lunes, 30 de abril de 2018

El absurdo trascendente



No sé si están más o menos familiarizados con la incipiente cinematografía islandesa, que vive uno de sus mejores momentos en cuanto a número de producciones y la calidad y variedad de las mismas. Tal y como se desarrollaron diversos "milagros", como el argentino, el rumano o el griego, se podría decir que la crisis económica contribuyó a reajustar diversos cánones y patrones, que desembocaron en producciones modestas, pero que apostaban decididamente por la calidad de sus guiones. Son muchos los títulos que han dspuntado en estos últimos años, pero uno de los que más me han llamado la atención es UNDIR TRÉNU (BAJO EL ÁRBOL), tercer trabajo del director Hafsteinn Gunnar Sigurosson, una especie de comedia negra de mordaz desarrollo y apariencia ligera, que esconde una cruda reflexión acerca de las siempre peligrosas relaciones sociales. Con el pretexto del árbol del título, testigo mudo de los ataques y acusaciones de dos parejas de vecinos (le oculta el sol al que no lo tiene en su jardín), se despliega una furibunda crítica hacia una sociedad, la islandesa, de la que no conocemos demasiado, pero bajo cuya apariencia de tranquilidad y bonhomía nórdica laten celos, rencores y envidias de difícil explicación, pero que conforman el verdadero subtexto deontológico de dicha sociedad, cuyos integrantes parecen calmadamente obligados a entenderse, aunque no quieran. Sigurosson demuestra una fina tenacidad en el tejido del guion, gran beneficiado de su escritura meticulosa y despiadada, e incluye diversas subtramas que siempre suman al montante, enriqueciendo su desolado retrato. Un film que sobrepasa lo exótico y revela a un estupendo y genuino narrador, un director al que se le atisba un brillante camino por delante y al que seguiremos los pasos sin duda.
Saludos.

domingo, 29 de abril de 2018

Rincón del freak #310: Una galaxia en la trastienda



Los 80... Y si acabara aquí la reseña quizá me lo agradecerían. Hay tantos títulos, tantos, de aquellos de la última estantería del videoclub, con aquellas portadas voluptuosas, colores fluorescentes y exceso cárnico, que, de cuando en vez, la nostalgia me invade cual gusano sin morera y me casco alguna cosita de la que ya sólo unos pocos nos acordamos. Hace poco le tocó el turno a VICIOUS LIPS, una especie de parodia de las películas intergalácticas en la que cabía cualquier cosa, y cuyo argumento era tan delirante como finalmente su resultado. El título alude a un grupo compuesto por cuatro chicas que buscan el estrellato más allá de las estrellas, y para ello han de viajar a otro planeta, al club más famoso del universo conocido, pero la nave choca con un asteroide y se ven obligados a aterrizar en un planeta desértico, donde las cosas no son lo que parecen...
Con algo más de talento, ganas, imaginación e incluso presupuesto, podríamos hablar de una peli de culto. Pero no, el infame Albert Pyun (les invito a que echen un vistazo a su filmografía) factura una serie Z, pero zetísima, con movimientos de cámara aleatorios, decisiones de guion rayando lo patafísico y una dirección de actores que convierte en maestro a Médem... Como si de un extenso videoclip se tratara, apenas se salva aguna canción (hay muchas) y algunas chicas vestidas con seis centímetros de gasa vaporosa, a las que supongo otro destino mucho más escabroso en la estantería de aquel videoclub.
Terrible...
Saludos.

sábado, 28 de abril de 2018

Un secreto a voces



Hay muchas cosas que no comprendo de EL SECRETO DE MARROWBONE, y no las comprendo por incomprensión pura y dura, no crean. Lo primero y más llamativo es la necesidad de que transcurra en Estados Unidos en los años 60, pues lo que cuenta no necesita ni un enclave geográfico determinado, ni tampoco una asimilación temporal. Se nos cuenta la historia de una familia inglesa que huye a América, dejando atrás un pasado más que escabroso pero que nunca es suficientemente aclarado; sin embargo ¿qué importancia tiene esto? Ninguna, porque podrían ser perfectamente un grupo de andaluces yéndose a la Galicia profunda, o italianos buscando un rincón apartado de Lituania... Lo mismo da, porque en lo que debería haberse centrado Sergio G. Sánchez es en la construcción misma el relato, y menos en recalcar sus aspectos accesorios, sobre todo cuando apenas contribuyen al avance del mismo. Entonces me entero de que G. Sánchez fue el guionista de EL ORFANATO y LO IMPOSIBLE, y que este film está producido por el inefable Bayona, y ya me va cuadrando el asunto. MARROWBONE aspira, como aquéllas, a contar algo muy oculto y muy secreto y muy acongojante, y en realidad no es más que el típico relato de fantasmas decimonónico, en el que la gracia está en el inevitable giro final. Mientras tanto, se percibe un vacío narrativo enorme, que se alarga exasperantemente hasta casi las dos horas, y un argumento que apenas daría para un cortometraje se sustenta en un par de golpes de efecto bastante chapuceros, y que sólo bucan distraer la percepción del espectador, que puede estar creyendo ver lo que en realidad no está viendo.
No sé, no comparto el entusiasmo de este tipo de producciones, como tampoco creo que sea lo más adecuado para reflotar la maltrecha cinematografía patria, porque puede que haya cifras, pero sigue faltando mucho cine...
Saludos.

miércoles, 25 de abril de 2018

El color de la forma #4



El primer largometraje, propiamente dicho, que Sergei Parajanov dirigió en solitario fue PERVYY PAREN (EL PRIMER CAMARADA), un ligerísimo panfleto acerca de las bondades de la vida campesina en la Unión Soviética. Mezcla de musical y comedia romántica, demuestra que el cine siempre ha estado más allá de las ideologías, y que se puede facturar un producto digno incluso al servicio de un régimen, en este caso el comunista. Y aun con toda la carga ideológica, la "blancura" de los diálogos y lo absurdo del argumento, emerge la mirada (es cierto que aún en ciernes) de un cineasta tremendamente imaginativo, con un sentido de la escenografía adelantado a su tiempo y que parece en constante búsqueda de una estética determinada. Esto sólo se empezaría a vislumbrar de manera parente unos años después, en sus obras más maduras, pero no deja de ser curioso el visionado de pequeñas peliculitas como ésta, realizada a finales de los cincuenta, sobre todo porque supone la constatación de que había cinematografías al margen de la gran industria norteamericana.
Saludos.

martes, 24 de abril de 2018

Wajda. Brillo y dominio #34



PIERSCIONEK Z ORLEM W KORONIE (algo así como EL ANILLO CON EL ÁGUILA CORONADA) fue un encargo complicado para Andrzej Wajda, ya que se trataba de una especie de "coproducción de productoras", que por un lado buscaban una grandiosa revisión de CENIZAS Y DIAMANTES, y por otro un espectacular film bélico. A eso habría que añadir el definitivo adiós de Agnieszka Holland como guionista, centrada ya en su carrera como directora, y la difícil situación política y económica que por entonces (el film es de 1992) atravesaba Polonia. El resultado es un indigesto vaivén de personajes sin peso, deambulando por un escenario reconocible pero que Wajda ha retratado infinitamente mejor en otros títulos. Exceptuando una buena fotografía a cargo de Dariusz Kuc y algunas soluciones formales, es un film bélico/social, con grandes dosis de lo primero y algunos apuntes de lo segundo, pero que se queda muy lejos del atrevimiento pericial de la novela homónima del escritor Alexander Scibor-Rylski, en que está basada.
Saludos.

lunes, 23 de abril de 2018

La senda del discípulo



Parecía inevitable el surgimiento de nuevos estudios de animación japoneses, los recientes acontecimientos, apuntalados por la desaparición del gran Isao Takahata, así lo atestiguaban. Y es que desde la "supuesta retirada" del pope Hayao Miyazaki, Ghibli tenía poco sentido, si no es para hacer borrón y cuenta nueva, algo que parece un poco complicado por su propia idiosincrasia. Hiromasa Yonebayashi, antiguo trabajador de la mítica factoría, inicia la andadura de Studio Ponoc, y lo hace con MEARI TO MAJO NO HANA (MARY Y LAS FLORES DE LA BRUJA), una fantasía que bebe directamente de los títulos más célebres de Ghibli y que, precisamente por eso, y aun siendo una buena piedra de toque, no parece una paso adelante, ni arriesgado ni significativo, sino una apuesta de consolidación temprana, con unas bases bien sólidas y a la espera de que lluevan guiones de mayor enjundia. El apartado técnico es una barbaridad (no se esperaba menos) y la historia mantiene el interés en torno a Mary Smith, una chica que descubre prácticamente por casualidad que en realidad es una bruja, lo que la llevará a una muy especial escuela de brujería, donde aflorarán sus poderes hasta entonces latentes. No puedo decirles más que es una buena película, de la que no podría decir nada específicamente negativo, excepto que le falta ese aroma "Miyazaki", justo el que consigue que tras cada fotograma vayas a hacer el descubrimiento de tu vida. Pero eso es muy difícil con una primera película, habrá que darle tiempo a este nuevo proyecto.
Saludos.

domingo, 22 de abril de 2018

Rincón del freak #309: Explicitud o desfase



HEI TAI YANG 731, más conocida como LOS HOMBRES DETRÁS DEL SOL, es uno de esos títulos que suelen aparecer en listas de todo tipo, llámense "las pelis más raras" o "las más bestias". El caso es que uno nunca puede dejarse guiar por estas consideraciones sin comprobar de primera mano qué puede haber de cierto en temas tan escabrosos y controvertidos. La Historia ha demostrado que las grandes guerras han servido para auspiciar todo tipo de aberraciones y crímenes contra la humanidad; ahora bien, que una loable intención albergue un material fílmico de calidad, ahí tenemos un problema. El film de Tun Fei Mou es un exploitation en toda regla, con sus exageraciones y remarcados en fluorescente, los habituales descuidos de este tipo de producciones y la sensación de que se ha rodado el material a toda prisa. Aun así, es cierto que prima la acentuación sobre la denuncia de unos hechos simplemente indefendibles desde cualquier punto de vista moral: la utilización sistemática de prisioneros chinos, por parte del ejército japonés, para todo tipo de experimentos. Llámense vivisecciones, inoculación de virus, exposición a temperaturas extremas o a presiones atmosféricas inconcebibles. Todo ello es mostrado sin ningún tipo de pudor o censura, con unos efectos especiales palpablemente mejorables, pero logrando esa sensación de inquietud ante el espectáculo de lo inimaginable. Hay algunas leyendas urbanas circulando, como la utilización de cadáveres reales o la muerte real de un gato, devorado por cientos de ratas; sea como sea, es un film normalito, cinematográficamente hablando, y que puede provocar alguna arcada a los estómagos sensibles, pero al que yo no atribuiría nada parecido a "legendario", ni mucho menos.
Saludos.

sábado, 21 de abril de 2018

Desde ahora hasta el fin...



THE GODFATHER: PART III es una película que para muchos llegó demasiado tarde, e incluso no tenía razón alguna de llegar. Una tercera parte con un mensaje alto y claro: al igual que el personaje de Michael Corleone, un Coppola que venía intuyendo el fin de su preponderancia en Hollywood, intentó expiar sus culpas, sus excesos, limpiar al menos su conciencia. Él, que fue un pilar fundamental para la regeneración de aquel Hollywood perdido y oxidado de principios de los setenta, representaba, en el comienzo de la década de los noventa, precisamente ese anquilosamiento, como una vieja estrella del rock que sólo vive de sus antiguos éxitos. Personalmente, yo lo separaría de sus dos antecesoras, como un spin off o miniserie, que ilusoriamente la haría funcionar mejor como la única forma viable de dar carpetazo a un género que también necesitaba ponerse al día. Esta tercera parte está repleta de defectos y aciertos, como rodada por Coppola y su primo torpe al mismo tiempo, pero desde sus errores de casting (no, no voy a ser cruel) o personajes que parecen relevantes para desaparecer misteriosamente, luego hay algunas escenas soberbias, sobre todo las rodadas en Sicilia, concluyendo con un clímax en un teatro de la ópera que, efectivamente, muchos imitadores han copiado descaradamente. Es, quizá, un film que retrata a la mafia más analíticamente, menos pasional y a la que uno siempre le deberá admitir la insólita valentía de hablar del Vaticano como otra "familia" más. Aunque sólo fuera por eso, merece la pena verla, pero no se lleven a engaño, porque nadie puede negar que son otras tres horas de grandeza cinematográfica.
Saludos.

viernes, 20 de abril de 2018

Cien fuerzas que inundan el corazón



Hoy es el "Día D", la onomástica, la celebración, o como mejor lo prefieran llamar. Es un día muy especial, y nos gustaría celebrarlo, o mejor dicho, seguir celebrándolo. Y sólo sabemos levantar la copa de una forma, viendo películas y comentándolas aquí. Y hoy, como no podía ser de otra manera, es el turno de THE GODFATHER: PART II, el ejemplo perfecto de cómo superar algo que se cree insuperable; cómo se puede enfilar una obra redonda y, contra todo pronósico, acabar de redondearla aún más. Esta segunda parte se abre en Corleone, en 1901, donde un pequeño Vito Corleone se ve obligado a huir tras el exterminio de toda su familia a manos del sanguinario capo local; tras llegar a la isla de Ellis en una larga travesía clandestina en barco, ingresa como la forma más baja de ciudadano estadounidense, un inmigrante. Y no cabe duda de que esta considración es fundamental para comprender la deriva del film, pero también dota de un sentido mayor su precuela, mientras Coppola borda el silogismo, casi sobrenatural, entre la figura del joven Vito, que se conviete en mafioso prácticamente obligado por su despiadado entorno, y el nuevo Michael Corleone, sucesor de su padre y dispuesto a sacrificar hasta lo más sagrado, con tal de que su familia (la "familia") continúe intacta. La superposición temporal del guion es sublime, un alarde de narrativa que nunca resulta confusa y que se nutre incesantemente de dos actores en estado de trance y que posiblemente nunca volvieron a alcanzar tal majestuosidad. Al Pacino y Robert de Niro siempre han parecido dos colosos que se miraban sin tocarse, y esta percepción se agranda aún más con medio siglo de diferencia, fundiendo la mirada de ambos en la de un solo hombre, y arrastrándonos a nosotros a una representación, veladamente shakespeareana, de los verdaderos cimientos de la América actual, donde los únicos patriotas son los que no les importa mancharse un poco de sangre, con tal de hacer prevalecer su justicia.
Coppola no volvió a alcanzar este grado de perfección fílmica, hizo alguna que otra película maravillosa, porque siempre ha sido un gran cineasta, pero hay un techo irrompible en esta obra maestra imperecedera, a la que algunos años después se vio obligado a dar carpetazo definitivamente. Aunque esa es una historia que les contaremos mañana, seguramente. Hoy toca brindar con cava...
Saludos.

jueves, 19 de abril de 2018

Hijos del agobio y del dolor



Son 10 años. Una década dándole a las teclas cuasi anónimamente, escudado bajo toneladas de horas cinéfilas y apelando a una suicida premisa, que casi hemos rozado. Una entrada por día, una película por día. Evidentemente es imposible, pero aquí estamos, quizá resistiendo, a lo mejor languideciendo sin saberlo, como un pez que no comprende por qué le cuesta respirar fuera del agua. Es posible que el tiempo de los blogs haya pasado, pero, hasta donde yo sé, no ha pasado el tiempo de ver cine, ni el de escribir. Ni siquiera el de escribir sobre cine. Y muchísimo menos ha pasado el tiempo de la pasión, sobre todo ahora que somos controlados y dominados por impotentes con complejo de castrador, toda una gloria. La pasión es lo que nos mueve, y hay pocas películas más apasionadas que THE GODFATHER, que todavía, increíblemente, no había aparecido por aquí, tras casi 4.000 películas comentadas; que quizá, inconscientemente, había pospuesto sin saber muy bien por qué, pero que he visto como motivo perfecto el incluirla en esta pequeña, íntima celebración. Y es curioso, porque acabo de verla (creo que debe ser la tercera o cuarta vez) y ahora no sé qué decir al respecto. Bueno, se me ocurre decir que es una obra maestra absoluta, aunque esté muy trillado, y que aun así, Coppola logró el más difícil todavía, que es superarla. Aunque una cosa sí es verdad, aquí estaba Marlon Brando, cuyo inmortal Vito Corleone es un regalo para cualquier amante del cine, mientras Pacino es sabiamente eliminado por Coppola de cualquier confrontación con el coloso, excepto una pequeña escena casi al final. Está la música de Nino Rota, inolvidable, reconocible incluso por los que nunca han amado el cine. Esa secuencia de la boda, como tiempo suspendido o la consecuencia magistral de la distancia adquirida por el director sobre lo que filma, convirtiéndose en un espectador más, solo que con la capacidad de tomar decisiones. Hablamos del cine hecho arte, o el arte transmutándose en otra cosa, en historia viva, incluso con un escritor corrigiendo y aumentando su propia obra literaria, que empequeñece frente al guion.
Son tantas cosas, tantas, y no caben todas, porque nos alargaríamos, y aquí nos gusta ser breves, siempre nos ha gustado, así que detenemos aquí este inapreciable gustazo, con tarta stoniana incluida, contodos ustedes, amigos, cinéfilos, o simplemente curiosos que un día pasaron por aquí. Mañana, El Indéfilo cumple 10 años... con otra película, por supuesto...
Va por ustedes, que para eso estamos en Feria.
Saludos.

miércoles, 18 de abril de 2018

El color de la forma #3



DUMKA fue otro documental dirigido por Sergei Parajanov (esta vez para el Studio Film de Kiev), limitado a la filmación del coro Nacional interpretando diversas piezas, con la soprano B. Roudenka y el tenor M. Yegorov al frente, interpretando temas de Filippenko, Kropyvnytsky o Zhukovsky. En definitiva, un bonito espectáculo para los amantes de la música clásica y un nuevo paso adelante en la gestación del gran cineasta que iba puliendo pacientemente su estilo. Por lo demás, poco más que añadir en esta pequeña rareza de apenas media hora.
Saludos.

martes, 17 de abril de 2018

Wajda. Brillo y dominio #33



Una vez más, la Historia hace justicia por sí misma y coloca a cada uno en su lugar, otorgando los méritos precisos y despejando dudas razonables. Steven Spielberg declaró en su momento que su "Schindler" tomó forma en el preciso momento que vio un film de Andrzej Wajda llamado KORCZAK. Al menos Spielberg fue honesto, y eso le honra, pese a las muchas diferencias, dentro de las similitudes, que ambos trabajos tienen entre sí. Janusz Korczak fue un hombre íntegro, un ser humano que vivió en el peor sitio y el peor momento posible; escritor y médico, su verdadera vocación fue la enseñanza, y la toma de Polonia por el nazismo lo sorprendió mientras dirigía un orfanato en Varsovia. Korczak era un humanista y un renacentista, un ilustrado cargado de razón moral, contra la sinrazón inmoral de la fuerza. Su historia es la historia de un hombre superado por sus contradicciones, pues se resistía a ver a los alemanes como un enemigo natural, al tiempo que seguía educando tenazmente a los chavales, incluso en las circunstancias más adversas. Profesor asimismo de niños que al crecer se convirtieron en oficiales nazis, éstos le confiesan su admiración, pero le advierten de que los niños serán trasladados, tarde o temprano, al campo de Treblinka. Y Wajda filma, en un espectacular Blanco y Negro fotografiado por el gran Robby Müller, esa desesperación, ese espectáculo del pisoteo de la humanidad, aunque con menor afectación que Spielberg, también hay que decirlo, y remacha, en definitiva, la figura de un hombre único, un héroe accidental, que es como deberían ser todos los héroes.
Soberbia.
Saludos.

lunes, 16 de abril de 2018

La belleza del fracaso



El pan del genio es la enfermedad. La liturgia expuesta como vida despedaza la afrenta de un sortilegio hecho celuloide. Lo que Paul Thomas Anderson logra en PHANTOM THREAD es conjurar la integridad de todo su cine anterior, despojándolo certeramente de cualquier asomo de artilugio o celebración, y bañándolo de esa pátina imposible de definir que es el clasicismo. No es una película clásica, pero uno puede disponer de multitud de registros, recursos o incluso hallazgos para deleitarse con la fantasía de asistir a un estreno en pleno 1950. El más difícil todavía de esta obra maestra es contener sus riendas, desmayarse en los brazos de unos intérpretes fabulosos (y fabulosamente dirigidos) e intentar comprender qué pasa exactamente por las cabezas de unos personajes que no tienen que decir lo que piensan para ser explícitos. Así, el director (también guionista y hasta encargado de la fotografía) sortea el mal endémico de la modernidad y se nutre de la oportunidad que le brinda la fascinante invención de Reynolds Woodcock, un modisto en la cumbre, pero cuya genialidad parece depender por entero de la férrea vigilancia de su hermana y la inmanencia de una serie de ritos inviolables. Su espartana filosofía de vida se tambalea al conocer a una joven camarera, que inmediatamente se convierte en su nueva inspiración y pasa a formar parte de su reducidísimo entorno íntimo.
Cabe todo, desde la complicidad al odio, el amor, la futilidad de un vestido para una reina o la trascendencia de un nombre cosido en el forro de la chaqueta. Paul Thomas Anderson obra un nuevo milagro, deja clara cual es su posición en el cosmos cinematográfico (incluso el actual) y yo cada vez estoy más contento de no ser Carlos Boyero...
Obra maestra absoluta.
Saludos.

domingo, 15 de abril de 2018

Rincón del freak #308: Tu corazón es una pompa de jabón



Los 80. Espacio mítico, en realidad espacio cutre. Los diletantes. Las drogas como caramelos, la música como religión, el baile como rictus. La esclavitud de la libertad. LIQUID SKY es una película sumamente extraña, que algunos considerarán una obra de arte, y otros una mamarrachada. Sólo las rarezas logran esa dualidad, y en este caso no es una denominación caprichosa, sino el único motivo de ser de un film que se ha mantenido durante más de tres décadas como una particularísima exposición de todos los males de la generación a la que ya no le quedó nada por lo que luchar y decidió aniquilarse a sí misma. El título alude a la heroína, que corre generosa por los recovecos de un club/tugurio en el que cada noche los in bailan espasmódicamente con el machaque de las cajas de ritmos. La droga es normal, lógica; el yonqui resplandece y es objeto de deseo. Son retazos de un fulgor efímero, como la amenaza del amanecer sobre un tejado frente al Empire State, que parece una aguja gigantesca penetrando la carne del cielo. El sexo es peor que compulsivo, una mezcla de asco y desprecio, pero que se colecciona como un trofeo; no se hace con hombres o mujeres, sino con quien está a la moda. O se está in o se está out. Y es verdad, podría haber un montón de buena poesía en todo esto, pero la película, con su montaje descuajaringado y sus monitorizados diálogos, más bien parece el resultado de meter una cámara en un lugar determinado y esperar a que haga sola su trabajo. No hay nada más diletante que eso, y más allá de la curiosidad que despierta, LIQUID SKY parece hecha por alguien que verdaderamente no pertenecía a ese mundo. Sí, como un alienígena vampirizador...
Saludos.

sábado, 14 de abril de 2018

Vida prócer: El cine de Hong Sang-soo #20



Parecía complicado, pero Hong Sang-soo se ha superado, filmando tres películas en 2017 y colocándolas todas en Cannes. GEU-HU (EL DÍA DESPUÉS) es una miniatura filmada en glorioso Blanco y Negro, con un trasfondo autobiográfico más que evidente (¿y cuál suya no lo es?) y con alguna vuelta de tuerca más a su propio e inamovible (aparentemente) universo fílmico. En otras manos sería una historia más sobre el adulterio, la culpa y las irresponsabilidades de la mediana edad, pero Hong libera su narrativa de convenciones y la complementa con honestidad, sin vencedores ni vencidos, sin héroes ni villanos. El protagonista es el dueño de una pequeña editorial que acaba de contratar a una joven ayudante y aspirante a escritora, y en su primer día de trabajo, la mujer del editor aparece allí mismo y la acusa de ser su amante. En realidad, la amante es otra, una antigua empleada que se marchó tiempo atrás, pero ninguna explicación parece convencer a la mujer. A partir de ahí, más que de equívocos, el film es un tratado sobre cómo, cuándo y por qué nos decimos la verdad, o por qué la escondemos según nos conviene, y estos personajes parecen provenir de lugares muy alejados entre sí, pidiéndose explicaciones unos a otros, y nunca mirándose a sí mismos. Es el miedo a vivir, o quizá el miedo a dejar que los demás vivan. El miedo de ver en otros lo que nunca seremos, fingiendo ser el modelo de alguien...
Saludos.

viernes, 13 de abril de 2018

Perversión



En 1971 (sí, hace 47 años), Don Siegel rescató la novela que, cinco años antes, escribió Cullinan, para construir uno de los tratados cinematográficos más precisos sobre la seducción, el engaño, las relaciones de poder y la perversión de los sentimientos. Un film áspero, incómodo, casi sucio, con una profundidad psicológica inaudita y una audacia formal de la que han bebido multitud de directores actuales. THE BEGUILED es capaz de abrir con un Clint Eastwood herido de muerte besando a una niña en los labios, para continuar con el necesario personaje de la esclava (la estupenda cantante Mae Mercer), incomprensiblemente desterrado en la versión de Coppola, que establece la moral sureña en su usta medida, y rematar nada menos que con un ménage à trois entre el propio Eastwood, la "inocente" Elizabeth Hartman y una ya madura Geraldine Page. Una película que trasciende los géneros y los subvierte, y que demuestra como ninguna que no hay un horror más insoportable que el horror cotidiano, hasta el punto de que el relato se torna terrorífico precisamente cuando llega la calma. Equívocos que llevan a los celos y de ahí al odio y al desprecio, sentimientos extremados por el aislamiento y personalidades que se debaten constantemente entre la cabeza y el corazón, mientras una guerra se desarrolla fuera. Una película que no sólo no ha envejecido, sino que cobra una vigencia tremenda y supone, entre otras cosas, la enésima lección de cine de Don Siegel, uno de esos directores a los que tanto cuesta llamar maestro...
Saludos.

jueves, 12 de abril de 2018

Inocencia y perversión



El equívoco de THE BEGUILED comienza en la errónea traducción de su título, ya que la seducción a la que alude es sólo un aspecto de su sutil trama, pero que sería más acertado ir por la literalidad de "los engañados", ya que la complejidad de la novela de Thomas Cullinan reside en cómo se escenifican los interiores de cada personaje, y de cómo la relación que se establece entre el soldado herido y las habitantes de la residencia para señoritas, a la que llega moribundo, abarca multitud de matices que van del erotismo al terror, pasando por la dominación y la sumisión. Parece complicado emborronar un relato con todos sus componentes tan bien construidos, y Sofia Coppola, que nunca ha sido santo de mi devoción, se empeña en elegir siempre el camino más acomodaticio y conservador, despreciando la oportunidad de revisar el clásico de Don Siegel (del que hablaremos mañana) y ponerlo al día. Antes al contrario, la osadía de aquella es el "blanqueamiento" de ésta versión que epatará a los desconocedores de lo que fue capaz de hacer Siegel, pero que aporta poco, o más bien incluso le resta empaque a fuerza de sobriedad. Es correcta, sí, y las actrices están estupendas, aunque a Colin Farrell le viene enorme la tarea de hacer olvidar a aquel inolvidable Clint Eastwood, lo que me deja una sola conclusión, que sería una magnífica película de no ser que ya estaba hecha...
Saludos.

miércoles, 11 de abril de 2018

El color de la forma #2



El siguiente encargo de envergadura que recibió Sergei Parajanov fue un mediometraje que exaltara las bondades de la artesanía ucraniana, famosa por su inagotable inventiva y perfección técnica. Escultores, alfareros, pintores, orfebres y otros artesanos son los protagonistas de ZOLOTYE RUKI (MANOS DE ORO), un excepcional documental que sorprende al artista en el mismo momento de crear su obra, y que va mucho más allá del simple panfleto nacionalista, donde Parajanov continúa puliendo sus obsesivos encuadres y dando forma, asimismo, a su particular concepción de la puesta en escena, en tanto que estructuración del tiempo y el espacio, mezclando y cotejando los rostros, las vasijas, los tornos y figurillas, las joyas y los lienzos. Una explosión de formas y colores, puro Parajanov.
Saludos.

martes, 10 de abril de 2018

Wajda. Brillo y dominio #32



LES POSSÉDÉS adaptaba una de las más famosas novelas de Fedor Dostoievski, en la que el genial escritor ruso desmenuzaba una de las épocas más convulsas del régimen zarista, centrándose en las maquinaciones de un reducido grupúsculo anarquista, que planea una serie de atentados, aunque sin llegar a realizarlos. El texto original, al igual que el guion escrito por el habitual triunvirato Holland-Carriére-Wajda (al que se sumó Edward Zebrowski) se movía en un complejo multiplano narrativo, introduciendo la ambigua figura de Stavrogin, compendio de todos los males especulativos del régimen y parásito del mismo, que urde un maquiavélico plan para lograr el control en la sombra de la ciudad en la que se desarrollan los acontecimientos. Tras infiltrarse como falso benefactor de la causa, carga con las sospechas de ser un espía en el inocente Sjatov, lo que le dejaría a él libre de ser culpable de cualquier acto. Así, el film es un puntilloso retrato de una época incierta, aún lejos de la gran revolución, pero que era caldo de cultivo para que toda clase de gente sin escrúpulos manejase a unos idealistas siempre tan necesitados de una luz que les guíe. El montaje, la fotografía de Witold Adamek, y muy especialmente la tenebrosa partitura de Zygmunt Konieczny, trazan el desquiciado rumbo de estos "poseídos", quizá sólo un puñado de huérfanos que se dieron cuenta demasiado tarde de que la madre patria los había abandonado a su suerte. Además, contaba con un excelente reparto, con Jerzy Radziwilowicz y Lambert Wilson a la cabeza, y las breves pero intensas apariciones del gran Omar Sharif y la por entonces ya consolidada Isabelle Huppert.
Saludos.

lunes, 9 de abril de 2018

Tiempo para morir



KILLING GROUND es una de esas pequeñas conmociones de las que todo el mundo habla durante un tiempo, películas de género que son capaces de apostar por el oficio de hacer cine cuando el presupuesto es casi inexistente. El debutante Damien Power demuestra tener buen pulso, sin temor a caer en el letargo, para contar esta trillada historia de lugares solitarios, campistas perdidos y lugareños siniestros; nada que no hayamos visto antes, pero que adquiere un aceptable formato por dos causas. Power narra en tiempo presente y pasado, sin separar las dos líneas temporales, y lo hace sin salir de la misma ubicación, por lo que a veces creemos ver una historia superpuesta a otra. Por otro lado, no falsea en ningún momento la información, y prácticamente desde el principio sabemos quienes son los malos, y casi hasta lo que va a pasar, pero ello no resta interés a un guion que se va desplegando con firmeza. Por el contrario, con las cartas sobre la mesa, el tramo final se vulgariza y tira por tierra todos los logros de su magnífico y alargado preámbulo. Es una película que asombra con reservas y no decepciona, habrá que ver de qué puede ser capaz su autor de aquí en adelante.
Saludos.

domingo, 8 de abril de 2018

Rincón del freak #307: Un listo muy tonto



YOKOMICHI YONOSUKE fue un film de 2013 que adaptaba una novela de gran éxito en Japón, en la que se relataban las andanzas de un tipo sumamente peculiar, una especie de trasunto de Forrest Gump nipón, bastante inocentón pero con un extraño encanto, que le hace salir airoso de una ingente cantidad de líos. Yonosuke llega a una universidad de Tokio desde Nagasaki, e inmediatamente se dará cuenta de que en la capital la gente se ocupa de sus asuntos, sin importarle mucho lo que le pase a los demás. Esta historia la hemos visto una barbaridad de veces, la del supuesto paleto que termina por adueñarse de la función en un entorno artificioso y que le es ajeno a su natural bondad. El problema de este film es que el director necesita casi tres horas para desarrollar una historia bastante bobalicona, y no sólo por el carácter ingenuo de su protagonista, sino porque no ocurre nada más allá de un puñado de gags que parecen sacados directamente de LOS ALBÓNDIGAS EN REMOJO, solo que aquella también era más divertida...
No sé, igual tienen tres horas para perder en esto, pero yo, una vez más, les aviso desinteresadamente...
Saludos.

sábado, 7 de abril de 2018

Ruido, furia, sandeces y arrebatos



Paul Schrader está acabado. Paul Schrader es un genio. Paul Schrader está de vuelta. Paul Schrader no sabe hacer películas fuera de un género, pero sus películas no tienen género. Las películas de Paul Schrader son como pensamientos zombificados durante muchos años, anquilosados en una mente enferma, que un día, sin previo aviso, pugnan por salir, sin importarle demasiado los daños colaterales. Algo de eso hay en DOG EAT DOG, una película que crees haber visto cientos de veces, para seguidamente darte cuenta de que no has visto nada igual en toda tu vida. Una película que termina como realmente debería haber comenzado, que indaga en una idea con profundidad y compromiso y en pocos segundos lo tira todo por la borda y sigue por otro camino completamente impredecible. Un film negro, traumatizado, indigesto, casi una obra maestra que quiere ser como las películas malas dirigidas por patanes que van directamente a video, y eso sólo puede pretenderlo un genio. Los genios no son como las personas normales, no piensan igual y por tanto no actúan igual, por lo que sus actos son a menudo confundidos con irresponsabilidades; y quizá sea así, quizá Paul Schrader se divierta gastando dinero en hacer películas que ni siquiera él comprende si deberían ser hechas. Pero la respuesta va implícita en la pregunta, porque el cine, la vida, no serían tan divertidos ni estimulantes sin genios como Paul Schrader... ¿Que de qué va la película?... Pues, bueno, yo diría que va de tres zumbados que creen poder dar un golpe y ganar mucha pasta. Uno es un sociópata que adora a las mujeres gordas, otro es un resentido crónico sin sentido del humor, y el otro cree ser la reencarnación rediviva de Humphrey Bogart. Respecto a esto, no se pierdan los últimos quince minutos del film, sobre todo si son fans del viejo Bogey...
Imaginen un cruce entre RESERVOIR DOGS, EL HALCÓN MALTÉS y CARRETERA PERDIDA... No digo más.
Saludos.

jueves, 5 de abril de 2018

Las escalinatas del poder



En estos momentos tan convulsos, en los que la política está más judicializada que nunca, el papel de la prensa se minusvalora desde la politización de la misma y los derechos de las minorías vuelven a estar en entredicho, un director de cine septuagenario, con fama de acomodaticio y poco dado a los golpes de efecto, pone el dedo en la llaga de una forma que quizá nadie esperaba. En esta incierta y tenebrosa era de la presidencia del incierto y tenebroso Donald Trump, Spielberg filma casi una precuela, cuarenta años después, de aquellos celebérrimos "hombres presidenciales", y lo hace rebobinando con una inteligencia y una claridad que deberían poner en un aprieto a un señor tan racista, violento y misógino, porque lo que pone de manifiesto THE POST es, ni más ni menos, la prevalencia de la verdad sobre la falacia, y cómo precisamente de los sitios más insospechados salen las decisiones más decisivas y valientes. Se narran las dificultades del Washington Post por eludir la quiebra, tras la llegada a la presidencia del periódico de Kay Graham tras la muerte de su marido en plena era Nixon. Casi como un latido que reverbera tras cada prodigioso enfrentamiento dialéctico, se ve asomar el motivo principal, la aparición de unos documentos clasificados del gobierno, que habían sido sustraídos y que comprometían gravemente la actuación del gobierno americano en la guerra de Vietnam. Así, Spielberg construye una película que comienza densa, complicada de seguir con agilidad, pero que va tonificando poco a poco sus resortes, una vez el espectador va encontrando los caminos, guiados por dos actuaciones portentosas, las de Tom Hanks y una maravillosa Meryl Streep, capaz de dominar cada gesto conscientemente. Todo ello se vuelca en uno de los mejores films de Spielberg, en la línea de LINCOLN, pero con un guion mucho mejor construido y un ritmo menos pesado. Una bofetada sin manos para un trasunto de presidente, que quizá no esté midiendo bien su constante menosprecio a ese cuarto poder y que parece estar claramente tras otra siniestra presencia, la de un Nixon enfurecido y de espaldas en la Casa Blanca. La escena final, más que un guiño, aún añade más elocuencia a una película elocuente como pocas.
Saludos.

miércoles, 4 de abril de 2018

El color de la forma #1



Iniciamos aquí un necesario repaso a la filmografía de un cineasta único, dotado de una visión poética que se ha mantenido vigente a lo largo de varias décadas, influyendo decisivamente en la concepción ética y estética de incontables cineastas, sin cuyo legado no habrían ampliado sus fronteras estilísticas. Se trata del director de origen armenio Sergei Parajanov (en adelante usaremos esta traducción de su nombre), un artista (conviene remarcar la palabra) que maridó con una sensibilidad única disciplinas como la pintura, la escultura o la literatura para crear una dimensión absolutamente alejada de los cánones principales de la ortodoxia. Parajanov debutó en la dirección con una deliciosa fantasía de apenas una hora, ANDRIESH, en la que compartía responsabilidades con el ucraniano Yakov Bazelyan, adaptando un libro del poeta Emilian Bukov. La película, casi declamada, contaba la historia del joven Andriesh, un pastorcillo que pierde su rebaño a manos del temible Huracán Negro, una especie de demonio espectral que se divierte fastidiando las vidas de la gente sencilla. Andriesh, ayudado por el poder de la flauta mágica que pertenecía al héroe Voinován, que ha perdido a su amada a manos del mismo demonio.
El film se ve con absoluto agrado y, pese a que la dirección de actores de Bazelyan deja bastante que desear, se intuyen algunas de las constantes del cine que Parajanov desarrollaría más ampliamente en títulos posteriores, como su gusto por las composiciones humanas, los rostros y una puesta en escena deslumbrante. Un film menor en su filmografía, es cierto, pero que avanzaba algo de la importancia de su coautor.
Saludos.

martes, 3 de abril de 2018

Wajda. Brillo y dominio #31



KRONIKA WYPADKOW MILOSNYCH (CRÓNICA DE LOS ACCIDENTES AMOROSOS) engrosa la (escueta) lista del Wajda que menos me interesa, el que desvía su intensa narrativa por vericuetos innecesariamente lábiles, con mayor atención al aspecto técnico, pero descuidando los puntos mayores de lo que cuenta. Concebido como un extenso telefilm para la televisión polaca, adapta de nuevo una obra de Tadeusz Konwicki, y el guion escrito por el propio autor no parece encajar del todo con la compleja forma de dirigir de Wajda, lo que se traduce en un ritmo algo cansino y deslavazado, como si no se decidiese a contar el meollo de este pseudo-folletín situado en los meses previos al estallido de la WWII. Por un lado, asistimos a interminables escarceos amorosos en un bucólico paraje, entre un joven universitario y una chica a la que éste eleva a la categoría de ninfa, mientras la realidad social se va tornando cada vez más oscura. Por el otro, el que debería ser más importante pero acaba descuidándose, el grave conflicto moral del joven, cuyo despertar sexual y afectivo le hace repudiar un inminente llamado a filas, lo que le enfrenta a todo su entorno. Una película que podría y debería haber sido más grande e importante, y que en manos de un principiante habría sido un notable debut, pero que no hace justicia a la colosal trayectoria del maestro polaco.
Saludos.

lunes, 2 de abril de 2018

La gran cerdada



OKJA es una película que aborda la siempre problemática sostenibilidad de la industria cárnica desde un punto de vista que mezcla la fantasía distópica y el engreimiento concienciado, lo que deja al film de Bong Joon-ho (como a la práctica totalidad de sus trabajos) como un entretenimiento pedante, que efectivamente sorprende y entretiene, pero que patina en sus (gruesas) lecciones de moralidad. Si uno elige jugar a lo grande, denunciar la vileza de un sistema y concienciar desde un tono poco menos que mesiánico, al menos debería prescindir, en dos horas que se hcen largas, de algunas persecuciones (porque hay demasiadas) y aportar alguna alternativa convincente. Es decir, que OKJA funciona solamente en el plano que el director coreano ha preprogramado ofrecernos, el de la historia de amistad entre una niña y la cerda gigante que ha criado durante diez años, pero apenas rasca la superficie del dilema moral en el que se empeña más de la mitad de un metraje sumamente desaprovechado, con un par de excelentes actores (Gyllenhaal y Swinton) al borde de la caricatura y una extraña sensación cada vez que empezaba otra persecución, como si planeara el espíritu de un enloquecido Emir Kusturica... My raro todo, la verdad.
No apta para todos los paladares, y no es un chiste fácil...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!