecas y cualquier reducto o imaginario cinéfilo que se precie. Y como aquí nos gusta empezar las cosas por el principio, lo hacemos retrotrayéndonos nada menos que a 1950, donde un joven de 24 años filmaba apenas seis minutos de cine sin diálogos, supuestamente adaptando un relato de Antón Chéjov  en el que una encandilada pareja de enamorados ve importunado su idilio por un nada veleidoso infante, que no para de chafarles dichos encuentros. No es, claro, un trabajo representativo del monumental recorrido posterior de Wajda, pero ya en este temprano primer contacto con la realización se vislumbra su inventiva e intención. El corto se cierra con un plano del niño aún espiando a la ímproba pareja a través de una escueta cerradura, y no me resisto a pensar al director/artista como aún joven y lleno de curiosidad, escudriñando aquello que de constante nos es prohibido y que no es otra cosa que el más fiable alimento para la creatividad.
Saludos.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Un horror de autor



Es lícito, necesario para el avance de la narrativa cinematográfica, que caminos aparentemente divergentes se encuentren sin ningún tipo de pudor o complejo. El cine de género, lejos del encasillamiento, ha recogido con acierto el mejor espíritu del cine de autor, o independiente, creando artefactos difíciles de catalogar pero que suponen propuestas mucho más sugerentes que las tradicionales. Los festivales se llenan cada temporada con estos sorprendentes títulos, pero sólo una pequeña porción de los mismos deben considerarse como obras verdaderamente mayores. La impudicia, o arrojo primerizo, nos ha dejado películas difíciles de catalogar, impactantes en su vertiginosa indfinición, pero que se quedan en un brillante apunte de una carrera que muy rara vez tiene continuación. Es el caso de THE EYES OF MY MOTHER, reducida pieza de cámara (apenas 75 minutos) que juega a parecerse demasiado a un Pedro Costa o un Béla Tarr, rascando apenas la superficie de estos autores mayores y poniendo en imágenes (bellas imágenes, es cierto) un sórdido relato de horror, alienación y miseria moral, cuando a lo más que consigue emular es a un Alexandre Aja con menos diálogos y más contemplación. El film entero gira en torno a su protagonista (la hipnótica Kika Magalhães), cuyo personaje vemos crecer desde que es niña y su vida da un vuelco al ser testigo del asesinato de su madre, aunque lo que la marca decisivamente es la inesperada reacción del padre tras apresar al asesino, y que será una pauta para su forma de ser hasta que se convierte en adulta. Una historia, en definitiva, que juguetea con ir constantemente al extremo, tensar cada plano hasta lo insoportable y demorar toda información plausible, lo que puede llegar a convertirla incluso en un gran malentendido argumental. Un film curioso, brillante en lo técnico, pero no tan impactante como podría parecer en principio. Su director tiene ya un proyecto algo más ambicioso para el año que viene, esperaremos a entonces.
Saludos.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Rincón del freak #279: El heladero justiciero contraataca por última vez



Hoy no les molesto más de lo preciso y necesario, pues el asunto que nos ha de convocar a lo dominical es como un clásico de la maraña de subtítulos que inundan el mercado que una vez fue del video, más tarde del DVD y ahora incluso se atreve con la alta definición en BluRay... Que ya hay que echarle morro para editar en dicho formato una cosa como PHANTASM: RAVAGER, última secuela (y de hecho parece que sí es la última) de aquel mítico y celebrado icono de la fantasía terrorífica ideado por el nunca suficientemente reivindicado Don Coscarelli. Reconozco que la curiosidad me ha podido durante estos años y me he tragado las sucesivas infames entregas de las aventuras del Hombre Alto y, sobre todo, Reggie el heladero, elevado a gran protagonista de la discutible saga. Este film apenas consigue trazar alguna sonrisa de complicidad en los muchos guiños al original, pero se pierde entre una producción chusca y una realización hecha a toda prisa por el ignoto David Hartman, incapaz del poder de sugestión de Coscarelli. Un broche final que yo intuyo como una burda manera de hacer caja y que ustedes puede ahorrarse sin temor a perderse nada del otro mundo. Que incluso en los títulos de crédito se haga mención a que Angus Scrimm desapareció poco después de acabar el rodaje tampoco ayuda demasiado a elevar el soporífero montante de infografía y raccords a tutiplen...
Saludos.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Más vueltas y tuercas



El caso Enfield es, probablemente, uno de los más famosos en la historia de la parapsicología, y su truculenta y controvertida historia ya ha sido llevada al cine en varias ocasiones, la más reciente y celebrada es la versión de James Wan, que le servía para ir puliendo su particular cosmovisión del cine de terror. No puedo decir que sea un gran apasionado del tema, pero me recomendaron, justo cuando vi aquélla, una miniserie que hace dos años emitió la cadena Sky. THE ENFIELD HAUNTING no es ni tan estilizada ni tan rimbombante como THE CONJURING 2..., pero juega en su favor el dejarse de ensayos digitales y enfocar su valía hacia el estupendo trabajo de los actores, con mención especial, cómo no, a un desbordante Timothy Spall, que deja en mera anécdota a Patrick Wilson. Dirigía Kristoffer Nyholm, veterano realizador danés que logró un tardío reconocimiento gracias al excelente trabajo en las aclamadas series FORBRYDELSEN y TABOO, y que en estos tres intensos episodios capta con maestría el insano clima creado en torno a una humilde familia británica en los años setenta, cuando la madre, desesperada, pide ayuda para su hija, que parece estar viviendo una especie de torturadora posesión sobrenatural. La sospecha del fraude planea constantemente, y sólo la dedicación e insistencia del investigador Maurice Grosse lo mantuvo como un misterio que sigue trayendo de cabeza incluso a los más escépticos. Yo, que me alineo con los descreídos, tengo mi propia opinión, pero aun así es cierto que se trata, cuarenta años después, de un tema, cuando menos, abierto a la sugerencia. Y si hablamos del tema puramente artístico, merece la pena envolverse en las dos horas y pico de esta rigurosa miniserie.
Saludos.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #y 31



Abarcar a Fellini, sobre todo si se hace desde la hagiografía, crea desmesura, emborrona las zonas de comprensión y nos escupe una figura que es la que casi todo el mundo se hace del genio de Rimini, pero que nos impide entender su motor creativo. Fellini y Scola fueron grandes amigos, complementarios por las grandes diferencias artísticas que siempre tuvieron, y que ambos dejaban como una divertida anécdota, mientras, paseaban, charlaban, se reían y hacían esas cosas que hacen los amigos de toda la vida. CHE STRANO CHIAMARSI FEDERICO ha quedado como la obra póstuma de Ettore Scola, su testamento fílmico, pero seríamos muy injustos si no nos olvidáramos de esta anécdota (¡a cualquiera le puede pasar!) y disfrutáramos de lo que verdaderamente significa ¿De qué forma puede un director de cine despedirse de otro director de cine si no es reviviéndolo en fotogramas? El cierre de esta emotiva y especial película es casi un gag, un Fellini redivivo que se escapa de su féretro justo cuando miles de personas le lloran y velan y se va corriendo por una desértica Cinecittá, mientras los dos guardias que le custodiaban intentan darle caza. Antes, Fellini en su Mercedes blanco, recogiendo artistas callejeros, putas, mendigos. Oyéndoles, extrayendo la única información que importa, la verdadera, sólo para inspirarse. Y antes, Fellini haciendo chistes malos en la redacción de la revista satírica Marc'Aurelio, indiscutible germen de toda su ética y estética cinematográfica. Y antes, un pequeño Scola leyéndole los chistes de la revista a su abuelo ciego...
La película se abre con la silueta del director recortada, de espaldas, y frente a él un mar que no cesa en su oleaje; una especie de escenario final, de concordia para quien fue una contradicción en sí mismo. Fellini contado por Scola... ¿y por quién si no?...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!