miércoles, 4 de octubre de 2017

Películas para desengancharse #26



Ahora tengo claro qué tipo de personas querrían desengancharse de una película como THE BRIDGE ON THE RIVER KWAI, del verdadero y genuino mensaje que subyace tras su apariencia de típica película bélica. No lo es, y quienes no hayan entendido nada son los que han alentado a la Guardia Civil para que reparta mamporros, o los que se han atrincherado delante de unos tuppers tamaño familiar invocando su derecho a votar, como si no lo hubiesen tenido nunca. Me indican que la culpa es de los mismos de siempre, de quienes mueven los hilos para que el potaje bulla y termine como terminó, con violencia y sin diálogo. La obra maestra absoluta de David Lean lo es por muchas cosas, por su espectacularidad, por el apabullante dominio de los grandes espacios, por la capacidad infinita de integrar con absoluta naturalidad diferentes línas argumentales aparentemente antagónicas, y dar una clase magistral sobre cómo modular acción, drama, humor y, sobre todo, reflexión. EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI es una película profundamente reflexiva, con el puente como encarnación metafórica del entendimiento entre enemigos; la irreductible, estoica e inteligentísima postura del coronel, que termina arrebatándole al oficial japonés toda razón, para seguidamente demostrarle que los hombres (guste o no guste) están condenados a entenderse y colaborar entre ellos. El demoledor final, uno de los más hermosamente folmados de la historia del cine, da la vuelta a todo esto y muestra, de nuevo, el reverso, la "locura" (en palabras de uno de los soldados), simbolizada en la destrucción, en cuestión de segundos, de lo que la voluntad humana ha tardado tanto en construir.
Se tarda mucho tiempo en construir un país y una identidad, y tan sólo unos días para destruirlo. Quienes no se identifican con esta maravillosa película puede que se identifiquen con los de los mamporros y los simulacros de democracia...
Y si se lo preguntaban, sí, el monográfico ha vuelto.
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

No te compro la metáfora. Al menos no del todo. Necesitamos menos Marianos, menos Carless, menos Saitos, menos coroneles Nicholson y necesitams comportarnos como mayores, o sea, como el mayor Shears y como el mayor Warden (me ha quedado niquelado).
Un ateo y un creyente nunca se entenderán, por definición. A lo máximo que pueden aspirar es a pactar unas reglas de tolerancia para no joderse el uno al otro con la amenaza de castigarse si no se cumplen.

dvd dijo...

Usted gana... De momento.
(ahora pueden venir unas risas)...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!