miércoles, 21 de febrero de 2018

Cuando fuimos los mejores



MICROBE ET GASOIL es uno de esos títulos destinados a permanecer indelebles en nuestra memoria sentimental... aunque todo depende de la edad con la que nos pille su visionado. El director Michel Gondry realiza un fascinante retorno a la adolescencia, a sus gozos, pero también a sus sombras, y lo encuadra todo en la emocionante amistad entre dos chavales que pasarían por raros, pero sólo porque son los dos únicos con verdadero talento de su clase. Uno dibuja, tiene un hermano punk, una madre "coelhiana" y no consigue ligar con la chica que le gusta porque aparenta menos edad de sus catorce años. El otro es un literato genuino, que rechaza las convenciones, lo vulgar, y que desprende generosidad por los cuatro costados. Ambos construyen un vehículo que es como una casa con ruedas, y se marchan en vacaciones a recorrer el país por su cuenta, lo que terminará siendo un viaje iniciático y de descubrimiento personal. Gondry lo filma con un tono nada relamido, acentuando donde corresponde, en la emoción incierta de tener una edad en que todo es posible, y al mismo tiempo todo parece a una distancia sideral. Una película que ha pasado injustamente desapercibida en nuestro país y cuyo sentido de la moral, el honor y la camaradería me remite directamente a un Robert Louis Stevenson, igual de seguro de que lo que cuenta es lo correcto...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!