jueves, 22 de marzo de 2018

Un sol cegador



50 años antes, Roberto Rossellini puso en imágenes un encargo de la televisión pública francesa, tal y como su elocuente título indica, LA PRISE DE POUVOIR PAR LOUIS XIV narra, ni más ni menos, la deriva absolutista del posteriormente llamado Rey Sol, justo tras la muerte del poderoso Cardenal Mazarin, sucesor de Richelieu, que ostentaba la totalidad del poder eclesiástico y, por tanto, tenía influencia directa en la toma de decisiones de la Corte. Un joven Luis XIV le visita en su lecho de muerte y descubre en sus últimas palabras gran parte de las penurias que el pueblo francés venía padeciendo desde años atrás; el insostenible derroche por parte de la nobleza y el descuido de una industria que fortaleciera la economía, unidos a una red de sobornos e intrigas, hacen que el joven monarca adopte una serie de medidas impopulares entre los nobles, pero que otorga mayor poder de decisión a verdaderos hombrs de estado, que aconsejan y promueven una política de mayor austeridad y sentido común. Este es, en definitiva, el tema principal de este extraordinario film, cuyo arranque remite por completo al de Serra, aunque con diferentes personajes, y que se nutre de la maestría narrativa y compositiva de un Rossellini en el final de su carrera, atento a los detalles importantes y ensayando una desecación dramática que hace pensar inmediatamente en Robert Bresson, circunscribiendo el guion a una sucesión lógica, la que estalla con esa "toma de conciencia" y desemboca en la construcción del Palacio de Versalles, lugar emblemático en el que Rossellini culmina esta magnífica y muy olvidada película.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!